Seis años han pasado desde que Miguel Ferrari ganara el Goya a la mejor película hispanoamericana por Azul y no tan rosa, y la espera se ha hecho eterna. El director venezolano, tan activista LGTBI como cineasta, solo entiende su trabajo si está acompañado de una denuncia social que invite a la reflexión, como vuelve a demostrar en su segundo largo, La noche de las dos lunas. Esta vez –en su debut centró la mirada en las familias homosexuales– se acerca al polémico universo de la maternidad subrogada, y lo hace con ternura, estética, poesía y un hilarante surrealismo que le aporta el almodovariano personaje de María Barranco, a la que un flechazo con Ferrari le animó a volver a ponerse delante de la cámara. “Cuando tienes una joya de personaje… No es que me ponga exquisita, pero hay cosas que a estas alturas de la vida, si no lo veo, pues digo pa’ qué. Ahora tengo una temporada en la que estoy haciendo mucho corto, estoy descubriendo a gente estupenda, y estoy abonando para el futuro”. Lo celebramos juntando a ambos –Miguel llega tarde por problemas con su GPS– en el domicilio madrileño de la cordobesa, que hace un año y medio nos confesó que alucinaba con que se la elevase a la categoría de icono gay, pero realmente cuesta encontrarle relación con lo heteronormativo. “Hace un año y medio era una tontería comparado con ahora. Soy mucho más que un icono [risas]. Me he retirado del mercado, siempre voy como un edredón roto, rodeada de plumas, porque me lo paso muy bien. Si os dije que me extrañaba, ahora os digo que estoy encantada de conocerme”.
Mientras Ferrari se orienta y nos asomamos al balcón para ver si aparece, Barranco comienza a explicar la química entre ambos: “Yo ya le conocía por haber sido premiado en España con su anterior película… Pero es que cuando nos encontramos fue un flechazo. Ten en cuenta que para una actriz es muy importante trabajar con un director que también sea actor, sabe ponerse en tu pellejo, cuándo has perdido frescura… Y luego, si el que manda en el rodaje lo tiene todo claro, irá bien; si no, será un infierno. Tengo la sensación de haber hecho con él quince películas”. Su personaje es una auténtica joya, como ella misma lo define: una diva de capa caída que, pese a dar la sensación de estar ida, empatiza desde la distancia con la lucha de su hija por querer ser madre soltera. “Bueno, y no hay plano en el que no tenga un cigarro, y yo dejé de fumar después de Navidad [risas]. El personaje creció mucho en plano a partir de guion hablando con Miguel; cada vez que aparece la tensión se rebaja”.
Por fin aparece Miguel, la otra pata de este banco mágico, y es una pena no poder transmitir en su totalidad lo que cada mirada, sonrisa e intercambio genera entre ambos. “Mi flechazo con ella es anterior a conocernos. Empecé a ver películas de Almodóvar en Caracas, donde era absolutamente desconocido, en un festival de cine español, y con Mujeres al borde de un ataque de nervios fue amor a primera vista”, reconoce el director, que agradece de viva voz lo cómodo que fue el rodaje. “Es que soy de primera toma, a la cuarta me pueden matar… que ya lo he gastado todo”, replica Barranco. Incluso se permitieron el lujo de compartir plano en un pequeño cameo de Ferrari. “Fue gracioso, yo estaba reacio, no me gusta ponerme delante de la cámara cuando estoy dirigiendo, pero luego pensé que si lo hacen todos, por qué yo no… Fue genial, con ese punto de humor que tiene la película, y que lo da María. Cuando la escribí, sabía que necesitaba a una actriz potente de amplio registro que pueda ir desde la comedia hasta el drama más sincero”. Y María asiente y concluye el diálogo con un revelador “¿Cómo no le voy a querer?”.
La noche de las dos lunas tiene aristas morales, éticas y religiosas que derivan de la maternidad subrogada y las tecnologías de reproducción asistida, unido a algo tan latinoamericano como la exagerada telenovela. Una escritora de cuentos decide tener un hijo gracias a la ayuda de su mejor amigo gay, pero en la clínica de fecundación se produce un error con el apellido y se intercambia su embrión con el de otra pareja. “Quería demostrar que se puede tratar algo así, un tema del que hay que hablar para denunciar que las leyes se han quedado antiguas, visto desde este punto de vista tan peculiar”, cuenta Ferrari. Y Barranco interrumpe con un “a mí me pasa eso y quemo la clínica”.
Pero la intención de Ferrari de derribar prejuicios y reflejar realidades no se acaba ahí. Vuelve a incluir un personaje LGTBI en su historia, y muestra su preocupación por que siga siendo noticia. Siempre he dicho que mientras que la homosexualidad siga siendo un problema para algunos, tendré dentro de mis trabajos un personaje LGTBI, de cualquier forma. Aunque en esta película es más tangencial, me interesa que esté. Parece mentira, cuando parece que todo está normalizado, la parte más conservadora de la sociedad vuelve otra vez al ataque… Es necesario seguir machacando”. Una tendencia que también vivimos en España, y que Barranco, pese a que celebra la visibilidad de las tramas –“Me encanta, que cada uno esté con quien le haga feliz, y que el cine y la televisión sigan siendo un reflejo de la sociedad”–, observa con preocupación: “Lo digo con la boca pequeña, porque también hay una clase política que me da pavor. Espero que haya un Gobierno, por supuesto de izquierdas, que sea capaz de permitirnos seguir abriendo puertas. Soy positiva, eh, pero me cuesta”.
Sirva también este proyecto para reivindicar el talento venezolano en el exilio. Ferrari vive en nuestro país desde hace dos décadas, y el hecho de ser abiertamente gay ya le ha costado más de un momento incómodo en su lugar de nacimiento. “Hay una homofobia evidente en los dirigentes militares de Venezuela. Incluso los medios de comunicación, cuando he estado allí de promoción, no se atrevían a preguntarme sobre homosexualidad, y tenía que ser yo el que rompiese en hielo con naturalidad”. A lo que Barranco añade: “Y eso que cuando grabamos, hace ya tres años, eso era Hollywood con respecto a cómo está el país ahora. Estaba en un hotel maravilloso, pero para mí era como una cárcel de oro. Mucha pena ver, con el talento que hay allí, a toda esa gente que ha tenido que abandonar su casa para buscarse la vida”. Queda claro que son uña y carne.
FOTO Maite Villegas
Maquillaje Zuleynni Cruz
Peluquería Federico Calcatelli
La noche de las dos lunas se proyecta en cines