CRÍTICA: 'Las canciones', un atípico musical de Pablo Messiez

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Los Kamikazes han elegido para estrenar temporada un musical de lo más atípico: Las canciones, curiosa propuesta escénica creada y dirigida por el argentino Pablo Messiez, que se escapa a todo calificativo, y que utiliza como axioma principal el poder único de emocionar que posee la música.

Messiez usa como punto de partida varios personajes de Chéjov, de ahí los nombres rusos de los hermanos protagonistas; pero las ideas no nacen de un único autor, ya que de vez en cuando va metiendo morcillas de otros artistas como Rilke o John Cage, todas ellas asociadas a la magia de la música.

La estructura dramatúrgica está apoyada en una original escenografía de Alejandro Andújar, una caja de resonancia gigante con una veintena de altavoces que hacen que los intérpretes vivan las canciones con una audición óptima. Esto es porque el principal motivo de la función es escuchar de verdad y, como si de un áshram de meditación se tratara, aislar las íntimas reacciones que una canción nos produce. Incluso propone un entrenamiento interactivo durante los quince minutos que dura el intermedio, donde quien lo desee puede incorporarse a tal experiencia.

El grupo de actores se implica desde las entrañas en este experimento creando un conjunto humano de lo más auténtico, donde salen a la luz sus pasiones más ancestrales: amor, sexo, adicciones… Destacan, por su riqueza de matices, Rebeca Hernando en el papel de Olga, y Joan Solé como el cantante visitante que queda prendado de Irina, la hermana pequeña, difícil papel bien defendido por Mikele Urroz. ⭐⭐⭐⭐