El título de la exposición es fascinante y misterioso: El cuerpo inventado. Hasta el 15 de diciembre se puede ver en la sala de exposiciones AZCA, en Madrid, y es un verdadero viaje por el mundo de la moda. Recopila piezas icónicas de diseñadores emblemáticos como Jean Paul Gaultier o Tom Ford.
Es una muestra muy didáctica –y visual, con un espectacular montaje– que plantea la evolución de la moda a lo largo de la historia y los cambios sociales que han marcado cada época. Se centra primordialmente en las distintas siluetas que pueden crearse partiendo de la anatomía humana. Según José Luis Díaz-Garde, su comisario, “la silueta es la responsable de crear el espíritu del tiempo: por encima de colores, tejidos o adornos, es la silueta la que plasma el canon estético de una época”.
Este recorrido por la historia nos permite entender mejor “las modas que a veces han oprimido el cuerpo, física y socialmente, y otras que, en cambio, han sido liberadoras y han permitido que mujeres y hombres rompan con los cánones y las reglas convencionales para vestirse de libertad”.
El cuerpo humano es una escultura, y las infinitas formas que se pueden crear sobre él, exagerando unas partes, escondiendo otras e incluso dando el efecto de una deshumanización, es lo que es la moda. Por ello el título de la exposición resulta tan acertado.
Hoy día son muchos los millennials que han descubierto las posibilidades de la moda a través de programas de televisión como RuPaul’s Drag Race, donde constantemente se hacen referencias y guiños a diseños y diseñadores clásicos; algo muy útil para educarnos sobre nuestro pasado y lo que hemos tenido que luchar para llegar hasta aquí. Y es por eso también por lo que el El cuerpo inventado sirve para explicar que la anatomía humana puede ser trucada y transformada con un poco de tela, sí, pero con el suficiente ingenio para conseguir que esa tela deje de serlo y se convierta en la herramienta para llegar a ello. La moda siempre ha sido capaz de romper con estándares arraigados fuertemente a los prejuicios sociales, tal y como queda de manifiesto en esta muestra.
Tomemos por ejemplo la última parte de la exposición, que lleva por título La tiranía de lo invisible: el desnudo. Explora la anatomía femenina a través de las siluetas y su cambio a lo largo de los siglos. Hoy en día es normal ver prendas con telas transparentes y un escote hasta el ombligo, pero esto no ha sido siempre así. Las mujeres que desafiaron estas barreras en nombre de la libertad de expresión fueron, entre otras, las artistas Isadora Duncan y Joséphine Baker. Ellas fueron “algunas de las pioneras en usar vestidos que jugaban con la insinuación, las transparencias y el desnudo”, según nos explica Díaz-Garde.