Beijing Kunlun Tech, empresa china de videojuegos propietaria de la app de citas gay, ha anunciado la venta de esta aplicación tras recibir constantes presiones por parte del Gobierno estadounidense, bajo la premisa de hacerlo por motivos de seguridad nacional.
Kunlun Tech envió un comunicado a la Bolsa de Shenzhen donde informaba sobre el acuerdo que había llegado con el holding estadounidense San Vicente Acquisition. El precio de compra estaría cerca de los 610 millones de dólares. Sin embargo, antes de realizar la transacción, el Comité para las Inversiones Extranjeras en Estados Unidos (CFIUS), debe aprobarlo.
La empresa china había ganado 93 millones de dólares en 2016 tras adquirir más de la mitad del capital de Grindr, fundada en 2009 y con más de 4 millones de usuarios LGTB. Hace dos años, Kunlun Tech se hizo con el total del capital de la app, y aquí fue cuando la agencia federal de EE UU puso la lupa sobre ella.
¿Por qué motivo se ha visto presionada para vender la aplicación? Kunlun Tech no ha querido desvelar las razones por las que firmó el acuerdo de venta con CFIUS, pero el periódico Wall Street Journal sí publicó que el propio comité ordenó a la empresa que lo hiciera por razones de seguridad.
Al final, se terminó sabiendo. Esta empresa federal temía que los usuarios estadounidenses pudiesen ser víctimas de algún chantaje si el Gobierno chino exigía los datos que se proporcionaban en la app a la empresa Kunlun Tech. Esta preocupación surgió tras el establecimiento de una ley china, en 2017, donde se decretaba que las empresas estaban obligadas a cooperar con los servicios de inteligencia.
¿Podrían estar en peligro todos esos datos? Grindr puede ser vista como una aplicación más de citas, dedicada a un público homosexual. Pero la cantidad de datos que mueve es inmensa: dirección IP, geolocalización, edad, orientación sexual, imágenes, vídeos… De no proteger los datos de sus usuarios, se podría catalogar como “una violación descabellada de los derechos europeos de confidencialidad”, por lo cual muchos países occidentales ven correcta la decisión de la CFIUS.