El yin y el yang de la proteína

Hemos sobrevalorado la proteína hasta convertirla en el macronutriente estrella. Nuestro nutricionista, Toni Conde Afur, nos habla de sus beneficios y mitos.

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6 noviembre, 2020
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Todos somos conscientes de que la proteína aporta funcionalidad y calidad de vida; pero lo cierto es que a día de hoy se ha sobrevalorado tanto que la hemos convertido en el macronutriente estrella, de tal manera que un gran porcentaje de los productos que habitualmente compramos llevan un extra de proteína añadida y se vende con el termino de +PROTEINA o +PROTEIN. 

Ciertamente, hemos asociado la proteína con el significado de sano. Nos hemos vuelto adictos a comprar estos productos, como si al consumirlos estuviéramos tomando el elixir de la vida. Siento echaros por tierra esta fantasía, pero la verdad es que no es del todo cierta. 

Las nuevas investigaciones vinculan el consumo elevado de proteínas con una mayor mortalidad y un mayor riesgo de tener cáncer. ¿A que no lo esperabas?

Se ha demostrado que las proteínas tienen diferente efecto en nuestro organismo dependiendo de la etapa de la vida en la que nos encontremos. Para entender su parte nociva, mejor empecemos por el principio:

1º ¿Qué son las proteínas? 

Son sencillamente estructuras moleculares que forman una cadena a través de unos eslabones llamados aminoácidos, y que tienen como función el crecimiento y mantenimiento de nuestras células y tejidos

2º ¿Qué tipo de aminoácidos hay?

Podemos encontrar 20 tipos diferentes de aminoácidos: 10 esenciales, los que tenemos que adquirir en los alimentos; y 10 no esenciales porque los fabrica nuestro propio organismo.

Dicho esto, os preguntareis el porqué de contaros esto. Pues muy sencillo: en la vida de una persona hay diferentes estadios, y la proteína en cada uno de ellos tiene una actividad diferente en nuestro cuerpo.

 

De 0 a 20 años: Durante este periodo, el consumo de proteína es muy pero que muy bueno, pues las proteínas controlan la hormona de crecimiento IGF-I, GH, que es la encargada del desarrollo infantil, además de ayudar a mantener los tejidos y órganos a lo largo de la vida, con lo que el crecimiento se hace inminente.

De 20 y 30 años: Debido al consumo de proteínas que hemos tenido en los años previos, el cuerpo se sitúa en una fase de mayor capacidad, alcanza niveles muy altos de resistencia y rendimiento y está preparado para asumir todo tipo de esfuerzos y con una masa muscular estupenda. 

De 30 a 65 años: Si bien la proteína es buena para crecer en edades tempranas, en este periodo de edad no lo es. ¿El motivo? La resistencia y la fuerza comienzan a decaer, ya sea por entrenamiento, genética u otros derivados, lo que es un hecho demostrable. 

El consumo de proteínas a igual o más proporción siguen ayudando a las hormonas de crecimiento, pero esta vez una manera más compleja, pues debemos saber que estas hormonas están vinculadas con la susceptibilidad de promocionar el crecimiento de células cancerígenas y aumentar el riesgo de que se manifiesten otras enfermedades.

Existe un estudio que publicaron en la revista Cell Metabolism donde se sugiere que las personas de 30 a 65 años no deberían consumir altos niveles de proteína, y remarcan sobre todo la proteína animal, pues multiplica por cuatro el riesgo de morir de cáncer e incluso sufrir también de diabetes, en comparación con aquellos que hacen una dieta más baja en proteína.

+65 años: A partir de esta edad, todo cambia, ya que esta misma hormona IGF-I desciende sus niveles, mejor dicho, cae precipitosamente, lo que origina una posible debilidad y pérdida de la masa muscular y ósea. Esto nos presenta un nuevo problema, pues en muchos casos estas personas reducen la ingesta de alimentos ricos en proteína derivados del animal por diversos problemas, con lo que disminuye su capacidad para generar músculo y aumentan el riesgo de fracturas en posibles caídas, dolores de las articulaciones, etc. Lo que los posiciona en un posible sedentarismo que, por otra parte, da lugar al aumento de peso. 

En otras palabras, a esta edad aumenta la fragilidad de estas personas y se da el caso de la resistencia anabólica.

¿Qué es la resistencia anabólica?

Pues es el fenómeno que ocurren en las personas cuando están en edades avanzadas por el cual requieren una cantidad de consumo más alta en proteínas para lograr la misma respuesta en la síntesis de proteínas musculares que la que tenían antes. 

En conclusión: 

Una dieta baja en proteína a mediana edad es útil para prevenir cáncer en particular y la mortalidad en general, y sobrepasada la edad de los 65 el aumento de proteínas ayuda a la longevidad. 

No obstante, como siempre os digo, debéis ir a un especialista en dietética para que os ayude a desarrollar un plan personalizado, adaptado a vuestras necesidades y partiendo siempre de un estudio metabólico que implica saber edad, sexo, altura, peso, tipos de ejercicios, tipo de vida diaria, alergias, intolerancias, enfermedades y medicamentos que consumes. 

Si no os preguntan nada de esto, es que estáis adquiriendo una dieta genérica, y es muy posible que no os ayude en nada e incluso que os pueda ir mal.

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