Parecía que la música urbana en España estaba lejos de encajar con la realidad del colectivo LGTB. Después de ver el vídeo de Diablito, de Xarrabamba, ya no estamos tan seguros.
La Huesito, bailarines sin género, chulazos y rap. En propias palabras del artista: “Quiero romper la idea de que en la música ‘de barrio’ no cabe representación del colectivo”.
Diablito nace como una colaboración con Trusty, artista activista integrante del grupo Las Bajas Pasiones. La productora Bloque Films y el director Jose Augusto Navarro están detrás de las cámaras.
Xarra es un precursor que despunta con sus originales letras. Le descubrimos el año pasado con el estreno de su tema En el club, videoclip donde también le vemos al estilo Lana del Rey en Born To Die con el modelo Iñaki Solano (@myrtlelallorona).
Igual de importante es que artistas de nivel internacional, como Bad Bunny, se opongan a la masculinidad tóxica de la industria (Ella perrea sola) como que artistas emergentes similares a Xarrabamba den voz a los homosexuales con sus rimas («que también nos pueden dedicar una canción de hip hop si nos rompe el corazón un maricón, ¿no?»).
Si La Zowi se llama a sí misma puta, y Bad Gyal llama zorras a los hombres, Xarra nos cuenta que el siguiente paso después de cantarle a otros chicos es abanderarse como lila, bujarra o pussy, palabras que han sonado siempre como algo negativo en su género musical.
Parece mentira que tengamos que ir tan atrás, pero si toda esta lucha de la representación igualitaria y con libertad sexual en la música empezó con los cuplés durante el franquismo, no podemos olvidar que, hace bastante poco, artistas como Inma Serrano o Rosana se vieron obligadas a cambiar letras que salían directas de sus corazones para otras mujeres por presión de la industria y –sin quitar culpas– de los propios consumidores. ¿Qué necesidad hay de cambiar los géneros? No nos olvidemos de que el arte debe expresar la realidad de lo que estamos viviendo, y no podemos ignorar a esos chavales que en los años 90 escuchaban a Eminem con sus gorras de DC y sus pantalones cagados mientras chateaban con otros chicos similares por Chat Terra (no existían aún Badoo ni Tuenti).
Hoy, un adolescente que vea, a través de TikTok, a un chaval tatuado ligando con otro en los videoclips de Xarra, ya sea porque le guste esta música a él o a su hermano mayor, puede encontrar las respuestas que muchos nos hemos hecho en ese momento de nuestra vida: no estoy solo, hay gente como yo, puedo ser yo mismo sin esconderme… Son granitos de arena.
En resumen, artistas como Xarrabamba y Trusty pueden abrir camino para que futuras generaciones de cantantes urbanos triunfen con letras sobre (des)amor entre personas del mismo sexo, en este y en otros géneros musicales, donde no es tan común que veamos vídeos como Diablito. Estaremos atentos a sus próximos lanzamientos.