Vuelve a su compañía tras ocho años al frente del Ballet Nacional de España. Antonio Najarro sigue en su empeño de dar toda la visibilidad posible a la danza española.Y en huir de estereotipos tan manidos como vincular el ballet al mundo gay.
«Me gusta el riesgo, la visibilidad, la comunicación. Todo el trabajo que he hecho en el BNE es porque pertenezco al mundo del flamenco, de la danza española, que tiene sus peculiaridades. Lucho al cien por cien por dar una visibilidad culta, elegante, inteligente. Que se nos vea como personas estudiosas, que sabemos comunicar», nos dice, contundente, cuando hablamos con él para que nos cuente cuáles son sus nuevos retos al retomar su propia Compañía Antonio Najarro.
«Hay que dejar de vincular la danza al mundo gay, los gais estamos en todas las profesiones»
SHANGAY ⇒ ¿Montar una compañía propia es un sueño o una pesadilla?
ANTONIO NAJARRO ⇒ Fue una pesadilla cuando la monté por primera vez en el año 2000, antes de dirigir el Ballet Nacional de España. Fue un trabajo titánico, con muy pocos medios. Tenía que hacerlo absolutamente todo: la prensa, el vestuario, viajar, buscar promotores internaciones. Ahora, retomarla, ha sido un placer, sinceramente.
Antonio Najarro retoma su compañía y lo hace reestrenando Alento, una de sus coreografías más aplaudidas. [Foto: Luis Saguar]
SHANGAY ⇒ Pero lo haces en un momento muy complicado, con todas las medidas sanitarias y la sangría que eso supone para los productores, con tan poco aforo…
ANTONIO NAJARRO ⇒ Por supuesto que está siendo muy complicado ahora por la situación. Por ejemplo, en aspectos como la contratación internacional, que está totalmente parada. Pero yo he querido estrenar en plena pandemia. Y hemos tenido muchísimo éxito. Soy absolutamente consciente del momento en el que estamos, por lo que no me puedo quejar. Pandemia, pero la cultura es segura. Estrenar en plena pandemia es harto complicado. Hemos hecho un trabajo muy concienzudo. Soy de la junta directiva de la Academia de las Artes Escénicas, que preside Jesús Cimarro. Él ha tenido un trato muy constante con todas las asociaciones relacionadas con el espectáculo. Y nosotros, los artistas, tenemos clarísimo que los teatros son actualmente uno de los sitios más seguros que hay. En las salas se sigue de manera muy rigurosa el protocolo de limpieza, el distanciamiento entre butacas… Lo que considero inaceptable es que no se haya fomentado a nivel institucional, a nivel de Gobierno. Que desde el principio no se haya dado altavoz a la afluencia segura del público a los teatros. Hemos visto en los medios y en las redes sociales la típica foto de personas como sardinas en conserva en un avión, en un tren o en un autobús. Hace nada estuve tres horas y media metido en un AVE absolutamente lleno, casi el doble de la duración de un espectáculo. Con eso a nosotros nos hierve a la sangre porque, además, estamos dando trabajo a muchísima gente. Ya no somos solo los creadores o los directores de compañías, sino todo el personal técnico, el de sala… Son muchas familias que dependen de la gente que apoya o vive de las artes escénicas.
SHANGAY ⇒ Pero eso está cambiando…
ANTONIO NAJARRO ⇒ Poco a poco la gente ha ido tomando conciencia. De hecho, estamos llenando todas funciones. Pero necesitamos más apoyo para que la gente vaya al teatro, porque realmente es un lugar donde no se han producido contagios. Hay que visibilizarlo.
SHANGAY ⇒ ¿Cómo recuerdas tus ocho años al frente del Ballet Nacional de España?
ANTONIO NAJARRO ⇒ Sinceramente, para mí entrar en el Ballet Nacional con 35 años fue una gran sorpresa. Un gran sueño. Nunca pensé que con esa edad iba a ser nombrado director del Ballet Nacional. Han sido ocho años en los que, si ahora mismo echo la vista atrás, pienso que he estado metido en una verdadera centrifugadora. Me he dado cuenta ahora. Eran catorce o quince horas diarias sin parar. Estudiando nuevos espectáculos, actividades de concienciación pedagógica para los colegios, creando videojuegos, solidarizándonos con grupos con diferentes tipos de discapacitados, llevando a mis bailarines a desfiles de moda, haciéndoles partícipes de las mejores sesiones fotográficas que se han hecho hasta ahora en el Ballet Nacional, montando espectáculos de nueva creación junto a otros de repertorio. Han sido un sinfín de actividades hechas por la que era mi obsesión: dar visibilidad al BNE; comunicar, comunicar, comunicar… He dado muchísimas conferencias por todo el mundo, y a todo tipo de público, como a cargos directivos de Telefónica que querían saber cómo se dirigía a un equipo de cien personas en el que las sensibilidades y los egos están a flor de piel, querían saber cómo era la estrategia de dirección. Eso interesaba a grandes empresas que no tienen nada que ver con la danza o con las artes escénicas. Era algo súper interesante.
SHANGAY ⇒ Y con momentos muy complicados…
ANTONIO NAJARRO ⇒ Ahora echo la vista atrás y claro que he vivido momentos muy difíciles: huelgas, la gran crisis económica de 2013… Pero veo todo lo conseguido y tengo una sensación no solo de satisfacción, sino de tranquilidad. Si por algo he luchado siempre en mi vida es por dar lo máximo de mí en cada momento, para que cuando sea un viejecito pueda ver que he hecho todo lo que ha estado en mis manos. Y que no he desaprovechado el tiempo, que es algo que me da mucho vértigo, mucho miedo.
El bailarín insiste en que hay que recalcar que la cultura es segura y que hay que ir a los teatros. Él está feliz con el éxito de Alento. [Foto: Luis Saguar]
SHANGAY ⇒ Háblanos de Alento…
ANTONIO NAJARRO ⇒ Es una coreografía que monté para el BNE en 2015. De bastante riesgo en todos los sentidos: estético, de elección de música, de vestuario. Sabía que a lo mejor no les encajaba a todos los seguidores de una estructura como el Ballet Nacional. Pero la quise hacer. Lo que quería en aquel momento era aunar en 45 minutos –que era lo que duraba en aquel momento– lo que era mi bagaje. La danza estilizada, el uso de la danza española de la manera en la que lo hago, vestir a mis bailarinas con trajes de noche, que hizo para ese momento Teresa Helbig, que nada tiene que ver con la danza española… La música se la encargué a Fernando Egozcue, que hace composiciones muy jazzísticas, con connotaciones de tango argentino. Era como querer sacar un poco la danza española de su zona más reconocida, digamos de confort. Darle unos guiños de jazz, de blues, de soul, de danza contemporánea, con castañuelas haciendo toques inusuales… Intentar dar una visión un poco diferente. Y descubrí que, pese a este gran riesgo, la gente se volvía loca. Lo pedían sin parar. En Japón, por ejemplo, pusieron como requisito que para volver la temporada siguiente teníamos que incluir Alento en la programación. La gente se emocionaba viéndolo. Y eso para mí es lo primordial.
«En esta revisión de Alento hay nuevos números coreográficos y musicales con respecto a la del estreno de 2015 para el Ballet Nacional»
SHANGAY ⇒ ¿Por eso has vuelto a ella? ¿Hay cambios?
ANTONIO NAJARRO ⇒ Cuando dejé el BNE y volví a mi compañía privada, quise retomarla. En este caso, encargué el vestuario para el hombre a Oteyza, con quien había hecho un desfile para la Fashion Week de Madrid en el Teatro Español. Los diseños del vestuario son también de Víctor Muro y Rosalía Najarro. Lo estrenamos en julio en el Festival de Granada reponiendo la coreografía original, pero añadiendo nuevos números coreográficos y musicales. Y hemos tenido muchísimo éxito. En 2021 tememos una gira importante, y espero que el mercado internacional –que está muy parado porque nadie se arriesga a comprar billetes y alojamientos para una compañía tan grande– se reactive. Estoy seguro que en 2021 se va a ir animando.
Un momento del espectáculo (que tiene figurines de Teresa Helbig, de Oteyza, de Víctor Muro y de Rosalía Najarro, como este rojo que vemos en la foto) para los bailarines. [Foto: Fermín Rodríguez]
SHANGAY ⇒ El baile español tiene muchos seguidores gais y del mundo LGTBI, pero también en sus orígenes puede tener cierto tufo homófobo…
ANTONIO NAJARRO ⇒ ¿Sabes dónde creo que está la solución? Ya no solo en dar charlas a nuestras generaciones, con uso de razón, de que hay que dejar ya de vincular la danza u otras profesiones al mundo gay. Los gais están, estamos, en todas las profesiones, por todos los lados. Hay que dejar ya de vincularlo a una persona que se dedica a una profesión donde se requiera tener una sensibilidad, no digo diferente, ni siquiera especial o necesaria para desarrollar esa profesión. Eso está ya obsoleto, hay que olvidarse de eso.
«El hombre no debe tener miedo a ser sensible. En esta libertad de expresar la emoción, independientemente de la tendencia sexual que se tenga, está la forma de hacer evolucionar a una sociedad»
SHANGAY ⇒ ¿Y cómo se puede hacer?
ANTONIO NAJARRO ⇒ Hay que activar a los niños, ir a los colegios, enseñarles lo que es la danza española, llevarles castañuelas, zapatos. Traerlos a la sede del Ballet Nacional de España. Yo lo hice y muchos de esos niños se pensaban que solo iban a ver a bailarines en mallas, marcando paquete y haciendo movimientos afeminados. Y lo que han descubierto son bailarines que dominan numerosos estilos de la danza, que zapatean, que pueden ser muy versátiles… Y han alucinado. Luego, esos mismos niños han arrastrado a sus padres al teatro para ver al BNE. Y han sido esos padres los que después han venido a verme al camerino y me han dicho: «Dios mío de mi vida, habéis conseguido cambiar mi percepción y creencia de lo que era la danza». Luego, esos padres han apuntado a sus niños a academias de baile. Como estrategia es muy positiva: es más fácil que los niños arrastren a sus padres, y me refiero a padres que tengan una visión cerrada, homófoba. Los niños los arrastran llevados simplemente por la emoción. Yo en todas mis entrevistas lo que intento es animar a que el hombre no tenga miedo a ser sensible, porque considero que en esta pérdida de miedo, en esta libertad de expresar la sensibilidad y la emoción, independientemente de la tendencia sexual que se tenga, está la forma de hacer evolucionar a una sociedad. De convertirla en algo con más criterio, decisión y hacerla, en definitiva, más interesante.