Crítica. 'Atraco, paliza y muerte en Agbanäspach', teatro sin complejos en el CDN

Temas: CDN, Centro Dramático Nacional, Crítica, Teatro

Cuesta trabajo encuadrar en cualquier categoría conocida Atraco, paliza y muerte en Agbanäspach, la última aventura creada, dirigida y protagonizada en el CDN por Nao Albet y Marcel Borràs, una pareja de treintañeros que ya dejaron claras sus intenciones revolucionarias hace cuatro años con Mammón.

El peculiar lenguaje de Albet y Borràs es un fenómeno pocas veces visto; teatro sin complejos que se salta convenciones y bucea en los recursos escénicos para contar historias desde originales puntos de vista.

En Atraco, paliza y muerte en Agbanäspach mezclan metateatro y buen humor para relatarnos su proceso creativo; en el que cuentan cómo han llevado a cabo el proceso de escritura, interpretación y readaptación in situ del atraco de un banco.

La factura es impecable, reinventando el espacio, con la ayuda del escenógrafo José Novoa, para ofrecer un inmenso espacio que, como si en un circo de tres pistas se tratara, consigue derivar la acción desde las diferentes oficinas del banco a las casas y oficinas de los implicados.

Solo por este atrevido imaginario ,Atraco… es una pieza única, pero la sorpresa continúa cuando la bien medida y creíble actuación de la pareja de enfants terribles se encuentra con el personaje de Maria Kapravof. Una rebelde del novedoso movimiento artístico llamado (re)productivismo, interpretada por Irene Escolar, que demuestra por qué está a la cabeza de la interpretación teatral española contemporánea.

Con su divertido y controlado juego con los idiomas, ruso e inglés con marcado acento del este, Escolar modifica el desarrollo de la función para huir de los caminos capitalistas establecidos, salir de los grandes circuitos y entrar en una nueva era.

Todo son metáforas en esta locura, que cuestiona los esquemas del teatro y nos ofrece sorpresa tras sorpresa. Sirvan como ejemplo el aria de la ópera Tosca que se marca la consagrada soprano Alina Furman o la inesperada aparición del gran director Mario Gas en los últimos compases de este Atraco.

Nuevos realizadores apuntalados por mitos de nuestra escena, algo digno de disfrutar; una experiencia única de las que ganan adeptos entre el público más joven, al que quizá todavía le cuesta añadir el teatro a su lista semanal de tareas.

⭐⭐⭐⭐⭐