Manual básico de lengua de signos para romper corazones, de Roberto Pérez Toledo, cuenta una historia de amor entre dos chicos. Lucho (Carlos Soroa) es sordo, y Jaime (Enrique Cervantes) tiene mucho que contarle. Es invierno, y los dos acaban de conocerse. El primer flirteo en un centro comercial ha desembocado en un paseo por las calles de Madrid y, después, sus pasos les encaminan hacia el piso de Jaime.
Es evidente que se gustan, y Jaime se esfuerza por vocalizar mucho para que Lucho descifre sus labios. Pero Lucho prefiere usar los labios, los suyos, para besar a Jaime…
Los protagonistas de Manual básico de lengua de signos para romper corazones parten de unos personajes creados por el autor de la obra para su cortometraje Sí a todo, y él mismo decidió llevarlos al teatro. “Esta es una historia de amar, desamar y volver a amar, mientras descubres quién eres e inevitablemente cambias en el proceso”, contó en su día, cuando se estrenó, el tristemente desaparecido Roberto Pérez Toledo.
Además de ser una comedia romántica, el texto de Roberto Pérez Toledo nos ofrece una reflexión en torno a otros temas universales, como el miedo a la edad adulta y el crecimiento personal para encontrar nuestro sitio, así como la complejidad del lenguaje emocional.
Lucho y Javier descubrirán que lo que les separa no tiene nada que ver con su discapacidad ni con barreras de comunicación. “Esta es una historia sobre personas, sin más. Personas imperfectas, con sus claroscuros y sus contradicciones”, afirmaba el autor cuando la presentó.
Esta propuesta supone además un paso al frente en cuanto a lo que supone la integración de las diversas capacidades, no solo para darles visibilidad en el teatro, sino en la forma de narrar la historia, ya que todo lo que se cuenta baila constantemente entre la palabra oral y la lengua de signos con sobretítulos.
Carlos Soroa, Enrique Cervantes, Emma Vallejo y Jonás Torres, dirigidos por Edgar Córcoles, dan vida a los personajes de esta historia, dos de ellos con discapacidad auditiva. Roberto Pérez Toledo afirmó antes de su estreno –en el Centro Dramático Nacional, donde también la dirigió– que no veía ninguna dificultad a la hora de trabajar con actores con capacidades diferentes: “Son solo prejuicios; yo mismo voy en silla de ruedas y nadie tiene que ser tratado de manera diferente», decía. «He dirigido a Carlos como a cualquier otro actor, y mi trabajo es el mismo a la hora de dirigir, solo es necesario tener un intérprete de lengua de signos y accesibilidad”.
A lo largo de su carrera como guionista y director de cine, Roberto Pérez Toledo recibió múltiples galardones, entre ellos el Premio Honorífico del LesGaiCineMad por su aportación al cine que visibiliza la diversidad sexual.