Capítulo 48
“Ya duele y aún no ha empezado otra vez”
Una vez, borracho, miré un asiento vacío del metro pensando en alguien que necesitaba pero que aún no existía. Aquel día dejé a mi novia, así que imaginad todo lo que ha cambiado desde entonces. Esta vez estoy mirando un número de teléfono, pero el sentimiento es el mismo.
¿Por qué es más fácil subir a casa de un desconocido y follártelo que llamar a esa persona con la que ya has dormido abrazado? Será porque sé que me tiene bloqueado. Será porque sigo teniendo las mismas dudas, las mimas inseguridades que aquel día en el vagón. Será que sigo sin llenar el vacío por más tíos que me sonrían después de hacer que me corra. Ninguno tiene su sonrisa. Será porque el que me lleva ignorando meses es él, y parece que me duele el ego por pensar que no me lo saco de la cabeza.
Pensando en la primera vez que me corrí contra el capó de un coche, en la primera vez que hice un trío, aunque aquella noche… todo salió tan mal. Siempre que llego a ese recuerdo me pasa lo mismo. Algo dentro de mí grita, como cuando te acuerdas de un momento ridículo que viviste delante de gente y te avergüenzas tanto, tanto que te sigue doliendo dentro y deseas arrancártelo de la cabeza, olvidarlo para dejar de torturarte. Pero no, no puedo olvidar su cara mientras me levantaba del sofá y cerraba la puerta después de que se sincerara conmigo. Su cara cuando nos vestimos con aquella ropa empapada después de follar en la ducha de un chill, y me dijo que ya nos veríamos. Y nunca más nos vimos. Y he deseado, deseado de verdad que nos volviéramos a encontrar, que nos cruzáramos como aquellas primeras veces. Verle por la app, en cualquier lado, he vuelto a entrar en la sauna solo por si estaba. Pero como la primera vez que algo nos unió parece que ahora no quiere que nos encontremos. Y, en el fondo, sé que es él. Él no quiere. Ya me lo dijo, aunque sigo sin entenderlo.
Vuelvo a bloquear el móvil. Lo aprieto con fuerza y termino cerrando los ojos. ¿Qué puedo hacer? Será que otra vez me he cansado de la aplicación, de los tíos que me vacilan y de los líos en que me meto por no entenderme con ellos. Será porque solo con él estuve cómodo, cómodo de verdad para hacerlo todo. Todo. Todas las fantasías, una por una… ser un bestia, hacernos vibrar, viajar en la cama hasta que no pudimos más… ¿Tan mal lo hice? ¿Tan malo fui? ¿Tan malo soy siempre que parece que no me entero de nada? No me considero una mala persona, no me considero malo en general… soy un cerdo, como todos. ¿Será que no sé cuándo parar? Él no quería parar. No quería. ¿O sí? A lo mejor sí…, y no me di cuenta a tiempo. Será ese mi problema. ¿Será el que llevo buscando tanto tiempo? Y hoy, lo que de verdad me pasa es que no sé cómo volver a empezar.
Miro el móvil. Mi mano ha apretado la pantalla táctil aún sin desbloquear. Está llamando. Le estoy llamando a él. Cuelgo enseguida. ¿Lo ha cogido? No. ¿Ha llegado a sonar? No lo sé, joder. ¿Cuántos tonos ha dado? Joder, joder.
Pasa la tarde, no me despego de la pantalla. Pero nada. ¿No lo habrá escuchado? ¿Lo ignorará? Será mejor dejarlo para otro día, para la próxima crisis. Me meto en su conversación un momento, por volver a verla. Sin más. Porque ya la tenía abierta y la estaba releyendo antes. Y de repente ahí está; su foto ha vuelto a aparecer. Me ha desbloqueado. ¿Y ahora qué, le hablo yo? Dios, ya duele… y aún no ha empezado otra vez.
‘RELATOS GAIS (DES)CONECTADOS’
BREVES RELATOS homoeróticos de ficción ESCRITOS POR el periodista pablo paiz
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FOTO: MANO MARTÍNEZ