Es la directora general del grupo que edita, entre otras, la revista Semana. Pero Tania Martínez lleva 25 años trabajando en prensa. Especialmente –hasta que llegó a coger las riendas de esta histórica revista del corazón– en la que está etiquetada como ‘prensa masculina’. En realidad es financiera, le apasionan los números, llevar las cuentas. Dos mundos que para ella no solo no son incompatibles sino que se complementan muy bien. Ahora da un nuevo salto y se pasa a la escritura con 50 a mis espaldas y a mí me importa un bledo, editada por HarperCollins.
Una editora, profesional del marketing y las cuentas, a la que ‘le pica’ otro sector de la edición, el de los libros: “La verdad es que sí, pero me ha venido bastante de sorpresa. Yo escribía cuando tenía como 11 años, eran cuentos, poemas… Pero no había vuelto a hacerlo. Y la pandemia me trajo eso, volver a escribir”, nos dice cuando viene a vernos a Shangay para contarnos todo sobre este libro que lleva por título una de las estrofas de ¿A quién le importa?, el himno de Alaska, que es también del Orgullo. Todo queda en casa.
Escribió 50 a mis espaldas y a mí me importa un bledo durante el confinamiento. Al menos, el germen de lo que ahora acaba de imprimirse y salir a la venta: “Nunca pensé en escribir un libro. Todo empezó cuando falleció mi padre, que estuvo enfermo de Alzheimer desde los 60 años. Cuando enfermas tan pronto dicen que puede haber un componente genético. En el confinamiento, como tenía más tiempo, empecé a buscar documentación sobre el tema. Y encontré mucha a nivel científico, porque me apunté en cursos online en Estados Unidos, Australia… Empecé a escribir sobre el tema, y le fui dando como una forma de cuento. Pero lo hice para aclararme yo, porque tenía tantas referencias médicas… Limpié todo eso y se quedó un boceto. Pensé, voy a mandarlo a una editorial para ver si esto vale para algo o no. Pero sin idea de nada. Y HarperCollins me dijo que sí. Además, como hay un punto en las mujeres con 50, con todo el tema de la menopausia, por los estrógenos, que somos más propensas a tener ese tipo de enfermedades…, pues aquí estamos… Pero luego ya le dimos un aire un poquito más cañero”, bromea.
[Vídeo Pablo Carrasco de Juanas]
Pese que en el origen de esta aventura viene de un tema triste, el fallecimiento de su padre, ella tuvo muy claro el enfoque que quería darle: “Es un libro muy positivo. Las mujeres, a partir de los 50, como que perdemos un poco de visibilidad. Nos sentimos un poco…, pues eso, que no estamos en los cánones de belleza, que engordamos más… Si tienes hijos ya se han ido de casa, o tus padres comienzan a faltar. Empieza a cambiar toda tu vida respecto a lo que estás acostumbrada. De repente comienzas a hacer de nuevo cosas que llevas mogollón de tiempo sin hacer. El comentario es ‘y esta loca, ¿ahora qué hace a los 50?’. Por eso es un libro de que has llegado hasta aquí, has hecho un montón de cosas, algunas bien, otras no tanto, y es el momento de recuperar esas ilusiones que ahora igual sí te puede permitir”.
¿Puede haber alguna similitud entre eso que nos está contando, con el mundo LGTBI, en concreto el gay, en el que también hay muchos estereotipos desde físicos hasta estéticos y sociales? ¿Un gay de 50 puede tener también ese miedo a envejecer, a verse ‘desplazado’?: «Creo que la prensa, la sociedad en sí, te fuerza un poco a eso. A intentar volver a ser joven, a aparentar que tienes 20 años. El libro va un poco de ‘no, tienes la edad que tienes y siéntete bien con ella’. Hay veces que tienes que adelgazar, o dejar de beber, pero más por salud que por otra cosa. Pero eres como eres y tienes que sentirte orgullosa de ello. Seas o no seas del colectivo LGTBI. Es algo que nos pasa a todos. Este libro está escrito sin pensar en etiquetas de género. Nunca me han gustado, y ahora, a mi edad y en estos tiempos mucho más abiertos, mucho menos”, asegura.
[Fotos: Miguel Ángel Fernández]
Llegar al medio siglo, a los míticos 50, es algo que a Tania Martínez no le impone nada. “Todavía no los he cumplido… pero me van a imponer cero. Es más, ¡tengo muchísimas ganas de cumplirlos!”, nos dice esta financiera que está enamorada de los medios de comunicación impresos: “Es que ni siquiera vengo del mundo del marketing, soy economista pura y dura, ¡financiera total! Pero lo que pasa es que sí llevo 25 años entre periódicos y revistas. No sé qué tienen que enganchan. Tienen un… [se lo piensa un rato], son muuuuuy divertidos. Y te permiten, a la vez, acceder a cosas a las que el resto del mundo no puede. Cuando he estado en Marca, en El Mundo, en Expansión, ahora en Semana y en la revista ¡Viva la vida!…, ves las cosas como por detrás, y eso mola. Y hay gente muy interesante. Es un mundo que fascina, pero también un lobby muy marcado. Los periodistas –y he estado muchas horas en redacciones – sois en general muy de grandes egos. Te encuentras con gente muy divertida, muy culta, entre la que he hecho grandes amigos, pero hay momentos en los que los egos, bueno, pues tienen su ‘puntito’. A mí siempre me ha tocado más lidiar la parte más económica, de gestión. Hay veces que esos egos con esa parte económica no enlazan tan bien…”.
Ha sido mujer jefa en el mundo de la prensa etiquetada como ‘masculina’, y eso no debe ser fácil: “Es cierto, ya te he dicho que no soy muy partidaria de esas clasificaciones por género, pero sí que es cierto que es una prensa que tradicionalmente se considera ‘masculina’ y siempre me he movido en ella, y ahora llevo ya unos años en Semana, que se considera ‘femenina’, otra etiqueta”. La retamos directamente: Pues vente a Shangay. La respuesta, también directa: “Uy, me encantaría, además es que creo firmemente que este tipo de revistas son, sin duda, las del futuro”.
En un mundo ‘etiquetado’ como ‘de hombres’ ha tenido que hacerse valer. Sobre todo en años pasados en los que las cosas eran algo más complicadas. Es una mujer que siempre se ha dejado ver subida a un tacón. ¿A los 50, ha llegado la hora de bajarse de ellos? “Yo me he subido mucho al tacón porque, como decías antes, en muchas ocasiones me ha tocado ser jefa en un mundo de hombres. Y te subías un poco a esos tacones como para sentirte más empoderada, que ahora está más de moda, pero hace 25 años no. Pero creo que ahora llega el momento de ponerte lo que quieras, una zapatilla o un taconazo porque te quieras sentir guapa o, simplemente, porque te gusta. De hacer lo que quieras”, nos dice subida a un taconazo, por supuesto. «¡Es que estoy de promoción!», bromea.
Quizás ahora, ya con el libro impreso y en las librerías, tras veinticinco años imprimiendo periódicos o revistas, quiere volver al origen y dedicarse a los números: “No, ya no. Me gustan mucho los números, son mi pasión. Pero este mundo me gusta más. Me encantaría jubilarme en él. Veamos cómo evoluciona todo. En esta profesión se hacen amigos para toda la vida. Es gente con la que creas muchos vínculos. También es verdad que pasas muchas horas. Hay competencia, pero más a nivel de grupos editoriales”.
Hay tan poca competencia personal que esta entrevista es el mejor de los ejemplos de ello. Fue mi súper jefaza en los que fueron los peores años profesionales de mi vida. Y esa situación, compleja para ella, en la que tuvo que tomar decisiones empresariales, que no personales, fue la que creó una amistad que se ha ido enriqueciendo hasta hoy.
[Foto, Joan Crisol; peluquería, Manuel Zamorano; maquillaje, Noa López]
Está al frente de Semana, histórica revista del corazón española con más de 80 años a sus espaldas. Podríamos decir que a Semana le importan tan poco los 80 como a Tania los 50. Ahí sigue, en la brecha. Queremos saber cómo ve una ejecutiva de las cuentas el mundo del papel couchè de hoy: “Me gusta mucho el mundo del corazón, desde pequeña, como lectora. Pero echo un poco de menos un poquito de glamour. Me habría gustado haber estado en esa época de los grandes personajes. Ahora es un poco más el famoso más cercano, quizás más de andar por casa, que puede sentir lo mismo que sienta yo. Pero lo otro molaba. Eso creo que lo hemos perdido”.
Quizás en el periodismo pase como en el mundo de las actrices, que no hay papeles importantes para las mujeres de más de 50: “Creo que hay un salto generacional muy importante, y más con las nuevas tecnologías. Pero también creo que aquí no hemos sabido, como en mundo anglosajón, aprovechar lo mejor de los dos mundos, donde tienen jefes más de la antigua hornada pero dejan paso a la gente joven… Es decir, gente que es muy rápida en redes sociales, en hacerte un ‘tiktok’ en un segundo, en comunicar de esa manera, pero que no sabe contar bien esas historias porque no tienen el bagaje para hacerlo. Pienso que no son mundos incompatibles, y habría que aprovechar lo mejor de ambos”.
Debe deser extraño tener en las manos, ver impreso, un libro y no una revista o un periódico. Encima escrito, que no ‘fiscalizado’ para que sea rentable, por ella. Por primera vez se pasa al otro lado del río, e igual así entiende a todos esos periodistas a los que antes ponía cortapisas económicas: “Sentí mucha emoción. Como que no me creo que es una especie de pequeño hijito”.
¿Qué dirán ellos, los ‘otros’ hijos, los de verdad?: “Lo han flipado. Porque cuando empezó este tema era un poco como ‘buah, a esta ahora le da por escribir’. Y fue una lección de ‘oye, si lo intentas, igual puedes’. No se lo creían”. Como canta Alaska, «la gente me señala, me apuntan con el dedo. Susurra a mis espaldas, y a mí me importa un bledo. Qué mas me da, si soy distinta a ellos. No soy de nadie, no tengo dueño…».