Miguel de Molina al desnudo es un espectáculo cuyo éxito parece no tener fin. Son ya más de ocho años los que lleva Ángel Ruiz metiéndose en la piel de un artista único e irrepetible, uno de los grandes de la copla.
Ángel Ruiz, autor del texto, estará acompañado por César Belda al piano, con la dirección de Félix Estaire. Miguel de Molina tuvo que huir de España tras la guerra civil debido a su nada oculta homosexualidad, y es por ello que resultarán muy especiales las funciones que a finales de marzo harán de este espectáculo en Buenos Aires, ciudad en la que vivió muchos años y en la que falleció en 1993.
De Miguel de Molina al desnudo hay previstas tres funciones en el Teatro Picadero de Buenos Aires: los miércoles 23 y 30 de marzo a las 21,30h y el jueves 31 de marzo a las 20h.
Para celebrarlo, recuperamos la entrevista que realizamos a Ángel Ruiz en 2014, en la que nos contó qué significaba para él un espectáculo tan especial, que regresaba a Madrid tras una triunfal primera temporada. Ha llovido, pero todo lo que cuenta en él el artista mantiene su vigencia. Porque el homenaje que supone esta obra para el genial Miguel de Molina permanece intacto.
“Ya me tocaba”, afirma con una gran sonrisa Ángel Ruiz. El cantante y actor llevaba muchos años sembrando, es uno de los secundarios de lujo de nuestro teatro y durante más de un año triunfó como protagonista único de Miguel de Molina al desnudo. Un auténtico fenómeno, con el que reivindica la figura del mítico artista gay, y que ahora recupera con un nuevo montaje, producido por La Zona y dirigido por Félix Estaire, que estrena en el Teatro Rialto, en plena Gran Vía madrileña. “Salvo el texto, el pianista [César Belda] y yo, todo lo demás es nuevo. Es un espectáculo mucho más cuidado plásticamente, y me permite ahondar más en el personaje”.
«El personaje sigue envolviéndome y fascinándome»
A raíz del estreno de la primera versión de este espectáculo –con el que estuvo durante un año embarcado en una intensa gira–, Ruiz pasó de la noche a la mañana de ser un artista cuyo nombre quizá solo identificaban de inmediato quienes conocen su larga trayectoria en el cabaret y en el teatro –ha trabajado en musicales como Los productores, Scaramouche, Follies y varias zarzuelas, y hace dos veranos hizo un fantástico Don Mendo en Los Veranos de la Villa– a ser por fin reconocido por un público masivo.
“Fue al leerme su biografía, Botín de guerra, cuando descubrí la auténtica dimensión del personaje. Es un ejemplo de libertad y valentía tremendo. El hecho de que no ocultara en ningún momento su homosexualidad resulta de lo más moderno. Llama la atención que allá por 1934 surgiera en el mundo de la copla, un espacio más propio de la mujer, un artista como él, que le dio su impronta y que en muy poco tiempo se convirtió en competencia directa de Concha Piquer”.
La admiración que siente Ángel Ruiz por el intérprete no le ciega: “No tenía una gran voz ni era un gran bailarín, pero cuidaba tanto los detalles y tenía un concepto del espectáculo tan increíble que la gente se quedaba boquiabierta. Si hubiese nacido en los 60 en Estados Unidos se habría llamado Madonna. Y no era un folclórico, sino un artista”.
“EL HECHO DE QUE NO OCULTARA EN NINGÚN MOMENTO SU HOMOSEXUALIDAD RESULTA DE LO MÁS MODERNO”
Ruiz cantó por primera vez sus canciones en un espectáculo titulado La copla quebrada, y a partir de entonces se planteó crear un espectáculo dedicado por completo a Miguel de Molina. “Quería que fuese sencillo en cuanto a concepto, con solo un pianista y Miguel en escena. Cuenta su historia directamente al público, la cuarta pared no existe. Viene a mostrar lo que fue, a desmentir todo aquello que se dijo sobre él que no era verdad y a quitarse la espinita de no haber sido reconocido en España”.
El actor y cantante se propuso que el público sintiera que Miguel de Molina está vivo y que es realmente él quien cuenta su historia, y está feliz de comprobar que el público lo siente así. “Les llevo por un viaje emocional en el que se pasa de la risa al llanto en un segundo, para que no les dé tiempo a pensar”.
Y en ningún caso se propuso imitar al milímetro al inimitable Miguel de Molina. “Lo mío es una recreación a partir de como yo le veo. Sí me acerco mucho a su forma de hablar y expresarse, porque soy como una esponja y he visto todos los documentos posibles que existen sobre él. Pero cuando canto no le imito, para mí lo interesante era interpretar las canciones a partir de mi concepción musical, así me resulta más fácil emocionar al público”.
No puede estar más orgulloso de lo que está logrando con Miguel de Molina al desnudo. “Lo que me mueve es el deseo de hacer justicia a un personaje y, por ende, a toda una historia de este país olvidada. Hizo más por los derechos gais que muchos otros, sin negar nunca lo que era y contribuyendo a la normalización con su actitud”. Ruiz lo considera todo un referente de la lucha contra la homofobia, y también le gustaría que eso se le reconociera mucho más. “Lo triste es que pocos le consideren como tal, y aquí estamos, para intentar que eso cambie”.
“ME MUEVE EL DESEO DE HACER JUSTICIA A UN PERSONAJE Y, POR ENDE, A TODA UNA HISTORIA DE ESTE PAÍSL OLVIDADA”
Con la de anécdotas que está viviendo con este espectáculo podría escribir un libro. Hay una que recuerda con especial emoción. “Vino a verme un señor de unos 90 años, solo, que se esperó para saludarme al final. Me contó que había sido amigo de Miguel de Molina, y me enseñó tres fotos dedicadas con él, de 1957. Al verlas pensé ‘Uy, estos fueron más que amigos’. Me dijo que durante el espectáculo sintió que veía al verdadero Miguel, que le llevó a otro tiempo… No podría haberme dicho nada más bonito”.
Volver a montar el texto significa para él estrenar de nuevo, con todo lo que conlleva. “Es el mismo texto, pero a la vez es ya otra cosa, el espectáculo ha adquirido otra dimensión. Es algo que me ilusiona”.
Se reencuentra Ángel Ruiz con un personaje del que se siente muy cercano, y supone una nueva oportunidad de disfrutarlo. “Me enfrento a él con la madurez y perspectiva que da haberlo interpretado antes durante un año”, explica. “Es una oportunidad ideal para ahondar en aquellas cosas que ya había encontrado en él. Es como cuando uno va a terapia; cuando no hay resistencias entras en ciertos lugares con una profundidad que igual antes no alcanzabas”. La ilusión es la misma, o más. “El personaje sigue envolviéndome, sigue fascinándome. Y me dejo llevar mucho más fácilmente que antes”.
MIGUEL DE MOLINA AL DESNUDO SE REPRESENTA DEL 23 AL 31 DE MARZO EN BUENOS AIRES