Orliński, del break dance a una inmensa (y mística) noche barroca que nos llevó del Teatro Real al cielo

El contratenor polaco sigue rompiendo moldes desde que deslumbró al mundo cantando a Vivaldi en bermudas en Aix-en-Provence. Y sí, bailó break dance en el escenario.

Orliński, del break dance a una inmensa (y mística) noche barroca que nos llevó del Teatro Real al cielo
Nacho Fresno

Nacho Fresno

Plumilla poliédrico -escondido tras una copa de dry martini- que intenta contar lo que ocurre en un mundo más absurdo que random.

24 abril, 2022
Se lee en 2 minutos

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Jakub Józef Orliński no es un cantante al uso. El famosísimo contratenor –apasionado del break danceestrella de las redes sociales, imagen de exclusivas marcas de moda y habitual de los mejores teatros del mundo– sigue rompiendo moldes desde que deslumbró al mundo con su ¿improvisada? actuación en bermudas y zapatillas con el maravilloso pianista Alphonse Cemin (en chanclas) interpretando Vedrò con mio diletto de Vivaldi en Aix-en-Provence, que arrasó en YouTube.

El Metropolitan de Nueva York, el Covent Garden de Londres, el festival de Glyndbourne… son solo algunos de los teatros en los que este grandísimo cantante seduce al público, no solo con su íntima y exquisita voz, sino con su simpatía y buen rollo. Su debut en el Teatro Real fue la mejor prueba de que la delicadeza de una increíble noche musical no es en absoluto incompatible con desplegar sobre el escenario todas las armas que puede (y debe) utilizar un gran divo de la ópera en el momento actual.

Vamos si lo hizo; vamos si deslumbró, y si cumplió con las expectativas de una grandísima velada de música barroca y del imprescindible show al servicio de la estrella. Una estrella, todo hay que decirlo, que más que su lucimiento personal lo que busca es la perfecta comunión con su público. Esa es su mejor arma y la sabe utilizar a la perfección. Lo comprobamos desde que salió al escenario. Todo ello con un programa de exquisita música religiosa.

Siempre corremos el riesgo de pensar que este tipo de conciertos tienen dos partes y una pausa. Gran error. Estos recitales tienen tres. Las dos primeras están separadas por la pausa, y suelen estar siempre programadas para ir in crescendo; la tercera va de corrido tras la traca final de la segunda. En este caso, las tres resultaron magníficas.

Orliński, del break dance a una inmensa (y mística) noche barroca que nos llevó del Teatro Real al cielo

Jakub Józef Orliński arrasó en su debut en el Teatro Real. Las dos caras del contratenor polaco, arriba en el concierto; abajo, con su look de apasionado del break dance el día anterior en el mismo teatro. [Fotos: Javier del Real]

Orliński, del break dance a una inmensa (y mística) noche barroca que nos llevó del Teatro Real al cielo

En su último disco, Anima aeterna, el contratenor polaco (junto al no menos magnífico Il Pomo d’Oro) grabó obras de Davide Pérez, Johann Joseph Fux, Jan Dismas Zelenka, Baldassare Galuppi, Georg Reutter, Gaetano Maria Schiassi, Giuseppe Porsile, Francisco António de Almeida y Händel. Ese fue el repertorio de las dos primeras partes del concierto en Real.

¿La tercera? las imprescindibles propinas. Con ellas llegó el gran show donde, aparte de obras de Antonio Lotti, Nicola Fago, Gaetano Maria Schiassi, Vivaldi (no podía faltar su ya histórico Vedrò con il mio diletto) y Jas Dismas Zelenka incluyó un ‘pase’ de break dance en un lateral del escenario. Muy grande todo.

Quedarse en esa anécdota sería estúpido. Orliński tiene una maravillosa voz, delicada, exquisita, sutil, que, sin embargo, llena un escenario tan grande como es el del Real. Fue en la segunda parte con Giusto Dio (del compositor portugués Francisco António de Almeida) cuando literalmente nos llevó al Cielo, con mayúscula. Durante toda la primera parte lo rozamos, casi lo vislumbramos y casi entramos en él, pero en ese momento, lo hicimos de lleno. Y ya no salimos hasta el final.

 

Su ‘cierre oficial’ de concierto con Händel (Amen, Aleluja) lo corroboró. Luego, con las mencionadas propinas, llegó el delirio. A la salida, el Teatro Real parecía una fiesta.

El divo, el gran contratenor polaco Jakub Józef Orliński, debutó a lo grande en la segunda noche sin mascarillas en la ópera. Las sonrisas delataban que era de verdad. No había nada fingido. Las emociones ya no se pueden esconder. Y la verdad, tampoco.

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