Confeti de Odio: "Hice 'Hijos del Divorcio' pensando en mi generación y en mi contexto"

Hablamos con Confeti de Odio sobre 'Hijos del Divorcio', su último trabajo, en el que plasma con éxito la melancolía, la tristeza y la rabia.

Confeti de Odio: "Hice 'Hijos del Divorcio' pensando en mi generación y en mi contexto"
4 noviembre, 2022
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Lucas Vidaur empezó a ser Confeti de Odio en 2018, y debutó en el mundo de la música con el EP Llorar de Fiesta. En 2020, año en que empezó la pandemia, sacó a la luz Tragedia Española, un disco independiente que congeniaba con la época que estábamos viviendo. Su estilo, enmarcado en el pop/rock y caracterizado por un toque melodramático, impacta en los críticos y en el público que lo escucha. 

En septiembre publicó su último trabajo, Hijos del Divorcio, un disco más conceptual que viene de la mano de la discográfica Sonido Muchacho. El título del álbum representa a la perfección la esencia del proyecto, enfocado en los conflictos a los que se enfrentan todas las generaciones: el amor, la desesperanza, y lo difícil que es desaprender lo aprendido.

El Coro de los Hijos del Divorcio es la primera canción de este disco que destruye y resquebraja por dentro. Es un comienzo acertadísimo, pues recoge un mensaje clave del proyecto: todos somos hijos del divorcio, todos tenemos traumas, ansiedad y espinas del pasado con las que lidiar. Del disco, esta es la primera canción que compuso, teniendo en mente la idea de hacer un álbum más conceptual que el anterior, “que no fuese todo el rato yo cantando”, explica.

Así, reunió a los niños del coro del colegio Las Veredas y, junto a su productor, Juan Pedrayes, grabó la canción. “Te anuncia lo que va a pasar en el disco, a la vez que también critica mi rollo melodramático. Es una bajada, en plan, ‘oye, no es para tanto’. Es medio graciosa e irónica, medio de verdad. Además, conecta lírica y musicalmente con Mundo Cruel, la última canción”. Si en Tragedia Española Lucas se lamentaba de sí mismo, en El Coro de los Hijos del Divorcio se ríe de él y de su ‘dramatismo’. Los niños le dicen: ‘Lucas, deja de pensarlo. Nadie quiere hacerte daño. No eres el centro del mundo. No importas tanto”. 


La historia del «hijo del divorcio»

El álbum empezó a tomar forma justo después de la publicación de Tragedia española, en plena pandemia. “Estuve un año grabando, haciendo maquetas… Algunas canciones salieron de repente, otras las tenía pensadas desde el principio”. En su cabeza, se imaginaba Hijos del Divorcio como una película: “Hice la casa por el tejado, me salió el título, y a partir de ahí dije, ‘vale, quiero que empiece con un coro, que acabe con una balada… y entre medias, a ver qué hago’. No es una colección de canciones sin más: cada canción está muy medida”.

Y esto se nota. El disco te presenta a un personaje y su crecimiento personal, como si fuese un libro o una película. “Es la evolución de una relación, de cómo se enamora obsesivamente, de cómo está despechado, de cuando se resigna y lo acepta… Es todo muy yo”. De esta forma, cada canción describe una fase de este proceso de duelo, en el que Lucas hace introspección, analiza sus errores, canaliza su rabia y acepta resignado la ruptura y el mundo raro en que le ha tocado vivir. 

Confeti de Odio: "Hice 'Hijos del Divorcio' pensando en mi generación y en mi contexto"

El protagonista de Hijos del Divorcio está basado en el propio Vidaur y en su experiencia personal. A diferencia de artistas como Taylor Swift, que en folklore y evermore creó personajes a los que dio su propia historia, Lucas escribe siempre sobre él mismo: “Nunca he inventado demasiado. Es imposible hablar de algo que no hayas vivido al menos un poco. Si hablas de un personaje que se ha enamorado, vas a hablar de cómo te sientes tú cuando te enamoras. Pero no, en concreto nunca me he inventado una historia. No hay ninguna canción del disco que hable de algo que no me haya pasado”.


Todos somos Hijos del Divorcio

Lo que cuenta Hijos del Divorcio no es una experiencia aislada: es muy fácil identificarse con la historia de Lucas. El propio título llama la atención y conecta inevitablemente con la generación del artista. “El nombre vino pensando en mi generación y en mi contexto. De mis amigos, muchos de sus padres están divorciados, y yo mismo soy un hijo del divorcio. Si tus padres no se han divorciado, la etiqueta también se aplica, porque somos una generación que viene de otra que no sabe hacerlo muy bien. Quería que el título englobase mi sentimiento y el de mis alrededores, de cómo intentamos lidiar con el amor y hacer las cosas bien, con unos referentes igual de perdidos que nosotros”. 

Así, en El Malo Final, Lucas habla del “daño que se hereda”, y en Llamamiento, reconoce que, a veces, el daño que nos hacen se parece al que hemos causado. En este tema también afirma que culpamos a nuestros padres cuando “ellos tuvieron las mismas dificultades”. “Lo que no quiero es que la gente piense que este disco es una crítica a la generación de antes, ni tampoco una justificación”, explica. “No puedes justificar tus actos con las cosas malas que te han pasado. Es entendible que lo hagamos mal, pero hay que intentar hacerlo bien”.

«Nuestros padres tuvieron las mismas dificultades que nosotros»

“A mí me cuesta un montón reconocer que a veces soy yo el que hace daño, porque es más fácil ponerte en el papel de víctima. Si dejas de ser la víctima, entiendes por qué la otra persona te ha hecho mal, y así creo que es más fácil perdonar”, expresa. 


Hay luz al final del túnel

A pesar del tono triste del álbum, entre líneas se lee cierta esperanza. Según el artista, esto viene, en parte, de su propio aprendizaje a lo largo de los años. “Te puedes sumir en la tristeza hasta cierto punto, pero luego tienes que levantar la cabeza. Creo que en este disco se nota más ese intento de estar bien. Hay más canciones de esperanza y aceptación, como El Malo Final o En la Oscuridad. Me hago más mayor y hay un punto en el que no todo es blanco o negro. Es un disco que se mueve mucho en los grises”. 

Este ligero positivismo (aunque Lucas advierte que no quería que el disco sonase como una fiesta), transmite un mensaje de que las cosas pueden cambiar. “Estamos bajos de esperanza y de ánimos”, reconoce Vidaur. “Hemos dado por perdidas muchas causas sociales, como el cambio climático”. El artista detrás de Confeti de Odio cree que lo mejor es “pensar globalmente y actuar localmente”, y nos aconseja: “Intenta poner tu granito de arena en tu comunidad y en tu grupo de amigos. Haz lo que puedas ahí y a la vez intenta disfrutar de la vida, que te vas a morir”.

«Estamos bajos de esperanza y de ánimos»

Así lo expresa en Sálvese Quien Quiera, una narración sobre la situación actual. “No me quería poner moralista”, asegura entre risas, “pero estamos en un mundo en el que defendemos a los multimillonarios; hay gente que afirma ser patriota y luego tributa en Hawaii; estamos todos absorbidos por Tik Tok… Así es normal que nos vayamos a la mierda, pero también hay que decir ‘bueno, aunque todo esté mal, podemos hacer algo’. No estamos solos”.


El Orgullo para Confeti de Odio

En Sálvese Quien Quiera también critica la capitalización de las luchas sociales. Habla, por ejemplo, sobre “el Orgullo en Media Markt”, y asevera que el día del Orgullo es importantísimo. “Odio a la gente que dice ‘¿y el Orgullo hetero dónde está?’. Me parece súper necesario tanto el Orgullo crítico como la fiesta del día después, porque es importante reivindicarse y celebrarse. No me parece bien que el Orgullo esté en Media Markt, claro, por todo el rollo del capitalismo”.

Al preguntarle sobre el mundo drag, reconoce que no está demasiado puesto. “Olaya (integrante de Axolotes Mexicanos), me enseñó un poco Drag Race, ¡pero ni siquiera sé dónde lo echan!”. Aun así, asegura que le encanta Hugáceo Crujiente, concursante de la primera edición de Drag Race España. “Lo he visto en persona e impacta, es muy guay, pero no lo conozco del programa”. 

Confeti de Odio: "Hice 'Hijos del Divorcio' pensando en mi generación y en mi contexto"

«Me parece igual de necesario el Orgullo crítico que el Orgullo festivo»

Se justifica contando que, en general, no le gustan mucho los realities. “No aguanto 40 minutos de preparación, me pasa igual en Masterchef. Mi atención para los realities es súper limitada”. Entre risas, cuenta que el único que ha visto entero es Si es tarta, no es tarta, un programa en el que los concursantes hacen pasteles con formas de lo más aleatorias y el jurado tiene que adivinar si es una tarta o un objeto. Ante nuestra expresión de incredulidad, asegura que, aunque le encanta la estética drag, le interesa más el arte que la realidad. “Me gusta pensar que hay un guion detrás de lo que veo. Me interesa la narrativa, el mundo de las ideas y la fantasía”.

En una entrevista que le hicimos en Shangay en 2020, ya le preguntamos si consideraba que rompía con los roles de género. Su estética se escapa de la típica masculinidad que conocemos, pero él afirma que no lo hace a propósito ni con la intención de apropiarse de nada. “No me encanta la masculinidad, solo intento no pensarlo. No me quiero vender como un soft boy o hacer queerbaiting. Yo tengo mis cosas, mi estética…, y no sé si mis letras rompen con los roles de género».

«No soy un ‘macho fútbol’, creo que eso queda claro. No quiero que nadie piense que hago nada aposta. El maquillaje me encanta, pero también viene de referentes más emo como My Chemical Romance”. Además, manda un mensaje contundente con respecto a este tema: “Tienes que hacer lo que te dé la gana y estar cómodo con lo que te apetezca. Es verdad que cuando creces, te da menos miedo ser menos masculino. Al final, ir con los ojos pintados no significa nada”. 


Las diferencias entre Hijos del Divorcio y Tragedia Española

“He intentado que los dos discos se diferencien en muchas cosas”, nos explica Lucas. “Musicalmente, Hijos del Divorcio es mucho más expansivo y arriesgado. Mientras que Tragedia Española era todo rock, guitarra y batería, en Hijos del Divorcio he metido un coro, electrónica, autotune…, y además tiene un aura más oscura”. 

Vidaur cuenta que pretendía ir un poco más allá en este nuevo álbum. “Quería dar un paso adelante en experimentación. Tampoco es un disco experimental, pero para lo que es Confeti, creo que es algo que no se esperaba”. AUn así, reconoce que ambos trabajos tienen cosas en común, sobre todo en la parte lírica. Pero si Tragedia Española era pura introspección, en Hijos del Divorcio también contempla su alrededor. “Tragedia es solo ‘yo, yo, yo’. Aquí hay mucho más de mi entorno; he mirado hacia afuera para hablar de una cosa que no solo me afecta a mí”. 

Confeti de Odio: "Hice 'Hijos del Divorcio' pensando en mi generación y en mi contexto"


¿En qué se inspira Confeti de Odio?

Hijos del Divorcio bebe de muchísimos artistas. En principio, Lucas quería hacer del disco algo muy emo y grandilocuente, un sonido parecido a la canción Llamamiento. En cuanto al concepto, se inspiró un poco en Black Parade, pero admite que al final lo ha convertido en algo “mucho más personal”. Para Ángel Triste y 80’s y Ojeras tomó como referente a Elliot Smith, uno de sus artistas favoritos. Pero recalca que no quiere “copiar de nadie” y que, aunque tenía muchas influencias, “al final se ha convertido en algo más mío”.

Lucas admite que le encantan otros artistas como Alex Hens, My Chemical Romance y Phoebe Bridgers. “Para Confeti de Odio, me suelo inspirar más en solistas que en bandas. Me fijo en gente que tiene una marca personal. En Confeti se nota que soy solo una persona”. También le influye en cierta forma Axolotes Mexicanos, grupo del que forma parte. Pero asegura que el proceso de escribir canciones es muy distinto al de Axolotes. “En la banda la composición corre a cargo de Stephen, Olaya y Juan. Es cierto que me he inspirado en ellos en la forma de hacer canciones, pero mi proceso es muy distinto”. Así, cuenta divertido que cuando escribe es solo él, “encerrado y odiándome”. “Digo, ‘voy a hacer esto’, y luego, ‘esto es una mierda’… Es una lucha interna”. Para Hijos del Divorcio, por ejemplo, se aisló en la casa de su padre en Segovia. 

«Cuando compongo soy yo, encerrado y odiándome»

Está claro que la tristeza es una de sus musas, pero dice que tenemos «una mala concepción” de ella. “Cuando estoy muy triste no hago ninguna canción. Me inspiro triste, pero compongo contento o, al menos, sereno, cuando ya ha pasado todo. Ahí te acuerdas de cuando estabas mal y lo sacas todo. Al menos yo, si estoy realmente mal, no puedo levantarme de la cama. Con la tristeza se me paraliza el cuerpo”.

Vidaur asegura que le encanta leer y que la literatura ha influido en su forma de escribir. De hecho, en 2020 publicó su primera novela, El tejido de las cosas. “En la música, la literatura me influye mucho, porque sacas emociones reales”. Pero subraya las diferencias entre la música y los libros. “En la música hay unos códigos que creo que se basan en que todas las frases tienen que ser ‘tatuables’. Ojo, yo sigo esos códigos inconscientemente. Es todo muy estado de Tuenti… En el libro, como hay tantas páginas y es tan poco sexy, la gente escribe como la mierda, y eso me parece interesante”.

Lucas cuenta que su libro favorito del momento es En azúcar de sandía, de Richard Brautigan, aunque también le encanta Entrevistas breves con hombres repulsivos, un conjunto de relatos de Foster Wallace que, explica, “habla sobre psicología, depresión y hombres malos”. “Ahora me estoy leyendo La broma infinita (también de Foster Wallace)».

Confeti de Odio: "Hice 'Hijos del Divorcio' pensando en mi generación y en mi contexto"

La música de Lucas hace reír y llorar, enfada y también impacta. “Creo que la música tiene que generar lo que le apetezca al que lo haga, y todo es igual de válido. Hay música hecha para bailar, para llorar, para que te pegues con alguien…”, expresa entre risas. “La mía en concreto…, es como me sale. Me sale decir frases un poco crudas, intento no romantizar mucho la tristeza, aunque luego, sin querer, lo hago”.

Confeti de Odio confiesa no saber escribir ‘tristeza bonita’. “Hay mucha gente que hace tristeza sexy, yo no sé hacerlo. A veces romantizo la melancolía, pero a mí me gusta más la tristeza cruda, la de decir ‘estoy feo, no me he duchado en dos semanas’. Es la tristeza más real, al fin y al cabo. Hay gente que sabe hacer la tristeza de ‘dos días pensando en ti, me voy a perder por Madrid…’, per a mí me sale más la de ‘vaya mierda, estoy feo, estoy triste y roto”. En el amor, le pasa lo mismo: “Yo hago mucha metáfora, como en Estrella, pero me gusta ese punto de crudeza. En el cine, por ejemplo, me encanta el ‘found footage’, las pelis que están grabadas como REC, con las cámaras…, una mentira que parece verdad. Así es como me gusta hacer música”.

No diremos que escuchar Hijos del Divorcio es como ir a terapia, pero sí que ayuda a sentirse comprendido. Lucas Vidaur sabe poner en palabras los sentimientos más crudos y oscuros, aquellos que albergamos en lo más hondo de nosotros. “Hacer canciones es una terapia muy buena. A ver, no te digo que sea terapia en sí, decir eso da bastante asco… Pero cuando estoy contento, leo la letra, y me alegro, porque veo que he estado mal pero que he mejorado y lo he sacado fuera…, sientes que has dicho algo de verdad”.

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