George Tabori, nacido en Hungría aunque nacionalizado británico, fue uno de los dramaturgos más reconocidos del siglo XX. Sin embargo, su obra apenas se ha visto representada en nuestro país, y por eso es una gran noticia que el Teatro de la Abadía haya recuperado Coraje de madre.
Un texto en el que el propio autor cuenta, mezclando emoción, humor y autoficción, cómo su madre, Elsa Tabori, a la que da vida la gran Isabel Ordaz, se salvó de ser deportada a Auschwitz en plena Segunda Guerra Mundial. Un complejo trabajo del que nos habla la propia actriz.
SHANGAY ⇒ ¿Cómo te has enfrentado al personaje?
ISABEL ORDAZ ⇒ Esta es una propuesta muy desafiante, que nos exige mucho. Mi personaje, Elsa Tabori, lleva el recorrido emocional de esta tragedia, mientras que mi compañero Pere Ponce se encarga de la oralidad de la obra. Ha sido duro, pero a mí me ha hecho descubrir partes de mi oficio muy bonitas. Me ha llevado a una misteriosa frontera entre la risa y el llanto, entre las ganas de vivir y la tragedia. Es un sendero muy complicado, pero lleno de satisfacciones.
SHANGAY ⇒ ¿Es duro incluir el humor en pleno Holocausto?
ISABEL ORDAZ ⇒ Sí, ha sido complejo trabajar el equilibrio entre humor, dolor, respeto, y distancia, y al mismo tiempo inmersión… Los hechos en sí son un infierno, esta locura colectiva del nacionalsocialismo, de la Europa del siglo XX, porque no había ninguna razón, esto era un porque sí, una irracionalidad. Por otro lado, la obra tiene esa especie de búsqueda del espectáculo, a veces tiene aires de cabaret, y eso te permite respirar. Nos hemos reído mucho en la búsqueda porque Tabori es muy procaz hablando del sexo de la madre, por ejemplo. Todo busca el mismo objetivo, que es sacudir la conciencia del espectador, dejarlo sin defensas para que luego se dé cuenta del infierno que le están mostrando.
SHANGAY ⇒ ¿Hay ideas de la obra que podemos trasladar a la actualidad?
ISABEL ORDAZ ⇒ Esta es una propuesta continua a la reflexión sobe el otro. El otro siempre es digno, siempre es un ser humano como tú. No somos islas, que decía el poeta. Vivimos con otros, para otros y gracias a otros. Esta obra es el clímax de la locura que sucedió, pero evidentemente están ahí todos esos otros que se pretenden hacer invisibles: los exiliados, los inmigrantes, los que tienen otra sexualidad… Esto no tiene ningún futuro, no podemos volver hacia allí porque somos el otro y con el otro. Tenemos que reeducarnos todos. Por eso necesitamos humor, teatro, cultura, poesía…
SHANGAY ⇒ ¿Por qué el teatro es el espacio ideal para contar esta historia?
ISABEL ORDAZ ⇒ El teatro está más en bruto, es más como la carne cruda, y su manera de afrontarlo no te deja en paz, parece que te vas a deslizar por algo cómodo de la emoción y el sentimiento y, de repente, te mete un zasca a través de un grito, o a través de un oficial alemán que tiene un monólogo absolutamente enloquecido. Además, el teatro no da respuestas, pero hace preguntas.
CORAJE DE MADRE SE REPRESENTA HASTA EL 19 DE MARZO EN EL TEATRO DE LA ABADÍA DE MADRID