Rubén de Eguía: "Me pone cachondo el teatro que va más allá del entretenimiento puro y duro"

Hasta el 18 de junio, Rubén de Eguía actúa en el Teatro María Guerrero de Madrid con 'Paraíso perdido', un espectáculo que por fin ha llegado a Madrid tras una extensa gira por España.

Rubén de Eguía: "Me pone cachondo el teatro que va más allá del entretenimiento puro y duro"
Agustín Gómez Cascales

Agustín Gómez Cascales

He viajado en limusina con Mariah, he tomado el té con Beyoncé, he salido de fiesta con J.Lo y he pinchado con RuPaul. ¿Qué será lo próximo?

8 mayo, 2023
Se lee en 5 minutos

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Paraíso perdido es un espectáculo dirigido por Andrés Lima que se estrenó, con gran éxito, el pasado verano en el Festival Grec de Barcelona.

Es una adaptación, firmada por Helena Tornero y Lima, de un poema épico publicado por John Milton en 1667, y que durante las próximas seis semanas se representa en el Centro Dramático Nacional.

 

Rubén de Eguía Shangay

En Paraíso perdido, Rubén de Eguía –que en su día iba para arquitecto– interpreta nada menos que a Adán, desnudo literal y metafóricamente, en un espectáculo que revisa grandes mitos, recupera las grandes preguntas que se hace el ser humano desde el principio de los tiempos y, a la vez, reflexiona sobre el oficio teatral. Ese que apasiona a este actor catalán afincado en Madrid, y que por tercera vez se presenta en el Centro Dramático Nacional.

«Con 39 años, estoy en el momento de «¡por favor, desnudadme!»

SHANGAY ⇒ ¿Qué destacarías de Paraíso perdido?
RUBÉN DE EGUÍA ⇒ Cuando eres actor y tienes unos añitos [39 en su caso], agradeces que te surja una prueba para trabajar con alguien con quien te hace mucha ilusión trabajar. De Andrés Lima vi Urtain hace mogollón de años, y me flipó. Hay algo en Lima muy juguetón que me apetecía un montón experimentar. Este espectáculo me recuerda diariamente por qué quise ser actor. Se agradece que tenga una visión tan potente a la hora de crear un espacio, en el que todo está tan cuidado, de las luces al sonido. Es un placer subirse al escenario cada noche.

SHANGAY ⇒ Y das vida a Adán…
RUBÉN DE EGUÍA ⇒ Algo que exige un trabajo muy físico. Adán y Eva están reflejados desde la pureza, porque son dos personas que no juzgan, y que no saben ni qué es la muerte. Hasta que muerden la manzana y aparecen el juicio y la vergüenza. Y Adán se pregunta «¿qué hago yo con el rabo al aire?». Como actor me ha venido muy bien ese trabajo tan físico, porque yo soy muy de irme siempre a lo mental.

Rubén de Eguía CDN Shangay

SHANGAY ⇒ A la vez que nos presenta la tragedia de la caída del hombre, sea por el destino o por sus creencias, el espectáculo también se puede ver como una reflexión sobre el hecho actoral, ¿verdad?
RUBÉN DE EGUÍA ⇒ Plantea un juego que se puede pillar o no, todo depende del espectador. Es lo bonito del teatro que plantea ideas de una manera sutil; dependiendo de tu bagaje y de lo despierto que estés ese día, lo entiendes de una manera o de otra. Me encanta que esta obra tenga esa dualidad, y añada capas de preguntas. Me pone cachondo que vaya más allá del entretenimiento puro y duro.

«Los retos siempre me han puesto»

SHANGAY ⇒ Es de suponer que si interpretas a Adán lo haces desnudo en escena…
RUBÉN DE EGUÍA ⇒ Sí, y no es la primera vez, ni mucho menos. Con 24 años, cuando ni había terminado la carrera de interpretación en Barcelona, empecé con un espectáculo de Calixto Bieito [Iceberg. Sinfonía poética visual] en donde solo llevaba un tanga, como si fuera en bolas. Después, en el Teatre Lliure, también salí medio desnudo… En aquel momento decía «no pasa nada, a la juventud la desnudan» [risas]. Lo asumes, porque esta sociedad es así. Y en vez de considerar que las cicatrices del tiempo en cuerpos de mayor edad es algo espectacularmente bello, los vamos tapando…

Cuando a los 26 hice El principio de Arquímedes, y algún otro espectáculo que también exigían desnudos, lo viví de otra forma. Porque no puedes evitar pensar que se te cosifica, que ese detalle pasa a menudo por encima de tu interpretación. Y entré en la etapa de «no quiero salir más en bolas» [risas]. Ahora, con 39, estoy en el momento de «¡por favor, desnudadme!». Así que estoy muy agradecido por este Adán.

'Paraíso perdido' Andrés Lima CDN

Un momento de Paraíso perdido

SHANGAY ⇒ Has trabajado mucho en televisión. ¿Cómo es de distinto el trabajo en una serie?
RUBÉN DE EGUÍA ⇒ Para empezar, ganas más. Con un trabajo así te puedes plantear irte de vacaciones a un país exótico [risas]. A nivel artístico, no tiene nada que ver el teatro con una serie diaria, en la que se va a un ritmo en que no hay espacio para el ego. Hay que sacar un capítulo al día y es un trabajo casi deportivo. Como vengo del deporte, proyectos así los gozo. Y cuando es una serie de prime time, todo se cuida más, porque el presupuesto es mayor. Pero al final, para mí lo importante es estar con un equipo con el que te apetezca currar, estés en una sala de teatro off o en la producción audiovisual más cara.

SHANGAY ⇒ ¿Qué otros proyectos tienes a la vista?
RUBÉN DE EGUÍA ⇒ Lo más inmediato es el monólogo En mitad de tanto fuego, un proyecto brutal, porque el texto de Alberto Conejero es espectacular, y dirige Xavier Albertí, es la quinta vez que trabajo con él. Me parece que formamos un trío genial, y creo que saldrá algo muy potente. Estrenamos en el festival Grec en Barcelona, después vamos al de Mérida y poco a poco se confirmarán más fechas.

Ruben de Eguia Shangay por Miguel Ángel Fernández

SHANGAY ⇒ ¿Impone que sea un monólogo?
RUBÉN DE EGUÍA ⇒ Sí. Pero los retos siempre me han puesto. Trata de la relación entre Patroclo y Aquiles; es una historia de amor, de deseo, de guerra… Es fascinante la visión que aporta Conejero sobre estos personajes que siempre se han considerado héroes y que en realidad eran invasores. Aquí no se salva ni el Tato, son personajes con muchas aristas. Así que estoy empollando como un loco.

SHANGAY ⇒ Menudo viaje en estos meses, de Adán a Patroclo…
RUBÉN DE EGUÍA ⇒ En ambos casos interpreto a dos tíos con una masculinidad muy concreta, en universos paralelos. Eso es muy chulo porque como actor te permite analizar en qué se parecen y en qué se diferencian de uno mismo… Como me enseñó un profesor, en ese punto en que más se aleja de ti un personaje es donde está el personaje. Y resulta muy gratificante crearlo.

FOTOS: MIGUEL ÁNGEL FERNÁNDEZ

PARAÍSO PERDIDO SE REPRESENTA EN EL TEATRO MARÍA GUERRERO (C/ TAMAYO Y BAUS, 4 · MADRID) DEL CENTRO DRAMÁTICO NACIONAL HASTA EL 18 DE JUNIO

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