Nacido en un pequeño pueblo suizo cerca de Ginebra y criado en Madrid, Steven Bernhard lleva los últimos cinco años desarrollando aquí su carrera como creador, centrado sobre todo en la fotografía pero también desarrollando la dirección artística de determinados proyectos, sobre todo relacionados con la música.
Steven Bernhard vio clara desde pequeño su pulsión artística, y poco antes de cumplir la mayoría de edad fue cuando decidió apostarlo todo a su visión. El tiempo le ha demostrado que hizo bien, y ya ha fotografiado a nombres tan conocidos como Manu Ríos, Belén Aguilera, Chico Blanco o Lola Índigo.
Si hasta ahora ha preferido mantener cierto halo de misterio a nivel personal, dejando que sean sus obras las que hablen por él, en esta ocasión Steven Bernhard se abre en Generación selfi para compartir sus historias más personales, perfectas para entenderle mejor como artista.
ENTRE 2 TIERRAS
«Pasé mi infancia, que fue muy caótica, odiando mi nombre. La gente en España no lo pronunciaba ni lo escribía bien, me causaba mucho conflicto. Por suerte, con el tiempo le di la vuelta, lo abracé y ya lo comencé a usar como marca…
Mi padre es suizo, nací allí, pero mis raíces están en Madrid, en mi Carabanchel de toda la vida, donde nos vinimos a los 3 años. De haber pasado tiempo en ambos países, y vivir dos realidades tan opuestas, he aprendido mucho. A los 14 me volví a Suiza, a casa de mis abuelos, para terminar allí los estudios.
La situación familiar en Madrid era un caos total, con mi padre ausente, vengo de una familia desestructurada. Así que me fui a la granja de mis abuelos, literal, rodeado de vacas y sin vecinos, en medio del campo».
SÍ, PERO NO
«En el colegio el insulto más recurrente, ‘maricón’, lo recibí desde pequeño. Cuando yo ni sabía que lo era. Rechazaba la palabra, claro, hasta el punto de que yo mismo la usaba para insultar a otros. Estaba recibiendo bullying, y mi manera de defenderme era negar la realidad, el contexto no me ayudaba. Lo que sí es cierto es que encajaba en la norma, es algo que de lo que siempre he sido consciente, incluso hoy.
Claro, dentro del bullying hay muchas categorías, y el que yo sufrí fue mínimo, estaba muy arropado por mis amigas y no me afectó tanto. Con el tiempo vi que mi posición era de privilegio, la que sigo teniendo como hombre blanco cis homosexual. Salí del armario a los 17, pero con mi familia no hizo ni falta, siempre me han dejado ir por libre. Un día llegué y dije ‘este es mi novio’, sin más».
A POR ELLO
«El arte me sirvió de apoyo creciendo. No tenía referentes en la familia, simplemente nació en mí, y en una época en que no había ni Instagram aún. Empecé utilizando como herramienta la pintura, y después la fotografía. Cuando terminé la ESO, decidí tomarme un año sabático. Mi madre había dejado España y me fui con ella a la ciudad suiza en donde se instaló. De repente, el caos.
Me surge una oportunidad de trabajo en París en la Fashion Week como asistente de un fotógrafo y me voy para allá a lo loco. Empiezo en una agencia, siendo menor de edad, me timan por todos lados, aparece el síndrome del impostor… Me surge otra oportunidad en Nueva York, con 18 recién cumplidos, y allí me cambió la vida. Aprendí lo que era la profesión de verdad al trabajar con agencias y asistir a fotógrafos muy grandes que me ayudaron mucho. Tres meses después, regresé a Europa y dejé los estudios».
DE MADRID… AL ESTUDIO
«Decidí instalarme en Madrid de nuevo porque aquí tengo familia, a mi hermano… Hice un curso de fotografía de moda y belleza, y durante un tiempo estuve muy centrado en formarme. Empecé a hacer contactos y a fotografiar a todo el mundo posible, estaba muy activo a la hora de generar contenido.
Lo importante para mí era crear mi propio estilo y poderlo reflejar en mi proyecto a largo plazo. Cuando pude empezar a fotografiar a celebridades tuve claro que debía intentar llevarlas a mi terreno, proponerles cosas fuera del lifestyle habitual. Fueron surgiendo clientes hasta que empezaron a llegar propuestas interesantes dentro de la industria musical, donde he tenido hasta ahora oportunidades muy importantes a nivel profesional».
NAME DROPPING
«Gracias a mis contactos, me vi fotografiando a Manu Ríos o a Belén Aguilera. El networking me ha funcionado muy bien. Fui desarrollando con ellos una confianza que me permitió proponerles cosas que quizá sus repres nunca habrían aceptado de primeras. He cuidado siempre cada pequeño detalle porque sé el impacto que pueden tener en un trabajo. He fotografiado a artistas como Lola Índigo, Chico Blanco, Dani Sabater, E’Femme… También he currado en la dirección creativa de proyectos.
La moda al principio me interesaba muchísimo, pero no sentía que mi estilo encajara con las propuestas que recibía de las agencias, así que de momento prefiero disfrutar de la etapa de creación en la que estoy. Soy bastante joven, y creo que tengo tiempo para más adelante adaptarme a las necesidades del mercado si hace falta».
DE SÍNDROMES Y BURBUJAS
«Es curioso cómo el síndrome del impostor cada vez se siente más fuerte, es como un efecto bola de nieve. A la vez, voy entendiendo mis cambios como persona e intentando asimilar los comentarios externos que recibe mi trabajo, que también me afectan a un nivel personal.
Como persona LGTBI me sigo sintiendo muy afortunado por lo arropado que sigo estando. Soy muy consciente de lo que hay más allá y de esas energías tan negativas que se enfocan en el colectivo, pero lo cierto es que vivo en mi burbuja, rodeado de buena gente, y recordando en todo momento lo afortunado que soy de ser un hombre blanco homosexual.
En lo profesional, de momento quiero seguir centrado en el mundo de la música, y en el futuro sueño con dar el salto al cine. Quiero dirigir, y no descarto empezar haciendo videoclips. De momento, seguiré sin crearme demasiadas expectativas, porque mi agenda se llena siempre de manera aleatoria y en el último momento. La incertidumbre es complicada, pero después de cuatro años como autónomo me he adaptado a lo que hay».