Claudio Tolcachir, de 48 años, lleva desde 2007 viviendo a caballo entre Buenos Aires y Madrid. Actor, dramaturgo, director y fundador de la prestigiosa compañía teatral argentina –también escuela– Timbre4, alterna desde entonces su trabajo en ambos países.
Padre de dos hijos junto a su pareja, el actor Gerardo Otero, en 2021 se instalaron de manera más firme en España, «aunque sigo yendo y viniendo, en función de los proyectos. Siempre me estoy inventando alguno que me alucine, me conmueva y me asuste«.
El último lo estrena ahora en Madrid, Rabia. Es la adaptación –realizada junto a sus inseparables Lautaro Perotti, María García de Oteyza y Mónica Acevedo– de la novela homónima del también argentino Sergio Bizzio –que visitará Madrid para el estreno–. Convertida en un monólogo, Tolcachir la ha codirigido con Perotti, y la protagoniza. «Me gusta la sensación de vértigo que me provoca este nuevo desafío profesional», asegura.
SHANGAY ⇒ ¿Qué siginifica el teatro para ti?
CLAUDIO TOLCACHIR ⇒ Es mucho más que una profesión o un rol, es un modo de vida. Me siento bien estando en un teatro. De pequeño era extremadamente tímido, no conectaba en el colegio, ni con los juegos propios de los chicos. En aquellos momentos no se hablaba de que podía haber estudiantes a los que no les gustara el fútbol… [risas]. Y descubrí el teatro: que es grupal, social, celebra la diferencia de las personas y se nutre de ella.
Me formé en el teatro independiente argentino, hacía de todo, desde actuar a limpiar o vender entradas. Y ver que se funciona en base a proyectos también me hacía bien, si no estaría permanentemente desorientado. Tener una fecha de estreno te organiza, te empuja, te paraliza y te acompaña en un momento de tu vida. En el caso de Rabia, lo hará durante un año.
SHANGAY ⇒ ¿Qué tiene un proyecto como Rabia para haberte atrapado como lo ha hecho?
CLAUDIO TOLCACHIR ⇒ Carmelo Gómez dice que uno no busca los textos, sino que ellos te buscan a ti. Por algo me buscó a mí el de Rabia. Estábamos buscando uno que no se pareciera a nada de lo que habíamos hecho hasta ahora. No por resultar originales; a mí, personalmente, no me interesa serlo. Lo que me interesa es sentir que me enfrento a un desafío.
De repente, una noche me desperté a mitad de la noche y me vino a la cabeza la novela, que había leído hace mucho y de la que nunca me olvidé, porque es alucinante. Adaptar una novela era algo nuevo para mí; la idea era convertirla en un monólogo. Y cuando se lo estaba contando a Juan Mayorga, me dijo «hazla tú». No me había planteado volver a actuar, pero en realidad lo deseaba. Es un proyecto que ha supuesto mucho trabajo, pero muy hermoso.
SHANGAY ⇒ Aunque eres partidario de que se sepa lo menos posible de la función antes de verla, ¿qué adelantarías de ella?
CLAUDIO TOLCACHIR ⇒ Hay un hombre que, por una razón, está escondido dentro de una casa sin que la familia que vive en ella lo sepa, nadie lo ve. Entonces se va desgranando lo que hace ahí dentro para sobrevivir. Cuando se empieza a habituar a su encierro, vamos descubriendo lo que le pasa con el resto de personajes.
Cada espectador tiene la posibilidad de construir lo que en el escenario no está. Por eso esta obra es toda una experiencia para mí como actor, y también para el público. Es un thriller que se va poblando de cantidad de matices humanos: la ternura, el amor, la sexualidad, el peligro, el asco, la violencia… Y yo, como actor, tengo que desaparecer; que los espectadores vean todo a través mío, pero no a mí.
SHANGAY ⇒ Como autor y director, has abordado temáticas LGTBIQ+ en varios proyectos. ¿Lo has hecho por la necesidad de mostrar realidades del colectivo?
CLAUDIO TOLCACHIR ⇒ Nunca ha formado parte de una estrategia, las historias me han ido apareciendo. Próximo, El viento en un violín, La máquina de Turing… Lo importante para mí es la conexión emocional con las historias, los temas aparecen sin más. En el caso de Próximo, por ejemplo, me habría dado igual que en lugar de ser dos hombres los protagonistas hubiesen sido dos mujeres…
Yo soy gay, mi mamá también; a mi edad se enamoró de una mujer, y estuvieron treinta y cinco años juntas. Enviudó hace poco, y hablamos de cómo se nombran las cosas, dependiendo de la generación a que perteneces. Siempre se refería a su pareja como «mi compañera», «mi amiga», «mi socia»… Ahora que se reconoce como viuda, asegura que le duele mucho no haberse referido a ella como su mujer. Las palabras tiene un valor importantísimo; ahora pienso en mis hijos, y en la mejor manera de hacer las cosas con ellos.
«La honestidad a nivel artístico es un valor muy importante para mí»
SHANGAY ⇒ ¿Te ayudó el teatro a desarrollarte como persona homosexual?
CLAUDIO TOLCACHIR ⇒ Seguramente. Veo a los alumnos preadolescentes de Timbre en Buenos Aires y, cuando hacen ejercicios, deciden sin problema si van a interpretar a un hombre o a una mujer, no supone nada para ellos. ¡Ojalá haber sentido yo esa libertad a su edad! Yo aún me encontré en el teatro con un montón de prejuicios y de pudores; me llevó mucho tiempo sentirme cómodo conmigo mismo. Sigue habiendo prejuicios y bullying, como en todas las profesiones, pero es cierto que en este mundo hay más personas abiertas y sensibles.
SHANGAY ⇒ Desde tu posición y tu indudable reputación, ¿todavía luchas por superar barreras y prejuicios?
CLAUDIO TOLCACHIR ⇒ Son otros prejuicios y otras luchas a las que me enfrento ahora. Antes el principal desafío era que me conocieran, y ver si lo que hacía gustaba para poder seguir haciendo obras. Siempre hay motivos para sufrir [risas]. Mucha gente de la profesión me puede respetar o querer, pero ahora me enfrento a la preocupación de si lo que es hago es o no renovador, si sigue interesando…
Supongo que, cuando estás más asustado, estás más permeable a lo que piensen los demás. Lo que tengo claro es que lo importante es el trabajo que cada uno hace consigo mismo. Es algo que no tengo resuelto, pero sé que es un problema a resolver. Para disfrutar y ser feliz debes hacer honestamente aquello en lo que crees. La honestidad a nivel artístico es un valor muy importante para mí.
FOTOS: MIGUEL ÁNGEL FERNÁNDEZ
RABIA SE REPRESENTA DEL 14 DE SEPTIEMBRE AL 8 DE OCTURE EN EL TEATRO DE LA ABADÍA (C/ FERNÁNDEZ DE LOS RÍOS, 42) DE MADRID