Ser libre, ser tú: testimonio de un periodista deportivo fuera del armario

A pesar de la homofobia que existe dentro del mundo del deporte, hay que demostrar que existen voces que forman parte del colectivo para arrojar un poco de luz a aquellos que viven en las sombras.

Raúl Granado, periodista deportivo de Onda Cero
Raúl Granado, periodista deportivo de Onda Cero
4 diciembre, 2023
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Para un periodista, ponerse a escribir sobre uno mismo es el ejercicio más complicado. Una sensación pudorosa recorre mi cuerpo cuando paso de poner el foco sobre los protagonistas a los que entrevisto, a ponerlo sobre mí mismo. El síndrome de no saber si tu historia puede interesarle a alguien, porque tú a lo que estás acostumbrado es a contar las historias de los demás. En los trece años que llevo trabajando en Onda Cero, he cubierto los Juegos Olímpicos de Londres 2012, Río de Janeiro 2016 y Tokio 2020. Además, soy el encargado de la información del Rayo Vallecano, en el día a día y narrando los partidos, y presento cada viernes Radioestadio Noche, de 23:30 a 1:30h.

Mi historia no es diferente a la de cualquier persona que en algún momento de su vida tiene clara su orientación y decide contárselo al mundo. Lo único que me hace diferente a otros millones de personas es mi profesión. Ahora mismo, ser el único periodista deportivo español, en ejercicio, que es abiertamente LGTBI. Existen pocos referentes en este contexto, tan solo Paloma del Río y Juan Antonio Alcalá se han convertido en personas visibles en los últimos años; la confirmación de que todavía es un sector en el que no es fácil dar este paso. Afortunadamente, en otros sectores del periodismo ser visible no es algo extraño, pero en el periodismo deportivo sí. Y entre los periodistas que se dedican al fútbol, aún más.

Raúl Granado, periodista deportivo de Onda Cero

Yo decidí hacerlo el 31 de diciembre de 2021: en el último día del año y utilizando una publicación en mis redes sociales para ello. Fue una decisión muy meditada, cuesta llegar a ese punto. Durante los dos años y medio anteriores ya era plenamente consciente de mi orientación, pero cuando tú mismo ya has conseguido aceptarte, llega el resto. Un proceso personal en el que no sabes muy bien qué es lo mejor. Cuando convives escuchando insultos homófobos en los campos de fútbol, chistes homófobos entre compañeros y declaraciones arcaicas de los protagonistas, realmente piensas si merece la pena salir del armario.

Al principio asumes que es mejor que solo lo sepa tu entorno más cercano, total, ¿qué más le da al mundo lo que tú seas? Y crees que es la mejor decisión. Con el paso del tiempo, te das cuenta de que esto solo es un nuevo mecanismo de defensa para no sentir dolor. Pero lo sientes. Lo sientes cada vez que en la redacción algún compañero cuenta su vida en pareja y tú no puedes hacerlo, lo sientes cada vez que alguien habla sobre el chico o la chica que le gusta y tú no puedes hacerlo. Lo sientes aún más cuando alguien hace un comentario (ellos lo llaman chiste) homófobo y tú no contestas porque sientes que ya vas a ser etiquetado. Y ahí sientes pena. Pena por no ser libre, por no poder expresar lo que sientes o lo que eres.

Y no es solo una cuestión entre compañeros, también lo es cuando tienes que relacionarte con los protagonistas que rodean al mundo del fútbol. Piensas en cómo te va a tratar un entrenador, un futbolista, un presidente, y piensas que puede afectar en tu trabajo. Vas encontrando frenos, trabas, argumentos que cuando llegas a casa y te metes en la cama no te dejan dormir. Es un cóctel de pensamientos y sentimientos que te hacen llegar a la conclusión de que es mejor seguir sin expresar lo que de verdad eres. Sientes miedo al dolor, pero también a la decepción.

Raúl Granado, periodista deportivo de Onda Cero

Hasta que llega un día en que te cansas. Te pones frente a ti en un espejo y decides que ha terminado el tiempo de ocultar. Cuando estás cansado de ser dos personas diferentes y no saber cuándo puedes ser una y cuándo no, entonces das el paso.

Tu argumento principal en todo este tiempo, el de “¿Qué más le da al mundo lo que tú seas?”, de repente cambia. Te das cuenta de que no es una cuestión de lo que le importe a la gente, es una cuestión de lo que te importe a ti. De lo que tú necesites. ¿Por qué yo no puedo ser libre? ¿Por qué tengo que seguir siendo dos personas diferentes? Y, sobre todo, pensé en otro argumento que me hizo dar el paso definitivo. ¿Yo estoy solo en el periodismo deportivo? ¿No hay nadie más? ¿Por qué no lo cuentan? Pues mira, si mi experiencia sirve para que otro compañero o compañera quiera dar el paso, habrá valido la pena. Cualquier persona merece vivir en la libertad plena que elija. Y por eso un 31 de diciembre, sentado en el sofá, te pones a escribir y das el paso.

Lo hice por mí, claro, pero no sólo por mí. Lo hice por mi familia y por mis amigos, que son un pilar fundamental, lo hice por mis compañeros en Onda Cero, que siempre me han arropado, y lo hice por si mi libertad podía servir para que otros tomasen el mismo camino, si lo deseaban. Estoy convencido de que en poco tiempo las redacciones deportivas serán un espacio diferente, pero eso tenemos que construirlo entre todos. No solo entre las personas LGTBI, sino también con la ayuda de los aliados heterosexuales. Los que no deben tener miedo al cambio de discurso, los que no tienen que tener miedo a reprender a quienes siguen usando términos, insultos o ‘chistes’ que hace mucho tiempo que perdieron la gracia, si es que en algún momento la tuvieron.

No es justo que se le arrebate a nadie la posibilidad de ser quien quiera ser. Y menos aún, de que por ser quien es tenga que pagar peajes que no son necesarios. Yo decidí ser libre, y es la mejor decisión que pude tomar. Ojalá sirva esto para que otros y otras lo sean.

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