La isla del aire es el último estreno del Teatro Español, con puesta en escena de Mario Gas, sobre una ficción firmada en 2005 por Alejandro Palomas. El escritor barcelonés ha publicado una veintena de novelas, casi todas ellas con la temática común de los problemas de incomunicación y dificultades familiares, y ha recibido diversos galardones, entre los que destacan el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil y el Premio Nadal.
En 2022 publicó su última novela, Esto no se dice, en la que denunciaba los abusos sexuales que había sufrido desde los ocho años por parte de un religioso y profesor de un colegio de La Salle. Este libro impulsó la investigación sobre la pederastia en la Iglesia encargada por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, al Defensor del Pueblo.
En marzo pasado, La isla del aire se presentó en Barcelona con el reclamo de la despedida de la actuación de una de las más grandes estrellas de nuestra escena, Núria Espert. Sin embargo, ella misma, en sus últimas entrevistas, lo ha desmentido, y ha comentado que no se veía en casa haciendo calceta.
Pocas veces en la vida puedes decir que has asistido a una función histórica. Este es el sentimiento que se tiene al ver esta obra, pero el epíteto histórico habla en esta ocasión de algo vivo, no de algo acabado y recordado en sus últimos estertores. Se trata de historia de la buena, de la que todavía existe y nos enseña a pasar el día a día.
Poco caso se hace en la actualidad a lo viejo, a aprender de nuestros mayores. Incautos somos si no reconocemos que la educación habla siempre de recuerdos y que olvidar el pasado solo nos vuelve más tontos. Núria Espert encarna en esta función a la matriarca de una familia de mujeres, como si de un remedo de Bernarda Alba se tratara.
Hay una clara diferencia con la madre lorquiana: esta madre menorquina es cercana, le encanta rebajarse a lo terrenal, hablar de mearse encima y ponerse en la piel de sus hijas, reírse con ellas e intentar resolver sus pequeños o grandes problemas. En definitiva, comparte su experiencia de vida para enriquecer la nuestra, para quien quiera escucharla y aprovecharla.
Mario Gas ha dirigido a la Espert para mostrarnos a una abuela del presente, huyendo de la grandilocuencia, mientras nos cuenta un paseo hasta un pequeño islote frente a la costa de Mahón, en el que tres generaciones de mujeres nos abren corazones y secretos, alegrías y desamores, encuentros y pérdidas, que conforman toda una vida.
El contenido es bonito, ayudado por un espectacular diseño escénico de Sebastià Brosa, que te transporta a tan excepcional aventura náutica, pero el continente se come la historia. Todo el texto, la luz, el vídeo y el ambiente sonoro planea alrededor de la magnífica imagen de la pareja de actrices que forman Núria Espert y Vicky Peña, madre e hija cercanas, que transitan con sencillez, alegría y sabiduría del siglo XXI, unas vivencias que haces tuyas desde el minuto cero. No estamos ante una lección de grandes damas que recitan versos por encima del bien y del mal, ellas son capaces de hablarnos con un lenguaje actual, cotidiano y que se entiende hasta la última coma.
Acompañan a este par de monstruos Teresa Vallicrosa, Candela Serrat y Claudia Benito, y lo hacen bien, escuchándose y entendiendo el trabajo que les ha correspondido. Demuestran mucha generosidad en su papel de comparsas y se sientan junto a las grandes sin reparo, dándoles la oportunidad de navegar juntas. Esta es una de las grandezas de la propuesta: todas son indispensables y de todas se aprende.
⭐⭐⭐⭐⭐
FOTOS: DAVID RUANO
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