Bendiciones a Sodoma: el polémico gesto del Vaticano a las parejas LGTBIQ+

Reflexionamos sobre el nuevo bombazo de la Iglesia y el Papa Francisco de bendecir a las parejas del mismo sexo sin otorgarles la condición de matrimonio.

El Vaticano junto a varias banderas del colectivo LGTBIQ+.
El Vaticano junto a varias banderas del colectivo LGTBIQ+.
Jose Mola

Jose Mola

Mi religión es el sentido del humor, creo que eso sí que salvará al mundo.

21 diciembre, 2023
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Esta semana, al Vaticano se le ha ocurrido la maravillosa idea de autorizar las ‘bendiciones’ a las uniones entre personas del mismo sexo. En principio, es un gesto que nos puede parecer muy bien a todes; y nos lleva a pensar que la Iglesia es cada día más abierta, más moderna, más progre, más homófila (utilizo la palabra ‘homófila’ y no ‘LGTBIfriendly’ para que el vocabulario sea más acorde con el siglo XIX).

Pero no, no es oro todo lo que reluce: la ‘bendición’ de las parejas de homosexuales por parte del Vaticano viene tarde, con letra pequeña y con alguna que otra condición. Como por ejemplo, dejar claro que este tipo de uniones jamás serán consideradas un matrimonio. Por ello, y para evitar confusiones, las polémicas bendiciones nunca se pueden dar en una ceremonia civil de casamiento entre dos hombres o dos mujeres, ya que si se hiciese en ese contexto podría malinterpretarse.

El Papa Francisco bendice matrimonios LGTBIQ+

Total, que nos bendicen, pero no nos consideran una unión digna a los ojos de Dios. Entonces, ¿qué significa recibir la ‘bendición’? ¿Dónde nos la van a dar? ¿En un lavabo, a través de la paloma mensajera, por Whatsapp? Y lo más importante… ¿Esta bendición tiene que ir acompañada de algún tipo de donativo? Sobre todo, teniendo en cuenta que desde 2008, y según el Instituto Nacional de Estadística, las bodas por la Iglesia han caído en un 83%, mientras que las uniones ‘homófilas’ no dejan de aumentar.

El colectivo LGTBIQ+ cristiano CRISMHOM lo ha celebrado como un modo de abrir camino, pero lo cierto es que al resto de la sociedad le da absolutamente igual. ¿Cuándo hubiese tenido algún sentido la ‘bendición’? Durante la Transición, por ejemplo, cuando los frentes de liberación homosexual peleaban para sacar de las cárceles a todas las personas que habían sido encerradas por la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social; durante la época de la movida madrileña, cuando ser visibles era realmente un acto de coraje; cuando Mecano cantaba Mujer contra mujer; cuando las mujeres pedían una ley de divorcio u otra que despenalizase el aborto; o en 2005, cuando se aprobó el matrimonio igualitario en España para combatir injusticias como evitar que los jueces quitasen la custodia de sus hijos a mujeres lesbianas en proceso de divorcio y que no se concedieran pensiones de viudedad a personas cuyos compañeros habían fallecido por VIH-sida, entre otras.

La bendición de la Iglesia llega tarde y mal. La lista de dolor, sufrimiento e injusticias en nombre de Dios hacia personas homosexuales es infinita. Quiero destacar el caso del carmelita Antonio Roig, quién publicó Todos los parques no son un paraíso. Las memorias de un sacerdote que reconoció su homosexualidad y fue suspendido a divinis por el arzobispo de Valencia. Quiero recordar que, durante el franquismo, los encarcelamientos, los trabajos forzados y las terapias de electroshock para curar homosexuales las administraba la Iglesia. Y por supuesto, quiero invitar al lector a escribir en Google «manifestación Foro Español de la familia 2005» para comprobar qué posición adoptó la Iglesia respecto al matrimonio igualitario. En fin, gracias por sus ‘bendiciones’, pero si vienen acompañadas de matices, peros y condiciones no son ningún ejercicio de inclusión, solidaridad y pacificación, como algunos quieren hacernos creer.

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