El pasado 25 de diciembre, Daniel Blanco Varo escribió un hilo en Twitter en el que describía cómo sus padres habían presentado a su pareja como «amigo», lo cual molestó bastante al joven gaditano, que había vuelto a Barbate por las fiestas y tan solo pretendía pasear con su familia y su novio.
No es la primera vez que vemos este tipo de situaciones, ya que muchos hemos escuchado el exasperante «amigo» cuando se habla de una pareja homosexual, y más aún alrededor de la mesa en estas fechas. Este comportamiento llega a estar tan normalizado para el resto de la familia que a veces lo hacen hasta de manera inconsciente, como parece ser el caso de los padres de Daniel.
Os voy a contar la última "tensión homofóbica" de mi familia que considero que he gestionado bien porque no me ha generado malestar y el sosiego ha sido mi aliado xd 👇
— Daniêh 🧡 (@DBlancoVaro) December 25, 2022
La situación no escaló a más porque, tras ese momento incómodo vivido por Daniel y su pareja, no tuvo reparo en dejarle claro a sus padres que no podía volver a suceder, y en caso de que volviesen a presentar a su pareja como un «amigo» no tendría ningún problema en intervenir: «La siguiente vez será una tensión que vais a sufrir vosotros y que yo voy a vivir con una sonrisa… avisados estáis».
Los padres captaron el mensaje y la conversación finalizó con ellos disculpándose. Sin embargo, Daniel se quedó con un sentimiento agridulce, y decía que lo que había ocurrido no era más que otro ejemplo de que la Navidad «es una mierda para las personas LGTBIQ+ porque la sociedad da puro asco… así en general».
Y es que al final, sea de manera consciente o no, en muchas casas se promueve este intento de «normalidad» cuando hay algún miembro de la familia que pertenece a la comunidad LGTBIQ+, lo que acaba causando ese sentimiento de homosexoledad del que ya se ha hablado. Esta necesidad de esconder nuestras identidades alrededor de nuestras familias, y más en estas fechas, acaba causando un sentimiento de aislamiento completo del resto, a los que sí se alienta a compartir sus experiencias afectivas.
Aunque muchas de las respuestas al hilo han sido compartiendo experiencias parecidas o animando a Daniel, alguna que otra respuesta le demandaba comprensión hacía sus padres, quienes seguramente necesitaban un tiempo de adaptación. A estos comentarios, Daniel respondía de manera irónica: «Pues nada, seguiré aceptando que llamen a mi novio ‘amigo’ mientras ellos van tolerando que nuestras vidas sean visibles… no vaya a ser que yo les presione demasiado y se agobien aceptando la relación de un ser humano«.
El discurso de "ellos también necesitan su tiempo" es como: pues nada, seguiré aceptando que llamen a novio "amigo" mientras ellos van tolerando que nuestras vidas sean visibles…no vaya a ser que yo les presione demasiado y se agobien aceptando la relación de un ser humano. pic.twitter.com/IqiB2FvDtq
— Daniel Blanco Varo (@DBlancoVaro) December 26, 2022
De lo que le ha ocurrido a Daniel hay multitud de ejemplos parecidos, microagresiones de las que muchas veces no somos ni conscientes pero que se van acumulando. Y que acaban por crear una presión sobre nosotros para enmascarar nuestra propia identidad y hacer las conversaciones y reuniones familiares más cómodas para el resto.
Solo queda esperar que con el paso del tiempo y las nuevas generaciones no se normalice el establecer límites como ha tenido que hacer Daniel con sus padres, sino que esos límites resulten innecesarios porque a nuestras parejas se les llame como tal… y dejemos atrás el irritante «amigo».