Aunque muchas veces se tiende a ver Madama Butterfly como una obra romántica, lo cierto es que se trata de una terrible historia de abuso hacia una pobre joven, Cio-Cio San, apodada Butterfly, por parte de un norteamericano, Pinkerton, con el apoyo de Sharpless, cónsul estadounidense en Nagasaki. Ahora, esta maravillosa ópera de Puccini regresa al Teatro Real en una impactante puesta en escena de Damiano Michieletto, que viene precedida por su éxito tras su estreno en Turín.
El barítono Gerardo Bullón da vida a Sharpless en uno de los tres repartos que hay en las diecinueve funciones programadas entre el 30 de junio hasta el 18 de julio. «Sharpless es un personaje que da paz. Es cierto que las puestas en escena tienden cada vez más a mostrarlo como un tipo igual de mezquino que Pinkerton; tal vez, analizando el texto y el argumento, lo sea. Pero la música está ahí, y la música nos habla constantemente de un tipo reposado, noble, cabal. Por eso me gusta cantarlo. Puccini le regala al barítono preciosas frases que no son más que nobleza y delicadeza«, nos dice.
Es un personaje que le gusta mucho hacer: «El momento que más disfruto es la escena de la carta, donde Puccini crea una pequeña joya, con un acompañamiento mínimo y una melodía onírica que te envuelve. Es, probablemente, mi momento favorito de toda la ópera. Hasta ahora, solo había podido interpretarlo en una ocasión en Sevilla, dirigido por Alain Guingal. Poder hacer ocho funciones en mi Madrid es un regalo. Soy un privilegiado», asegura.
La producción que llega a Teatro Real no va a dejar a nadie indiferente. Tiene el sello de Michieletto, uno de los directores de escena más cotizados por todos los teatros del mundo. El regista no teme la polémica, pero tampoco la busca. Así nos lo contó en una entrevista que le hicimos para nuestra portada de este mes de junio: “Para mí es importante que el espectáculo esté bien hecho, que esté todo cuidado en la puesta en escena y en la actuación del elenco. No quiero que se hagan las cosas de manera imprecisa, porque es fundamental ofrecer calidad al público. El juicio es individual, y por eso lo acepto. Hay una parte de la sociedad que vive el teatro con sentido de la tradición, y hay que respetarlo. Pero hay otra a la que le encanta encontrarse cosas incómodas que le hagan reflexionar. Madama Butterfly es la explotación de una niña ignorante e inconsciente de la vida. La fuerza de quienes dominan es la que aplasta la debilidad de quienes viven en la pobreza. Es una historia de turismo sexual. El yanqui errante que desprecia todo riesgo, y que quiere lograr todo lo que pueda con su dinero. Una chica de 15 años que se engaña pensando que está viviendo una historia de amor, a pesar de que todos intentan decirle que no es así. Se aferra desesperadamente a esta ilusión, lo pierde todo, queda sola y abandonada. Intentan casarla con un anciano rico, Yamadori. Pero ella, ingenua, cree que ‘su hombre’ volverá. Y lo hará, pero solo para llevarse a su hijo. Quizás para obligarlo a estudiar en Estados Unidos…”.
Joan Matabosch, director artístico del Teatro Real, lo tiene muy claro: «Michieletto revela la desgarradora historia de Madama Butterfly con su puesta en escena. Lo que hace es, simplemente, depurar la trama de la coraza tranquilizadora de la habitual ambientación exótica decorativa y de ese sentimentalismo vulgar que hace que apenas se vislumbren las aristas más incómodas de la obra. Logra que no haya refugio para quien quiera permanecer indiferente ante la brutalidad del tema que se aborda y, finalmente, consigue que una historia que suele contarse de manera previsible sorprenda por su modernidad y por su descarnada crueldad. Y eso pese a que todo lo que subraya la dramaturgia se encuentra en la misma obra. No hay nada inventado ni forzado, solo que nos hemos habituado a que quede discretamente oculto entre kimonos, biombos y gestos artificiosos de gran guiñol, hasta lograr reducir esta despiadada historia a lo epidérmico, lo decorativo y lo banal, traicionando las intenciones del compositor. Seguro que ese mismo impacto se lograba, en otros tiempos, por medios que actualmente nos parecerían inofensivos pero que en la época no lo eran».
El barítono madrileño Gerardo Bullón se une así a un gran elenco que cuenta con las voces de Saioa Hernández, Ailyn Pérez o Lianna Haroutounian interpretando a Cio-Cio San; Silvia Beltrami o Gemma Coma como Suzuki; y Matthew Polenzani o Michael Fabiano como Pinkerton. Es un cantante que está viviendo un momento dorado, en ascenso en el mundo de la música clásica. Destaca no solo por su voz potente sino también por su gran presencia escénica. Comenzó sus estudios de canto con distinguidos maestros como Virginia Prieto, Julián Molina, Daniel Muñoz o Ricardo Muñiz.
Licenciado en Derecho, al final dejó de lado la abogacía y se decantó por la música. Tras estudiar canto en la Escuela Superior de Canto de Madrid y Arte Dramático, se metió de lleno en el mundo de la ópera y la zarzuela. Desde su debut en Teatro Real en 2017 con dos producciones –Billy Budd de Britten y El gato con botas de Montsalvatge– ha interpretado roles de gran relevancia en obras como Don Giovanni, Gianni Schicchi, Rigoletto, Madama Butterfly, Così fan tutte, L’elisir d’amore, Il barbiere di Siviglia, La finta giardiniera, Carmen o La Bohème.
Pero, también en destacados personajes de zarzuela: La revoltosa, Marina, El dúo de la africana, Los diamantes de la corona, La gallina ciega, Luisa Fernanda, El barquillero, La chulapona, El bateo o Agua, azucarillos y aguardiente.
Este pasado mes de abril encarnó el papel del infame Barón Scarpia en la nueva producción de la ópera Tosca en la Staatsoper Stuttgart bajo la dirección musical de Markus Poschner, con dirección de escena de Willy Decker. Ahora lo vamos a ver como Sharpless en la magnífica producción que cierra la temporada del Teatro Real.