'Madama Butterfly' y Victoria de los Ángeles: los vestidos de Cio-Cio San llegan (en pleno Orgullo) al Teatro Real

Marc Busquets Figuerola, director artístico de la Fundación Victoria de los Ángeles y comisario de su centenario, homenajea a la legendaria soprano, a quien el Teatro Real dedica estas funciones de la ópera de Puccini.

El Teatro Real dedica esta 'Madama Butterfly' a Victoria de los Ángeles, y exhibe sus mejores vestidos de Cio-Cio San en varias zonas del teatro. Fotos: Javier del Real.
El Teatro Real dedica esta 'Madama Butterfly' a Victoria de los Ángeles, y exhibe sus mejores vestidos de Cio-Cio San en varias zonas del teatro. Fotos: Javier del Real.
Marc Busquets Figuerola

Marc Busquets Figuerola

Director Artístico de la Fundación Victoria de los Ángeles y comisario del centenario de la soprano catalana. Aunque nunca la ví en recital o en ópera, recuerdo perfectamente descubrir su voz a través de una grabación del aria de Nedda de 'I Pagliacci', en que parecía haber sonrisa en su voz y sol en su sonido, como dice de ella Renée Flemimg. La escuché en bucle hasta hoy, en que es un orgullo preservar su legado para así celebrar a la menos diva de todas las divas operísticas del siglo XX.

1 julio, 2024
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Manon, Cio-Cio San, Elisabeth, Rosina, Violetta… Victoria de los Ángeles guardó casi todos sus vestidos, tanto los de escena como los de recital, en su casa del barrio de Pedralbes de Barcelona, más concretamente en los jardines de Tokio, de resonancias japonesas que tanto adoró. Los guardaba o bien colgados en su fastuoso y enorme vestidor repleto de espejos al estilo Chanel, o bien en los grandes baúles que la acompañaron en épocas pretéritas en sus largas giras por el mundo y que recuerdan aún hoy las etiquetas que en distintos hoteles les engancharon. Ahora, algunos de ellos se pueden ver en el Teatro Real de Madrid con motivo de las funciones de Madama Butterfly, que la institución dedica con motivo del centenario de la soprano catalana.

Victoria de los Ángeles Foto promocional de Madama Butterfly del Metropolitan de NUeva York

Foto de Victoria de los Ángeles como Cio-Cio San en un cartel de promoción de Madama Butterfly del Metropolitan de Nueva York, un teatro en el que ella era la reina.

Victoria de los Ángeles Madama Butterfly Teatro Real.

Exposición de vestidos de Victoria de los Ángeles como Cio-Cio San por el estreno en el Teatro Real de ‘Madama Butterfly’. Todas las funciones de la ópera de Puccini están dedicadas a la gran estrella española de la ópera. Fotos: Javier del Real.

Las sedas, los encajes y la pedrería nos llevan a otra época, donde las prima donnas tenían su propio vestuario escénico, que las hacía brillar sobre las tablas ya antes de cantar, pero que también nos permiten hacernos una idea de cómo veían ellas sus propios personajes. De entre sus ricos trajes resulta especialmente entrañable uno azul, sencillo, de paño… Era el de su debut en la Metropolitan Opera House de Nueva York en Faust en 1951, con tan solo veintisiete años. Uno no puede evitar imaginar a una madura Victoria en su piso de Pedralbes, después de sus grandes éxitos, mirando con nostalgia este sencillo traje llevado por esa jovencita que desembarcó en Nueva York desde la Gran Vía barcelonesa. Quizá por eso los conservó todos. Ahora, la Fundación Victoria de los Ángeles ha cedido este vestido al Met en permanencia y quienes visitan el teatro neoyorkino pueden verlo en el Hall, junto a otros cuatro desde que están allí, desde finales de febrero hasta finales de julio.

De que le gustaba la moda no hay duda, y ver la colección de sus vestidos es hacer un paseo por la moda del siglo XX, desde su primer gran debut oficial en 1944 en el Palau de la Música Catalana –donde estrenó mundialmente la exquisita canción Damunt de tu només les flors de Mompou, en catalán– hasta 1998, cuando la inconsolable tristeza por la muerte prematura de su hijo hizo que se apartara de los escenarios y también de la vida pública, hasta su muerte en 2005, cuando en sus últimas palabras nos recordó que siempre sería Mimì, la costurera protagonista de La bohème de Puccini, uno de sus personajes emblemáticos.

Victoria de los Ángeles.

Foto de Victoria de los Ángeles en su primer gran debut, en el Palau de la Música Catalana (1944).

A través de los distintos vestidos podemos ver la evolución de la moda y de su estilo: desde los vestidos New Look a lo Dior, pasando por otros de estilo Balenciaga, para acabar con sus vestidos estilo caftán de su última época con los que inevitablemente la recordamos y que muchas veces confeccionaba ella misma. Y siempre con un denominador común: sus inseparables perlas. Vestía con el mismo gusto natural con el que cantaba, combinaba colores que veía en la naturaleza y le gustaban las flores. Y en los años 50, cuando llegó a Nueva York, no dudó en contarse el pelo à la garçon que siempre llevaría. Las que la conocieron en casa dicen que llevaba unas impresionantes túnicas de terciopelo azul que hacían que su presencia se magnificara de manera natural, y parecía incluso más alta, pues no lo era mucho.

Decía que los personajes de reinas y grandes heroínas se los dejaba a la Callas, con quien la unió lo que podríamos llamar una admiración platónica: las dos reinaron en el Metropolitan de Nueva York, junto a Renata Tebaldi, en la década de los 50. Se admiraban tanto que solo llegaron a saludarse entre las bambalinas de la ópera neoyorquina, aunque hay una leyenda que dice que, antes de que La Divina muriese en 1977, se pasaban horas al teléfono hablando de tiempos pretéritos y tal vez de sus problemas en el momento, pues ninguna de las dos tuvo suerte en lo sentimental.

Después del enfrentamiento entre Callas y el director general del Met, Rudolf Bing, este último pidió a los cantantes de la compañía que hicieran declaraciones en contra de Callas, a lo que Victoria se negó, algo que hizo que La Divina dijera que la catalana era “la única flor en el estercolero del Metropolitan”. La misma valentía de mujer concienzuda que hizo que se levantara en contra de la discriminación racial hacia su gran amiga la contralto Marian Anderson –la primera mujer negra que cantó en el Met–, que no dudara cantar en catalán delante del dictador Francisco Franco en el Palacio del Pardo en los primeros años del franquismo o que no temiera al supuesto contagio cuando algunos de sus amigos morían de sida y aún no se sabía nada de esa enfermedad.

Volviendo a Mimì, es cierto que este sencillo personaje encaja perfectamente en su biografía. Victoria de los Ángeles López García nació en Barcelona el 1 de noviembre de 1923, hija de Victoria y Bernardo, ambos llegados a la ciudad condal desde Puebla de Sanabria (Zamora) y Fuengirola (Málaga), respectivamente, en una primera ola migratoria de principios de los años diez que seguiría durante todo el siglo XX. El nombre, que a menudo se cree artístico es, en realidad, su nombre de bautismo: su tío Ángel, que era además el padrino, quería que se llamase Ángela ,y su madre, Victoria. Así que el tío, que era un “hombre de gran imaginación”, como recordaba ella misma, encontró la solución: Victoria de los Ángeles, sin el María que a menudo y erróneamente se le suele añadir. Un nombre verdaderamente celestial para una niña que estaba ya predestinada a hacer algo grande en este mundo, sin ir más lejos sus hermanos se llamaban Pepe y Carmen. ¿Y es que no es la música precisamente la victoria de los ángeles?

El padre de Victoria de los Ángeles jugó un papel decisivo en su desarrollo personal e intelectual. Al llegar de Fuengirola, empezó a trabajar en la Universidad de Barcelona y llegó a ser bedel del actual edificio histórico, situado en la Gran Via de les Corts Catalanes, donde recibió el sobrenombre cruel y a la vez cariñoso de «el rompetechos»por parte de los estudiantes, ya que estaba a pocos centímetros del enanismo. El hecho de nacer en la Universidad, donde la familia vivía en un piso en el claustro de Matemáticas, fue una gran inspiración para la soprano y, cuando en 1987 fue investida doctora honoris causa por la institución académica, recordó que en ese mismo paraninfo aprendió a cantar mientras su madre, también con una gran voz, fregaba el suelo. Una grabación doméstica del padre resulta especialmente entrañable: le dice que cuando vaya por “esos mundos” no se preocupe de enriquecerse económicamente sino de hacerlo intelectualmente.

En la universidad pasó Victoria los años más felices de su vida. Después, y en paralelo a su gran éxito repartiendo su gran arte en los mejores escenarios del mundo, como la Scala de Milán, el Met de Nueva York, el Covent Garden de Londres, el Festival de Bayreuth o el Colón de Buenos Aires, se desarrolló una vida personal complicada junto un marido que la engañó de manera constante y un mánager que se aprovechó de ella. Lo que unido a su dificultad para ser madre hizo que pasara por momentos de gran nostalgia e incluso depresión.

Cuando finalmente tuvo sus dos hijos, el primero, Juan Enrique, falleció antes que ella con tan solo treinta y cuatro años, y el segundo nació con síndrome de Down, aunque ella esto lo tomó como algo positivo, y su hijo Alejandro, su lucero, fue su más fiel compañero. Recientemente, y con motivo de su centenario, el periodista Pep Gorgori ha publicado una nueva biografía sobre la soprano, Todo parecía tan fácil (FICTA, 2024), la primera consultando sus archivos personales.

Unos archivos que son propiedad de la Fundación Victoria de los Ángeles y que están custodiados en diferentes instituciones públicas: todas sus partituras se pueden consular en la Escola Superior de Música de Catalunya (ESMUC), los vestidos están en el Museu de les Arts Escèniques del Institut del Teatre, y la correspondencia, fotos y demás documentos están en el Arxiu Nacional de Catalunya.

Desde la Fundación que lleva su nombre, con sede precisamente en la Universitat de Barcelona, conservamos y difundimos su legado para que este sirva de ejemplo a futuras generaciones de músicos. Unos artistas jóvenes a los que se les ofrece becas, programas de apoyo al talento joven y varias master classes, y que pronto tendrán continuidad en el nuevo Centro de Difusión Musical Victoria de los Ángeles en la modernista Casa Hurtado, en avenida Pedralbes, un equipamiento cedido por el Ayuntamiento de Barcelona que dará más fuerza a la faceta formativa de la fundación. También se organiza el Lied Festival Victoria de los Ángeles (LIFE Victoria) en el Recinte Modernista de Sant Pau de Barcelona, que cada año reúne a lo más granado en el mundo del lied, un género donde también se ‘exilió’ Victoria, combinándolo con actuaciones de artistas emergentes; y contamos con la Orquesta Sinfónica Victoria de los Ángeles, que ha acompañado a artistas como Iréne Theorin, Mercedes Gancedo, Ainhoa Arteta u Ofelia Sala.

El homenaje del Teatro Real se suma a un año lleno de celebraciones nacionales e internacionales con motivo del centenario de esta cantante única y universal que es ya patrimonio de todos, para que inspirados por el pasado sigamos avanzando hacia el futuro. Un referente en femenino más necesario que nunca, y que este centenario reivindica desde todas sus facetas para que esta gran mujer del siglo XX esté al alcance de toda la ciudadanía.

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