Este fin de semana, en el estado mexicano de Morelos, han asesinado a la activista trans y defensora de los derechos humanos, Danna Rodríguez. El suceso tuvo lugar el pasado viernes 16 de julio, sobre las 21 horas, cuando dos hombres en una moto cerca del negocio donde se encontraba Danna sacaron una pistola y la dispararon en repetidas ocasiones, lo que le causó heridas graves. Para cuando llegó la policía y los servicios médicos no pudieron hacer nada más que certificar su fallecimiento y acordonar la escena para comenzar con las investigaciones pertinentes.
Este asesinato ha provocado una ola de tristeza e indignación, especialmente porque ha ocurrido 14 días después de la Marcha Histórica por la Diversidad Sexual en Morelos. La activista era una figura querida y respetada en la región dado su incansable trabajo en favor de los derechos LGTBIQ+.
Una amiga suya, Nachita Carranza, expresó su tristeza por redes sociales: “Mi mamita, en serio que no lo puedo creer siempre fuiste una gran amiga, hermana y siempre buscaste lo mejor para todos. Siempre te recordaré con mucho amor y cariño. Vuela alto”. El Observatorio de Derechos Humanos y la Diversias Sexual también lamentó profundamente su fallecimiento y ha declarado: “lamentamos el deceso de una aguerrida activista de la zona sur del estado de Morelos. Descansa en paz, querida Danna Rodríguez”.
Ninguna autoridad estatal o municipal ha emitido un pronunciamiento oficial sobre el asesinato. El caso de Danna no es aislado: en junio, la activista Valeria Sody también fue asesinada en su negocio en Temixco, Morelos. En los últimos seis años, se han registrado 25 transfeminicidios en este estado.
Otro episodio tránsfobo fue el que ha narrado la estilista trans Nataly Oviedo durante su estancia en una cárcel de hombres en México. Según cuenta en Gusgri Podcast, la acusaron falsamente de abusar sexualmente de un menor de edad, pero la condenaron a prisión debido a un proceso judicial irregular, en el que le obligaron a firmar unos documentos sin poder leer si contenido. La estilista confiaba en su inocencia, “a parte si me acusaban de eso, no había pruebas».
Nataly fue trasladada a una cárcel de hombres, donde no podía entrar vestida de mujer y la mantuvieron un el módulo de observación durante 20 días. Cuenta que estuvo metida en una celda sola y cuando se corrió la voz de que era trans comenzaron a llegar los funcionarios del centro penitenciario y unos hombres que se hacían llamar “chiguas” a su celda a pedirle que le mostrara los pechos, cuando ella se negaba comenzaban a molestarla hasta conseguir su petición, “para mí era muy desagradable y empezó el martirio. Iban y me despertaban a las 02:00h para que les enseñara los pechos”.
Además, añade que se sentía como un animalito de circo dado que los turnos en la prisión cambian y eran cinco módulos diferentes. Días después, la cambiaron de módulo a uno donde había personas LGBTIQ+, donde consiguió hacerse respetar.
Estos casos demuestran la vulnerabilidad de las personas trans en México, donde tienen que combatir la violencia física por su identidad de género y la desprotección institucional. Es necesario que se adopten más medidas para que todas las personas, independientemente de su género, estén seguras y tengan los mismos derechos.
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