Ren Bragado, persona no binaria, ha denunciado públicamente el trato recibido al querer llevar a cabo su transición de género en el servicio de salud vasco, Osakidetza. Según su testimonio, obliga a pasar por la consulta de Psiquiatría para continuar con el proceso de transición. “Yo tenía clara mi decisión y pedí cita en la Unidad de Identidad de Género del Hospital de Cruce pasando por Endocrinología. A partir de ahí, me derivaron, en contra de mi voluntad, a la Unidad de Psiquiatría. En lugar de encontrar apoyo y comprensión, lo que me encontré fue una pared de dudas y cuestionamientos”, explica Ren.
Además, ha contado que se sintió un “conejillo de indias” durante su paso por la consulta de psiquiatría, ya que sentía que la doctora estaba buscando un trastorno psicológico que justificara negarle el tratamiento. Esta denuncia no es nueva para el colectivo trans, que lleva tiempo pidiendo que se elimine el paso obligatorio por Psiquiatría para poder iniciar el tratamiento de Osakidetza, dado que no ayuda a despatologizar la realidad trans.
Ren afirma que la psiquiatra relacionó su deseo de transición con supuestos traumas de su pasado, o que marcó como requisito para inicial el tratamiento de hormonas “que cambiase mi nombre y sexo legal”. “Ha intentado hacerme cambiar de opinión y ha puesto en duda mi identidad”. Además, tanto Ren como varios representantes del colectivo trans aseguran que se imponen “roles de género” para poder acceder a los tratamientos, “no puedes decir que eres bisexual. Si eres una mujer trans y quieres transicionar te tienen que gustar las Barbies, el rosa y los hombres. Y si eres hombre trans, las mujeres, el fútbol y las motos”, explican.
De igual manera, aseguran que pasar por psiquiatría no es una forma de despatologizar al colectivo y cuestiona tanto la autonomía como el derecho a tomar decisiones sobre su propio cuerpo. “Esta paternalización que la UIG hace sobre las personas trans y nuestras identidades nos despoja de cualquier autonomía y provocan que acudamos con miedo a un servicio que en otras circunstancias resultaría empoderante”, señalan.
La Ley Trans, de febrero de 2023, reconoce la voluntad de la persona como único requisito para cambiar de sexo en el registro a partir de los 16 años, por eso, denuncian como “los responsables de la primera acogida a las personas que solicitan su asistencia sean profesionales de Psiquiatría […] máxime cuando a ESK nos constan quejas de tratos intimidatorios y vejativos hacia estas personas por parte del personal facultativo”. Y añaden: “¿Con qué derecho estos profesionales deciden quién es trans y quién no? ¿Acaso las personas trans no han realizado un recorrido afectivo, personal y social como para no saber lo que son?”.
También denuncian la demora en la atención, nueve meses para la primera cita y hasta tres años para una operación. Desde Osakidetza han señalado que “no hay ninguna demora significativa para atender primeras visitas a Consultas Externas” y en lo referido a las intervenciones quirúrgicas “las mastectomías o mamoplastias se realizan semanalmente, por lo que, llevan cierta agilidad” aunque “el tiempo de espera en las vaginoplastias o faloplastias es mayor debido a que requieren un equipo especializado y otras infraestructuras, que solo están disponibles en el Hospital Universitario Cruces”.
Los colectivos trans expusieron que “exigimos el fin de la patologización de nuestras identidades, que no se impongan roles” en una rueda de prensa delante del Hospital de Cruces, donde tuvieron que soportar a un viandante que soltó improperios interrumpiendo la intervención. Un suceso que deja claro las barreras y dificultades a las que las personas trans se enfrentan en su camino hacia su afirmación de identidad.