Gergö Bese, un influyente cura católico húngaro cercano al primer ministro ultraconservador del país, Viktor Orbán, ha sido suspendido por la Iglesia católica tras conocerse su participación en orgías homosexuales y por haber mantenido relaciones homosexuales de larga duración, según ha informado el portal húngaro Népszava.
La Diócesis de Kalocsa-Kecskemét, bajo instrucciones del Vaticano, suspendió a Bese y abrió una investigación sobre “serias acusaciones” en su contra. Esta suspensión, según la Iglesia, es la medida disciplinaria «más severa» impuesta en Hungría. El párroco, conocido por ser el rostro público del cristianismo político del Gobierno de Orbán, había ganado fama como el «cura estrella del NER» (el círculo de empresarios y políticos afines al gobierno).
Bese ha bendecido el Palacio Sándor (residencia del presidente), el antiguo Monasterio de la orden de Carmelitas y las redacciones de medios afines al Gobierno como Megafon y Pesti Srácok. Además, la prensa húngara ha destacado que tenía vínculos económicos con el Gobierno, dos fundaciones ligadas al sacerdote que han recibido mediante subvenciones públicas más de 250.00o euros.
Miembros del Gobierno ultraconservador han comparado la gravedad de los hechos con los del caso Szájer, un eurodiputado homófobo y con ideólogo de Fidesz, el partido del primer ministro, que se descolgó por una cañería para tratar de huir de la policía al participar en pleno confinamiento en una orgía homosexual. La diferencia es que en el caso del cura hay vídeos y mensajes que confirman su participación en fiestas homosexuales, y algunas de esas grabaciones ya están en páginas de porno gay.
Bese ha dejado clara su postura homófoba, en lo que se denomina la “propaganda LGTBI” y que él considera como un “ataque” a la familia tradicional por parte de grupos liberales que “promueven una desviación de la normalidad”. Tras su suspensión el pasado viernes, Bese ha cerrado sus cuentas en redes sociales y en un comunicado ha pedido “perdón a todos los que he ofendido y decepcionado”; también reconoce “haber pecado contra la Iglesia” y su comunidad.
El Gobierno húngaro, que ha perseguido el colectivo LGTBIQ+ desde que llegó al poder en el año 2010, ha endurecido las leyes contra el colectivo. Entre sus medidas se encuentra la prohibición del registro legal del cambio de sexo, dificultar la adopción para parejas del mismo sexo y la aprobación de una ley inspirada en una norma rusa que vincula la homosexualidad con la pedofilia. Además, los menores de edad no pueden acceder a ningún contenido relacionado con el colectivo, ya sea en medios de comunicación, cultura o en el colegio.