Garci Romero dejó su pequeño pueblo de Badajoz nada más cumplir la mayoría de edad para estudiar en Madrid, donde vive a día de hoy, y comenzar a labrarse su propio camino. Estudió Comunicación Audiovisual, y a la vez continuó desarrollando sus pulsiones artísticas. Ama la escritura, el baile y la pintura, y no quiere renunciar a ninguna de esas vías para expresarse.
Acaba de publicar su segundo poemario, Ya no vivo allí, de manera independiente, y ya está escribiendo el tercero. Garci Romero ha volcado en su más reciente libro las experiencias que vivió con su primer novio, y siente que este ejercicio ha sido liberador, y le ha ayudado a valorar más su propia compañía. ¿Qué más ha aprendido con las experiencias que ha ido viviendo? Aquí lo comparte en primera persona.
BIEN PROTEGIDO
«Nací hace 25 años en Villafranca de los Barros, un pueblo de Badajoz. Recuerdo sentirme muy protegido allí durante toda mi infancia. Era muy risueño, y obviamente mariquita. Y tenía a mi madre y a mi hermana como a dos guardianas, mis paladines. A pesar de vivir en un pueblo pequeño, siempre me he hecho querer. Aunque también me señalaron y me insultaron en el colegio, por mi forma de ser me ganaba a la mayoría de gente. Hasta los machotes, que a veces me daban miedo porque eran gritones, me defendían [risas].
La conexión espiritual con mi madre es muy fuerte, y mi hermana siempre me lo ha dado todo, fue mi primera amiga. La relación con mi padre a día de hoy es cordial, pero siempre he mantenido una distancia con él; es mi padre y no me quedó otra que aceptarlo. Creo que ver que no era el proyecto de hijo que él imaginaba le generó heridas. Así que el mayor piropo que me pueden decir es que me parezco a mi madre«.
SALIDA DEL ARMARIO SANTIFICADA
«Hasta segundo de bachillerato estuve en un colegio de monjas, y yo, maricón [risas]. Allí conocí a personas que siguen siendo muy importantes en mi vida. A los 16 años salí del armario por todo lo alto, no solo con mi familia. En una convivencia, en un convento, salí del armario delante de todos los alumnos, algo impensable allí, porque nadie LGTB lo había hecho allí públicamente. «Soy gay, y seguro que hay personas aquí a las que les molesta», dije. Se quedaron todos helados, y de repente empezaron a aplaudir.
Eso me marcó, aunque nunca he tenido miedo de mostrarme como soy. Otra cosa que me marcó fue que participé en un concurso para que Christina Aguilera, mi ídolo, respondiese en The Voice a preguntas de los fans para que les diera un consejo vital. Pues la mía fue escogida, y ese ya fue el último empujón por parte de mis referentes para tirar adelante sin miedo al qué dirán».
MADRID, MADRID
«A los 18 me voy a Madrid a estudiar Comunicación Audiovisual, y descubro la «jungla gris», como la definí en mi primer libro de poesía, Galáctico. Hay que aprender sus tiempos, cómo es su gente…, porque, claro, no tenía nada que ver con la vida en un pueblo tranquilo de Extremadura. Lo triste es que, después de un tiempo fuera, volví a Madrid hace un año y me he encontrado la ciudad más compleja y peligrosa. Cuando llegué paseaba con un top por el centro y no sentía miedo, como sí me pasa ahora.
Pero Madrid siempre tiene un rincón para todo el mundo, solo tienes que saber encontrarlo. Aquí pude adentrarme en la danza urbana entrenando en la calle, como en las películas de street dance. Y fui encontrando la motivación para todo tipo de proyectos. Porque empecé a escribir con 16 años, pero no me imaginaba que en 2020 publicaría ya un poemario.
En Madrid he encontrado la motivación para desarrollar mis proyectos de manera independiente. Y es que todavía no he encontrado al 100% mi camino profesional, porque me considero poeta, bailarín y creador, no quiero cerrarme a una etiqueta. Mientras lo busco, dada la precariedad, por desgracia, pues a trabajar en la tiendas y en hostelería, cariño [risas]. No se me caen los anillos».
MÁS LIBRE
«Siendo gay, llegué muy libre a Madrid, con muchas ganas de conocer personas, de follar… Aunque lo que quería hacer ante todo era amigos. No soy de los que piensan ante todo con el pito… Recuerdo perfectamente la primera vez que quedé con alguien en Grindr, Álvaro, un brasileño del que nunca me voy a olvidar [risas]. A mí me suelen gustar los hombres corpulentos, gorditos, y él era todo lo contrario. Nos fuimos con el coche a un aparcamiento en un parque de Fuenlabrada, y recuerdo que puso la canción Passionfruit de Drake…, y así empezó todo.
He tenido la suerte de que nunca me han faltado pretendientes. Aunque muchas veces en fiestas, como por mi carácter soy muy echao p’alante, los hombres no se atreven a acercarse aunque me estén comiendo con la mirada. Fui poco a poco descubriendo más cosas de mi sexualidad. Porque al principio era muy cerrado en ser activo, pero aprendí cómo disfrutar también siendo pasivo. Y aprendiendo a aceptar mi feminidad, que en el pueblo era algo que procuraba ocultar.
Fue un proceso que empecé la primera vez que me puse tacones para bailar en un taller de heels. No me considero fluido, pero me me siento cómodo explorando ambas facetas mías, y desde que lo hago disfruto mucho más el sexo«.
VIAJE HACIA EL AMOR PROPIO
«Acabo de publicar mi segundo poemario, Ya no vivo allí. Lo terminé con 21 años, y me lo inspiró mi primera relación sentimental seria, aunque en el libro no hago alusión a esa persona en concreto. Quise narrar lo que supone tener tu primer novio, y cómo vives ese amor. Este libro ha supuesto una liberación, y un viaje hacia el amor propio. Siento que todas las personas creamos hogares en otras, sea tu madre, tu amigo, tu vecina o tu amante.
Igual que los creas, es fácil destruirlos, y he querido narrar ese proceso: «Ya no vivo allí, sino conmigo». A este ex, con el que me llevo bien, no le he dicho que en el libro hablo de él, pero imagino que lo va a intuir… Como me lo va a comprar, me gustará saber qué piensa cuando lo termine».
CREANDO COMUNIDAD
«Como artista independiente, lo que busco ante todo es comunicar con el público, y que a quien le guste lo que hago, lo apoye. No quiero ponerme expectativas, pero obviamente me gustaría ir teniendo nuevas oportunidades y poder expandir mi universo.
El camino es complicado, y lo que quiero es ir poco a poco, construir una comunidad orgánica a mi alrededor y seguir formándome. Aunque sea costoso, al final el resultado es más duradero. Hay que aprender a tener paciencia, no queda otra«.