En sus más de tres décadas de historia, (casi) todos los grandes de la lírica de esos años han pasado por este ciclo que, desde el escenario del Teatro de La Zarzuela, nos ha regalado noches maravillosas e inolvidables. Y maravillosa (y seguramente también se convertirá en inolvidable) fue la del pasado 11 de noviembre, con la siempre exquisita soprano francesa Sabine Devieilhe con la que comenzó la nueva temporada del Ciclo de Lied. Estaba recién llegada de La Scala de Milán, donde aún siguen enloquecidos con su Sophie en Der Rosenkavalier (El caballero de la rosa) de Strauss.
Sublime, delicada, perfecta –como siempre– en la coloratura, que en este caso nos llegó en las propinas, nos regaló una elegantísima noche en la que todo sonó con la naturalidad y sencillez de una canción de cuna. Como si dormir a un niño, o cantar como los ángeles, fuese tarea simple. Con ella, ambas cosas lo parecieron pese a el poco convencional programa con el que debutó en el ciclo del CNDM (Centro Nacional de Difusión Musical), de nuevo con Strauss con un más que importante protagonismo.
Junto a ella estaba el «perfeccionista» y estupendo pianista Mathieu Pordoy. Entrecomillamos lo de perfeccionista porque fue él mismo quien así definió a ambos en las propinas cuando repitió la canción de Liszt Die Loreley porque, según él, un problema con la partitura en el iPad impidió que resultase como a ellos les gusta cantar (y tocar). Esa fue la línea de un elegante recital en el que Sabine Devieilhe dejó claro, una vez más, porqué es una de las más distinguidas cantantes de la lírica actual.
En Madrid, en los últimos años la habíamos podido escuchar en el Teatro Real en Lakmé, junto a Xabier Anduaga, y como Micaela en la versión original de Carmen, a las órdenes de René Jacobs. En mayo de 2025 regresará al Real con Réquiem para Ophélie, un espectáculo basado en escenas de Hamlet de Ambroise Thomas y Requiem de Gabriel Fauré. Muchas ganas hay de verla en una ópera representada.
Tras el Liszt con el que comenzó la noche (y que repitió en las propinas por ese «desarreglo»), llegó un hermosísimo ‘ciclo de nanas’ con canciones de Schubert, Strauss, Liszt, Hadar… Los pianísmos de la Devieilhe ya se proyectaron durante toda la velada sobre el ambiente de La Zarzuela, un teatro perfecto para este repertorio, y la sublime voz de la soprano francesa ya nos dejó cautivados hasta el final. Con la segunda parte (canciones de Strauss, Boulanger, Chaminade, Teilleferre, Poulenc, Milhaud) terminó de enamorara la sala, sobre todo cuando cerró el programa oficial con el Hymne à l’amour de Margarite Monnot que inmortalizó Edit Piaf.
Ya en las propinas, y con Maurice Ravel, llegaron las grandes coloraturas, que Sabine Devieilhe borda con su voz como si fuese el más delicado y exquisito encaje frivolité. Cuando cantó el divertido aria El gallinero, de la ópereta Schnock, volvió a encontrar en su pianista Mathieu Pordoy al mejor alidado para cerrar una noche sublime, de esas que uno no quiere que acaben nunca.
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Una maravillosa manera de comenzar este Ciclo de Lied que, a lo largo de la nueva temporada nos traerá a figuras como la soprano Patricia Petibon, en una novedosa formación junto a la pianista Susan Manoff y al violonchelista Pierre La Marca; al tenor Julian Prégardien, con el pianista Kristian Bezuidenhout, con uno de los primeros ciclos de lied de la historia, Die schöne Müllerin de Franz Schubert; al barítono francés Ludovic Tézier, con el pianista Julius Drake; a los tambien barítonos Andrè Schuen (junto a Daniel Heide, en un recital que unirá a Schubert con Mahler), Konstantin Krimmel (con el pianista Ammiel Bushakevitz para cantar Franz Schubert y Carl Loewe); a la soprano Julia Kleiter, con el pianista Michael Gees (con lieder de Richard Strauss, Gustav Mahler y Johannes Brahms y a una aproximación a Arnold Schoenberg), o a el bajo Franz-Josef Selig, con Gerold Huber al piano, que explorará los imponentes lieder sobre Michelangelo de Dmitri Shostakóvich.
Lo dicho: el Ciclo de Lied del Centro Nacional de Difusión Musical –entidad que dirige con muy buen tino Paco Lorenzo– es una de las joyas de la corona musical de Madrid, y comenzó a lo grande, pero promete mucho más.