Afirma Laura Terciado (‘Terci’), periodista y creadora de contenido para redes sociales, ser conocida sobre todo por su andadura, ya finalizada, como copresentadora del –recientemente desaparecido, aunque prefiere no hablar de ello– podcast Maldito bollodrama. Acaba de publicar el libro La única lesbiana de Ávila, en donde comparte, con enorme sinceridad, sus experiencias como persona LGTBIQ+ desde niña.
Spoiler: con los años, Laura Terciado descubrió –lo sigue haciendo– que no es, ni mucho menos, la única mujer sáfica de la ciudad que le vio nacer. Pero, como tantes en el colectivo, su viaje hasta la autoaceptación no resultó fácil, tal y como cuenta. “Sé que no tengo la verdad absoluta, simplemente he querido compartir mi perspectiva de las cosas”, explica. Porque tiene claro que cada persona de la comunidad piensa de una manera.
SHANGAY ⇒ ¿Qué pretendías lograr con este libro?
LAURA TERCIADO ⇒ No he escrito un manual de lesbianas ni de chicas bisexuales, siento que todas nos podemos sentir identificadas de una manera u otra con lo que cuento. Nunca había pensado en contar mi historia, no es que tuviera una epifanía; fue una propuesta de la editorial, y la acepté.
«Nos han hecho sentir solas y únicas en el pueblo, la ciudad, el trabajo…, y es mentira»
SHANGAY ⇒ ¿Cómo te sentiste al empezar a hacer memoria?
LAURA TERCIADO ⇒ Fue complicado. De primeras me costó desligarme del ‘colectivo’. Y eso que a raíz de publicar el libro no sabes la de chavalas que han venido a las presentaciones o me han escrito por redes, de todas partes de España, diciéndome que han pasado por lo mismo. Nos han hecho sentir solas y únicas en el pueblo, en la ciudad, en el trabajo…, y es mentira. No somos una minoría, como pretenden que nos sintamos.
SHANGAY ⇒ ¿Por qué seguís siendo las lesbianas un grupo tan invisibilizado?
LAURA TERCIADO ⇒ Es uno de los motivos por los que está llamando la atención el libro, y flipo. Sigue chocando ver a una lesbiana hablando de lesbianas. Pasa igual en las charlas; a mí me llaman para un montón, y cuando me preguntan por otras con las que contactar, me cuesta hasta a mí dar nombres. Es algo que no termino de entender a estas alturas. ¡Si somos un montón! Quizá tiene que ver con que siempre nos han dicho que nos callemos, que no hace falta que nos visibilicemos… Por eso las bolleras seguimos siendo muy nicho. Y si no encajas en el patrón de la señora bollera activista o en el de Dulceida, a veces no sabes qué hacer.
SHANGAY ⇒ ¿Sientes que sigues sin encajar, como sugieres al final de tu libro?
LAURA TERCIADO ⇒ Sí. Siento que es algo que nos pasa a todas y a todes, porque nos siguen mirando todo el rato por la calle, incluso en Madrid. Y piensas que a lo mejor es verdad que no encajas… Incluso entre nosotras a veces nos miramos, ¿no? A veces veo a una pareja de chicas sáficas por la calle y no puedo evitar quedarme como «¡aaahhhh!» [risas]. Me cantaría tener una respuesta y esto superado; que al escribir el libro hubiese sentido una epifanía, pero no. Y mira que llevo años hablando del tema… Es importante generar esa conversación.
SHANGAY ⇒ ¿Te pusiste límites a la hora de lo que ibas a compartir?
LAURA TERCIADO ⇒ Algunas cosas no quise incluirlas en el libro porque no me han pasado por ser lesbiana, sino por vivir en un entorno concreto. Lo importante era compartir lo que pudiera aportar algo a otras lesbianas que lo lean. Porque este no es un libro de quejas, sino que con mis experiencias confío en ayudar a otras personas que se sientan en algún momento como yo. Por qué no quiero ir a casa por Navidad, por qué las parejas de otras personas de mi familia sí importan y por la mía no me preguntan nunca… Son cosas que importan, que generan una incomodidad. Y muchas veces no es cuestión de una agresión, basta con un silencio. Me ha dolido mucho no poder hablar esas cosas con nadie en muchos momentos de mi vida.
«Las bolleras seguimos siendo muy nicho»
SHANGAY ⇒ El libro refuerza tu posición como referente de visibilidad. ¿Cómo lo llevas?
LAURA TERCIADO ⇒ Bien. Es evidente que este libro no existiría si no me hubiese expuesto tanto. Ahora creo que ha llegado el momento de retirarme un poco a un lado. Ya me he abierto un hueco, que muchas veces se convierte en una cárcel. Porque llega un punto en que la gente no solo critica lo que opinas, también te pone verde si no opinas. Y yo no tengo opinión de todo. A veces me he equivocado al opinar, he llegado a ser muy categórica; con el tiempo me he dado cuenta. Todas estamos cambiando todo el rato. Siempre he sido muy terca e impulsiva, y ha llegado el momento de calmarme un poco y hablar desde otro sitio. No todo el mundo tiene que estar luchando todo el rato, porque es agotador.