'La vida breve' y 'Tejas verdes', durísimo bofetón de (triste) realidad en el Teatro Real

La obra de Manuel de Falla regresa al coliseo de la plaza de Oriente de Madrid junto a un estreno mundial compuesto por el zaragozano Jesús Torres: dos mujeres en dos cárceles –y dos óperas– muy diferentes. O, quizá, no tanto.

Un momento de la coreografía del famoso baile de 'La vida breve'. Foto: Javier del Real.
Un momento de la coreografía del famoso baile de 'La vida breve'. Foto: Javier del Real.
Nacho Fresno

Nacho Fresno

Plumilla poliédrico -escondido tras una copa de dry martini- que intenta contar lo que ocurre en un mundo más absurdo que random.

16 febrero, 2025
Se lee en 5 minutos

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El Teatro Real y La vida breve, de Manuel de Falla, tienen una relación de amor-odio desde la misma génesis de la la famosísima obra del compositor gaditano. Cuando se estrenó en Francia, fue en el casino de Niza –que en aquellos años quería competir en cosmopolitismo con el de Montecarlo– en abril de 1913. Meses más tarde, el día 30 de diciembre de ese mismo año, llegó a París. Para ambas premières se había traducido al francés el libreto de Carlos Fernández Shaw. Vio la luz al otro lado de los Pirineos porque no pudo estrenarla en ningún teatro español, que era lo que él pretendía, en concreto, en el Teatro Real.

Un año más tarde, el 14 de noviembre de 1914, Falla pudo estrenarla en el Teatro de La Zarzuela. Pero su sueño seguía siendo subirla al escenario del Teatro Real. Esa deuda tardó 83 años en resolverse: se saldó en 1997, en la reapertura del coliseo de la plaza de Oriente como sala de ópera, con un programa doble del compositor: La vida breve y el ballet El sombrero de tres picos. Fue el primer intento de aprobar esta asignatura pendiente.

Pero aquellos eran unos años convulsos en el Teatro Real. Muchos no veían estas dos obras de Falla como las idóneas para reinaugurar la sala, tras unos intentos, fallidos, de hacerlo de una manera más ‘internacional’ con Parsifal. Fue polémico, precipitado, muy cuestionado, entonces, en determinados círculos y élites culturales.

Ahora, con las aguas calmadas, y con el Teatro Real que ha consolidado a Madrid como una plaza lírica de primerísima división a nivel mundial, esta obra vuelve a su escenario en una versión radicalmente opuesta a la que vimos en la gala que devolvió la ópera al coliseo regio. Donde antes había costumbrismo, ahora se despoja de todo folclor a esta obra de un compositor que nada entre las músicas tradicionales de su tierra andaluza, los últimos acordes del Romanticismo de finales del XIX y la nuevas notas impresionistas de esos comienzos del pasado siglo XX.

Tejas verdes Teatro Real

Ana Ibarra (Doctora) y Natalia Labourdette (Colorina), en el estreno mundial de Tejas verdes, de Jesús Torres, en el Teatro Real. Foto: Javier del Real.

La vida breve es, sin duda, la ópera más conocida del compositor de las Siete canciones populares españolas. Ahora, en esa relación de amor-odio del Teatro Real con esta obra, se presenta en un programa doble con el estreno mundial de Tejas verdes, obra del zaragozano Jesús Torres. Las dos obras tienen un denominador común: su protagonista es una mujer oprimida, maltratada y humillada, en dos situaciones completamente diferentes –el barrio granadino del Albaicín y una cárcel de Chile en la dictadura de Pinochet– que el director de escena  sevillano Rafael Villalobos despoja de todo folclorismo para mostrarla en su más cruda desnudez. Un bofetón de triste realidad que nos llega desde el escenario del Teatro Real.

Un bofetón que nos recuerda «el estrépito insoportable del silencio» –así termina el libreto de Fermín Cabal de Tejas verdes– ante las atrocidades que se han cometido, cometen y, desgraciadamente, se cometerán en el mundo, y que aquí están reflejadas en el drama de Salud (en La vida breve) y Colorina (en Tejas verdes) subidas a escena por dos espléndidas sopranos que nos regalan los mejores momentos de la noche, Adriana González y Natalia Labourdette.

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'La vida breve', de Manuel de Falla, en su regreso al Teatro Real. Foto: Javier del Real.'La vida breve', de Manuel de Falla, en su regreso al Teatro Real. Foto: Javier del Real. 'La vida breve', de Manuel de Falla, en su regreso al Teatro Real. Foto: Javier del Real.'La vida breve', de Manuel de Falla, en su regreso al Teatro Real. Foto: Javier del Real. 'La vida breve', de Manuel de Falla, en su regreso al Teatro Real. Foto: Javier del Real.'La vida breve', de Manuel de Falla, en su regreso al Teatro Real. Foto: Javier del Real. 'La vida breve', de Manuel de Falla, en su regreso al Teatro Real. Foto: Javier del Real.'La vida breve', de Manuel de Falla, en su regreso al Teatro Real. Foto: Javier del Real. 'La vida breve', de Manuel de Falla, en su regreso al Teatro Real. Foto: Javier del Real.'La vida breve', de Manuel de Falla, en su regreso al Teatro Real. Foto: Javier del Real. 'La vida breve', de Manuel de Falla, en su regreso al Teatro Real. Foto: Javier del Real.'La vida breve', de Manuel de Falla, en su regreso al Teatro Real. Foto: Javier del Real. 'La vida breve', de Manuel de Falla, en su regreso al Teatro Real. Foto: Javier del Real.'La vida breve', de Manuel de Falla, en su regreso al Teatro Real. Foto: Javier del Real. 'La vida breve', de Manuel de Falla, en su regreso al Teatro Real. Foto: Javier del Real.'La vida breve', de Manuel de Falla, en su regreso al Teatro Real. Foto: Javier del Real. 'La vida breve', de Manuel de Falla, en su regreso al Teatro Real. Foto: Javier del Real.'La vida breve', de Manuel de Falla, en su regreso al Teatro Real. Foto: Javier del Real. 'La vida breve', de Manuel de Falla, en su regreso al Teatro Real. Foto: Javier del Real.'La vida breve', de Manuel de Falla, en su regreso al Teatro Real. Foto: Javier del Real. 'La vida breve', de Manuel de Falla, en su regreso al Teatro Real. Foto: Javier del Real.'La vida breve', de Manuel de Falla, en su regreso al Teatro Real. Foto: Javier del Real. 'La vida breve', de Manuel de Falla, en su regreso al Teatro Real. Foto: Javier del Real.'La vida breve', de Manuel de Falla, en su regreso al Teatro Real. Foto: Javier del Real. 'La vida breve', de Manuel de Falla, en su regreso al Teatro Real. Foto: Javier del Real.'La vida breve', de Manuel de Falla, en su regreso al Teatro Real. Foto: Javier del Real. 'La vida breve', de Manuel de Falla, en su regreso al Teatro Real. Foto: Javier del Real.'La vida breve', de Manuel de Falla, en su regreso al Teatro Real. Foto: Javier del Real. 'La vida breve', de Manuel de Falla, en su regreso al Teatro Real. Foto: Javier del Real.'La vida breve', de Manuel de Falla, en su regreso al Teatro Real. Foto: Javier del Real. 'La vida breve', de Manuel de Falla, en su regreso al Teatro Real. Foto: Javier del Real.'La vida breve', de Manuel de Falla, en su regreso al Teatro Real. Foto: Javier del Real. 'La vida breve', de Manuel de Falla, en su regreso al Teatro Real. Foto: Javier del Real.'La vida breve', de Manuel de Falla, en su regreso al Teatro Real. Foto: Javier del Real.

Ambas obras tienen en común, además del drama de estas dos mujeres, unos espléndidos interludios musicales, así como unas maravillosas páginas compuestas para coro y baile. En el caso de la obra de Falla, son mundialmente conocidas, y en el de la de Torres, sorprenden tanto por su belleza como por su fuerza dramática. El Coro Titular del Teatro Real, bajo los mandos de José Luis Basso, vuelve a demostrar no solo su altísimo nivel canoro (maravilloso el coro femenino de Tejas verdes desde todos los rincones de la sala al más puro efecto wagneriano) sino actoral. La Orquesta Titular del Teatro Real, bajo la batuta de Jordi Francés, cambia de registro sin bajar un ápice el nivel en estas dos obras con más cien años de diferencia y musicalmente tan diferentes. De la vanguardia con tintes de folclor de 1932, a la de 2025, con una partitura que sorprende y que llega a conectar con la sala: ¡milagro!

El espectáculo que une estas dos obras está muy bien pensado. Comienza La vida breve fusionando la historia con el que será el segundo plato, Tejas verdes. La cárcel de la segunda parte se cuela en la escena del barrio de Granada, al igual que el Albaicín tiene presencia al final de la velada. Un reparto compacto, en el que la mezzo Ana Ibarra hace un estupendo doblete (la abuela en la primera parte y la doctora, en la segunda), con voces tan solventes como la del estupendo Gerardo Bullón, ayuda mucho a llevar a buen puerto esta arriesgada y complicada propuesta.

El magnífico cuerpo de baile (al que no ayuda un vestuario más propio de una fiesta tipo MyPleasure que de un zapateado flamenco, por mucho que se quiera descontextualizar del folclore con coreografías con tintes fascistas) y la estupenda cantaora María Marín son las otras bazas que juegan a favor de estas dos obras en las que nos quedamos con muchas ganas de ver a Natalia Labourdette en un papel menos dramático que termine de coronarla como diva.

«Las campanas doblan y doblan, hasta que un día se detengan y los hombres mirarán aterrados a su alrededor». Este el el final de Tejas verdes. Todo un bofetón de triste realidad que nos dan desde el escenario del Teatro Real.

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