La actriz malagueña Mona Martínez puede presumir de una impecable trayectoria en la que ha podido demostrar con creces su versatilidad. Vuelve a hacerlo en el nuevo reto teatral al que se enfrenta, Los nuestros, escrita y dirigida por Lucía Carballal, que se representa en el Teatro Valle-Inclán del Centro Dramático Nacional. En el reparto la acompañan Miki Esparbé, Marina Fantini, Manuela Paso, Ana Polvorosa y Gon Ramos.
En Los nuestros, Mona Martínez interpreta a Reina, la hija mayor de una familia de origen sefardí, Su madre, Dinorah, acaba de morir en su casa de Madrid, y varios familiares se reúnen para complir con el avelut: el duelo judío que les hace reunirse durante siete días para procesarlo, apartados del mundo, olvidándose del ritmo frenético que continúa imperando fuera de las paredes en donde se han aislado.
Mona Martínez ya había interpretado un texto de Carballal, Las bárbaras, y al saber que en esta ocasión además la iba a dirigir no dudó un segundo, «era una apuesta a caballo ganador». Ahora asegura estar muy feliz de estar viviendo esta experiencia junto a la celebrada autora y directora. «Es un privilegio ver cómo conoce cada pensamiento de lo que ha escrito, cómo lo transmite y cómo te va conduciendo», explica. «Y estoy aprendiendo mucho sobre los propios prejuicios«.
SHANGAY ⇒ ¿Qué significa el teatro para ti?
MONA MARTÍNEZ ⇒ Mi vida no tendría sentido sin él. Suena un poco dramático, pero es así. Mi vida solo tiene sentido disfrutando de un trozo de campo, con cielo, tierra y árboles, o en un escenario, o una sala de ensayo, o en un entrenamiento con un compañero, para continuar con ese proceso continuo de aprendizaje que conlleva el teatro. Es así. Con todo lo que implica el miedo que conlleva la responsabilidad, el querer estar bien, el estar en ese mundo al que te enfrentas diariamente. Cada año que cumplo, más difícil me parece el teatro. Me consuela que Édith Piaf se ponía nerviosa antes de salir al escenario hasta el final de sus días [risas]. Aunque te confesaré que, para mí, el lugar más bonito del mundo es una butaca de teatro, incluso más que el escenario. Porque desde ella entras en otra dimensión, descubres otros mundos.
«Para mí, el lugar más bonito del mundo es una butaca de teatro»
SHANGAY ⇒ ¿Cómo describes el mundo de Los nuestros?
MONA MARTÍNEZ ⇒ Cuenta el encuentro de una familia. Que solemos tenerlos, y a menudo, obligados. En este caso, mi personaje lo propicia para llevar a cabo un ritual judío que me parece bellísimo, para hacer un duelo, en todos los sentidos: por la persona que se ha ido, por todo lo que tienes que abandonar con tus vínculos cercanos… Y en ese duelo surgen todos los conflictos que conlleva enfrentarse todos juntos a esa pérdida.
SHANGAY ⇒ Muchas veces tememos que esos encuentros familiares tememos no van a salir bien…
MONA MARTÍNEZ ⇒ Lucía [Carballal] ha escrito una obra bellísima y meticulosamente construida, para definir cada uno de los personajes, de los roles que cumplimos en la familia… Igual que Reina pretende con ese duelo honrar a su madre y a sus antepasados, en este caso hay que honrar también a una persona viva, como es Lucía, por el texto que ha escrito.
SHANGAY ⇒ La propia autora ha comentado en alguna entrevista que era consciente de los prejuicios que podría despertar que la familia sea sefardí, y que el rito que les une sea judío…
MONA MARTÍNEZ ⇒ La palabra «judío» nos sigue sonando mal. Y he visto de cerca que si hablaba de que la familia de la función era judía, casi todo el mundo hacía un gesto, físico o verbal, o decía «uy, pero no es el momento, ¿no?». Y tú dices: «¿Por qué no?». Qué maravilla que el teatro pueda decirlo así, porque no es algo que vaya más allá, no se busca reivindicar nada en ese sentido con esta obra. Seguimos sorprendiéndonos con tantos prejuicios y tanta dificultad para entender al otro, así que me parece el momento perfecto para Los nuestros.
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SHANGAY ⇒ Siempre es positivo que el teatro nos ayude a enfrentarnos a miedos y prejuicios, ¿verdad?
MONA MARTÍNEZ ⇒ Claro. A ver qué sientes al escuchar la palabra «judío» desde la butaca, por ejemplo. Estamos en tiempos de crisis, con invasiones y muertos, y siento que tenemos que ir hasta el fondo de la cuestión y plantearnos de una manera profunda qué sentido tienen las guerras. Porque no lo tienen. ¿A quiénes le siguen interesando? Porque ya está bien. Te lo digo porque mi padre combatió en «la quinta del biberón» [en nuestra guerra civil] y desde que fui consciente de ello siendo adolescente, aunque no se hablaba de ello, entendí que ese tipo de reflexiones sobre los conflictos hay que hacerlas. Recuerdo que le dije a mi padre «yo hubiese desertado». Pero, en este caso, Los nuestros habla de los conflictos primordiales, los de la familia.
SHANGAY ⇒ ¿Cómo te ves encarnando a Reina?
MONA MARTÍNEZ ⇒ Lucía me ha conducido a un lugar inquietante, en el que da vértigo estar. Tiene que ver con el hecho de ser una matriarca. Como dice ella, «niña emigrada, primogénita, representante de una ilustre saga llamada a perpetuar lo que sus antepasados conservaron durante 500 años». Échate eso a la espalda… Lucía ha creado a una mujer elegante, muy firme en sus convicciones y a la vez muy frágil.
SHANGAY ⇒ Nada que ver con uno de tus más recientes papeles en cine, en la película Donde pasa el silencio, de Sandra Romero, donde se agradece además la naturalidad con que están tratadas las vivencias LGTBIQ+ de uno de los personajes…
MONA MARTÍNEZ ⇒ Es una película muy bonita, y fue una experiencia especial rodarla, aprendí mucho. Sí, está muy bien tratada la circunstancia LGTBIQ+, porque es algo que tanto Sandra [Romero, directora y guionista] como Antonio [Araque, el protagonista, gran amigo de la directora, cuyas experiencias reales están reflejadas en la cinta] lo han vivido cuando estaban en el pueblo. Algo que, por desgracia, aún existe en muchas parte [en este caso, habla de Écija, de donde son Romero y Araque]. En la película es un elemento más de sus vidas, que no se separa de la cotidianeidad; no se pone como un punto aparte ni un conflicto a resolver, y así debe ser. Como en esta función: que los personajes sean judíos es una circunstancia más, que da lugar a un ritual específico. Al final, a lo que tenemos que aspirar es a que lo natural sea entender a las personas en sus conflictos.
«Tenemos que aspirar a que lo natural sea entender a las personas en sus conflictos»
SHANGAY ⇒ Da la sensación de que no paras de trabajar… ¿Es así?
MONA MARTÍNEZ ⇒ Ese es un peligro de las redes sociales [risas]. La gente me lo dice, pero la realidad es que no tengo una casa en propiedad, sigo siendo poco más o menos que mileurista, porque a Hacienda, como tengo varios pagadores, le doy una pasta… Afortunadamente, salgo de un proyecto y me meto en otro. Y le dedico a cada uno mucho tiempo, también previo. Si Los nuestros me la ofrecieron en junio, desde entonces la he estado preparando. Lo mismo con una película que va a ser bellísima, que he rodado en Paraguay.
SHANGAY ⇒ ¿Qué puedes adelantar de ella?
MONA MARTÍNEZ ⇒ Se titula Narciso, y la ha dirigido Marcelo Martinessi. Está ambientada en la dictadura de Stroessner en Paraguay, y habla del ‘caso 108’, una persecución que se hizo a 108 hombres homosexuales en Asunción, cuyos nombres se pusieron en una lista por toda la ciudad, y que fueron capturados y torturados. Marcelo está muy comprometido con cuestiones que han sucedido en su país que se exige contar, para que se entiendan en el resto del mundo.