Enrique Gimeno presenta en Madrid la sorprendente autoficción teatral LGTBIQ+ 'Ganímedes en la piscina'

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No es un ajuste de cuentas con el pasado: más bien es un repaso a la memoria que construimos para sabernos conducir en el futuro. Enrique Gimeno (Valencia, 1985) concibió Ganímedes en la piscina sobre un recuerdo suyo infantil que afloró en su madurez, y al que no dio absoluta credibilidad al principio: una agresión sexual por parte de un amigo de sus padres, un domingo de primavera en la piscina de su casa familiar, unos días después de su primera comunión.

Partiendo de sus propias dudas sobre el relato, Enrique Gimeno analiza su situación presente y las relaciones interpersonales que ha tenido a lo largo de su vida bajo la nueva luz que aporta este abuso negado por su razón y soterrado en el inconsciente.

Gimeno es ese Ganímedes, copero de los dioses del Olimpo que no deja de ser, según la historia mitológica, un efébico adolescente secuestrado y sexualmente abusado por el dios Zeus, que como premio lo vuelve inmortal, sí, pero también un esclavo ornamental eternamente a sus órdenes. “Encontré muchos paralelismos entre ese abuso de Zeus y los patrones de relación con muchos hombres en mi vida: no sólo el señor que abusó de mí a mis ocho años. También con mi propio padre, novios antiguos o mi última pareja. Y aún más: Ganímedes termina sirviendo ambrosía a los dioses, y yo mismo he compaginado mi trabajo como cineasta, dramaturgo y actor trabajando en un bar, sirviendo copas”, reconoce.

Gimeno, formado como intérprete y dramaturgo en la RESAD y en la London’s International Drama School Rose Bruford College, ya había tratado las relaciones de abuso, maltrato y dominación en dos premiados cortometrajes LGTBIQ+, Según Mateo (2017) y El joven Diego (2021), de larga carrera internacional, que pueden verse en la plataforma Filmin. Los rodó junto a su entonces pareja, con la que también gestionaba un conocido garito madrileño, el Cazador, que servía de lugar de reunión para buena parte de la comunidad artística y audiovisual LGTBIQ+ de la capital, y que acaba de cerrar hace apenas unas semanas para sorpresa de todos.

Algo en absoluto ajeno al sentido último de esta obra teatral: la tesis de Gimeno es que, amparado en la propia tradición cultural grecolatina que nos modela aún hoy, el patriarcado fomenta una serie de estereotipos tóxicos en las relaciones que actualmente, en una época de exposición individual constante a través de las redes sociales, no hace otra cosa que fomentar y apuntalar las conductas narcisistas y el abuso de poder de unos sobre otros incluso en el ambiente íntimo de las relaciones afectivo-sexuales.

Es decir, que los hombres, homosexuales, bisexuales y heteros tienen interiorizados comportamientos en las relaciones íntimas que son abiertamente abusivos con los demás, pero que asumimos como normales, lógicos e invariables, por mucho dolor que nos causen. “La he enfocado también relacionándolo con la cultura del porno, y cómo hemos interiorizado esa forma de relacionarnos tan sexualizada, sin pararnos a analizar. Es una relación que asume también unos roles, entre lo masculino y lo femenino, y que son además intercambiables. Yo puedo ser Ganímedes, pero no me eximo de haber actuado como Zeus con otras personas. Creo que en esa visión de espejo se encuentra el verdadero sentido que puede abrir un debate sano sobre cómo y por qué perpetuamos estas conductas nocivas, y cómo solucionarlo”.

Gimeno, que ha demostrado su talento en la puesta en escena con dos performances de profundo contenido simbólico, La bola negra (estrenada en el Festival Surge en 2019), sobre la homofobia interiorizada en la obra y vida de Federico García Lorca, y Chicle, también desarrollada en el interior de una estructura hinchable que estrenó en Teatros del Canal en 2023 y continúa en gira, convierte este monólogo teatral un espectáculo que se mueve entre tiempos (pasado, presente y futuro) y mitos (los grecolatinos y cristianos entre otros).

La presencia del director-autor interpretándose a sí mismo desde diferentes momentos vitales provoca una desgarradora sensación de hiperrealidad en un entorno poético y generacional, la habitación de cualquier joven homosexual actual, con sus gadgets y sus looks fetiche, la presencia ubicua de pantallas a las que se dedica una atención constante y la necesidad impracticable de huir de uno mismo, de nuestras incomprensibles acciones y reacciones que son casi una prisión psicológica intangible y la máxima expresión de nuestra fragilidad.

Ganímedes en la piscina es un drama que a veces es íntimo y otras político, que también transita la tragicomedia y se resuelve como una catarsis liberadora. El público ya lo ovacionó en pie en su presentación en Madrid hace dos años. Su reestreno no deja de ser una gran oportunidad para reencontrarse con uno de los mejores textos LGTBIQ+ de la escena española actual.