Realidad LGTBIQ+ en la ficción actual: del technicolor al arcoíris

Vivimos un momento muy interesante en cuando a representación LGTBIQ+ en la ficción, y merece la pena repasar algunos de los personajes que evidencian esa gran diversidad.

Imágenes de las ficciones 'Todo saldrá bien', 'Mi reno de peluche', 'Mariliendre' y 'Muy lejos'.
Imágenes de las ficciones 'Todo saldrá bien', 'Mi reno de peluche', 'Mariliendre' y 'Muy lejos'.
Luisgé Martín

Luisgé Martín

Luisgé Martín es articulista y escritor. Su última obra publicada es '¿Soy yo normal?' de Anagrama.

30 mayo, 2025
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El cine y la televisión son los que mejor definen desde hace décadas lo que está pasando en el mundo. Cómo somos y cuál es el espíritu de nuestra época. A través de las pantallas, por lo tanto, podemos saber qué significa ser LGTBIQ+ ahora. Y las noticias son buenas, a pesar de que, mirando los periódicos y viendo quién gobierna en cada vez más países, pudiéramos creer que hay que echarse a temblar.

Hace años, cuando yo era joven, el cine LGTBIQ+ era una rareza. Los trans y las lesbianas no existían, y los gais eran enfermos, suicidas, corruptores de menores o asesinos. Desde Al Pacino en Cruising (aquí se tituló A la caza) hasta Tom Hanks en Philadelphia, solo íbamos al cine –muy de tarde en tarde– a buscar el cilicio.

Fotograma de la película 'Cruising'.

Al Pacino en ‘Cruising’

Más tarde, la industria audiovisual empezó a abrir la mirada y a reconocer una cierta normalidad, aunque los estereotipos y el conflicto seguían estando en el centro. En España son todavía célebres las series Al salir de clase, donde Alejo Sauras daba vida a un adolescente gay, y Aquí no hay quien viva, en la que Mauri y Fernando formaban la primera pareja homosexual televisiva feliz e integrada, en clave de comedia y sin final trágico.

«Hay decenas de películas y de series en las que la condición sexual no es ya un conflicto, sino un detalle»

Los personajes LGTBIQ+ explotaron definitivamente en la ficción adolescente, en esas series de instituto o de college en las que no podían faltar parejas de homosexuales y de lesbianas y algún personaje trans o no binario.

¿Qué es lo que ha ocurrido en los últimos tiempos que debería traernos optimismo? Que hay decenas de películas y de series en las que la condición sexual no es ya un conflicto o un motor, sino un mero detalle. Es decir, aparecen personajes que simplemente son LGTBIQ+. Como en la vida. Protagonistas o secundarios. Con conflicto sentimental o sin él. Guapos y feos, jóvenes o mayores, bondadosos o hijos de puta. Esto, a mi juicio, empieza a ser la normalidad con la que siempre habíamos deseado.

Ficción LGTBIQ+. Ilustración: Iván Soldo

Ilustración: Iván Soldo

Algunos ejemplos de la última hornada. En Legado, una ficción sobre la corrupción, el periodismo y la política, el personaje que interpreta Jose Coronado es bisexual. ¿Tiene algún sentido argumental su bisexualidad? Ninguno, simplemente lo es, una pincelada más en la complejidad del mundo.

En Manual para señoritas, una comedia de época sobre la figura de las carabinas –que se encargaban de encontrar novio a las señoritas de la alta sociedad–, aparece una pareja de lesbianas con tantos problemas sentimentales como el resto de las parejas.

En Mi reno de peluche, que trata el tema del acoso sexual y de los abusos, el protagonista tiene una novia trans que, en medio del dramatismo general, parece casi el único personaje normal de la serie. Sigue habiendo películas centradas en el conflicto de la identidad y en la marginación social, por supuesto. En Muy lejos, Mario Casas camina con sutileza sobre el alambre de la masculinidad tóxica. En Emilia Pérez se construye uno de los personajes trans más poderosos y complejos de la historia reciente del cine. En la hongkonesa Todo saldrá bien, una lesbiana lucha para que se reconozcan sus derechos después de la muerte de su compañera de vida. En Mariliendre o Red Flags se sigue explorando la sexualidad abierta y difícil. Y la tercera temporada de The White Lotus se atreve incluso con uno de los mayores tabúes: el incesto homosexual.

Pero el paisaje general es más diverso y lleno de matices que nunca. Encontrar en las pantallas la realidad LGTBIQ+ no es ya una tarea heroica y laboriosa, sino cada vez más natural. Por eso, aunque nos llamen de nuevo maricones, bolleras y travelos por la calle, cabe creer en que los malos tiempos no volverán. Porque el cine siempre es más que cine.

LUISGÉ MARTÍN ES ARTICULISTA Y ESCRITOR. SU ÚLTIMA OBRA PUBLICADA ES ¿SOY YO NORMAL? (ANAGRAMA)
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