El nuevo cortometraje LGTBIQ+ de David Mora, Mear, se ha convertido en una de las piezas más compartidas y comentadas de las celebraciones del Orgullo de este año. Con apenas 2 minutos y 46 segundos de duración, rodado en formato vertical para redes sociales, ha superado las 700.000 visualizaciones en menos de una semana solo en Instagram. Una muestra de que hay historias necesarias que encuentran su público cuando se piensan para el formato adecuado.
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Protagonizado por Leo Ivanchenko (David) y Julio Batalla (Isaac), Mear aborda un miedo tan íntimo como universal: ese primer beso que se reprime por temor. En el corto, Isaac confiesa que se meaba en la cama hasta los 12 años, y David admite que nunca ha besado a nadie. Entre risas y silencios cómplices, los dos amigos descubren que sus miedos se parecen: besa quien no puede reprimir sus ganas, igual que mear es algo natural que no se puede contener. Esa metáfora sencilla y poderosa sirve para explorar la vergüenza, la valentía y la nostalgia de crecer sin poder amar con libertad.
El director David Mora –que ya firmó otros trabajos LGTBIQ+ como Pajas, iLove, Dos veintitrés o Pistacho– ha explicado que Mear está dedicado a quienes no pudieron tener un romance en el instituto por miedo al rechazo. “Este corto es para todas esas generaciones que no pudimos disfrutar del tonteo en clase, de pasarnos notitas o de los amores de verano”, ha explicado Mora. Su intención es que ninguna generación más se quede sin vivir su primer beso de verdad.
Rodado verticalmente para aprovechar la difusión en redes sociales, el corto busca llegar al público joven allí donde consume contenido: el móvil. “Muy poca gente se pone a buscar cortometrajes por Internet o va a festivales especializados. Pero si lo hacemos para redes sociales, podemos llegar incluso a un adolescente en un pueblo pequeño y conservador que necesite ver historias así para aceptarse”, cuenta el director.
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Los actores también destacan el valor del proyecto. Leo Ivanchenko subraya el mensaje necesario para cambiar mentalidades, y Julio Batalla resalta la simpleza y universalidad del guion, capaz de interpelar a cualquier generación. Mear confirma así el poder del cine breve y social para romper silencios y reivindicar el derecho a amar sin miedo.