Asus 25 años, Julio Peña sabe bien lo que significa estar en el ojo del huracán y vivir un fenómeno fan en toda regla. Haber protagonizado jitazos en plataformas como A través de mi ventana y el spin-off de La casa de papel titulado Berlín (actualmente se encuentra inmerso en la grabación de la segunda temporada) le ha permitido saborear la viralidad a lo grande. Lo de ahora es diferente. Porque convertirse en ‘chico Amenábar’ en su nueva película, El cautivo, es otra cosa. Y es que es el protagonista de una de las películas españolas más esperadas de la temporada, en la que interpreta nada menos que a Miguel de Cervantes.

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En El cautivo, Alejandro Amenábar propone un viaje al Argel del siglo XVI, concretamente al período de cinco años en los que nuestro escritor más ilustre estuvo preso allí. Se centra en cómo comenzó a desarrollar su arte como narrador, a pesar de las duras circunstancias en que se hallaba, y cómo se convirtió en espectador activo de una sociedad en donde convivían diferentes culturas, y el hedonismo y la permisividad sexual invitaba al disfrute. Es más, el director plantea la posibilidad –es más, la muestra– de que Cervantes tuviese una relación con su captor y señor durante el cautiverio, el bajá de Argel (interpretado por Alessandro Borghi).
La aventura para Julio Peña ha sido importante a todos los niveles, incluido el físico (“tuve que perder diez kilos, telita”). Con total sinceridad, comparte que cuando obtuvo el papel florecieron las inseguridades. “La primera sensación que tuve fue la de no saber si estaba preparado. Para empezar, porque iba a hacer un personaje de unos treinta años cuando en ese momento yo tenía veintitrés. Me preocupaba dar el cante en todos los niveles. Porque, al final, es una película de Amenábar, un director que tiene su peso”.
«El cautivo ha sido un viajazo superbonito, he crecido un montón»
No sabía dónde se metía, pero ahora, con perspectiva, no puede estar más feliz de haberse embarcado en la aventura. “Ha sido un viajazo superbonito, he crecido un montón tanto en lo profesional como en lo personal”.

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Con diez kilos menos y las entradas del pelo afeitadas, interpretando a un Cervantes de diez años más cautivo en una cárcel en Argel, cuenta que le resultaba complicado mantener un nivel de autoestima óptimo, pero tenía que esforzarse por la categoría del personaje. “Sabía que merecía la pena todo el esfuerzo por lo que iba a suponer de crecimiento para mí un personaje tan complejo, que me ha dejado poso”. Cuenta que de su Cervantes se ha quedado con ciertas actitudes que le ayudan en su día a día: “Por ejemplo, ya no me ando tanto con chiquitas; sé decir lo que quiero y soy más directo a la hora de expresar lo que siento. Es lo que tiene haber interpretado a un genio en su proceso de crecimiento, con ese punto como de profeta”.
Vayamos a la cuestión que más está dando que hablar de la película, y es la posible homosexualidad de Miguel de Cervantes, que Amenábar visibiliza en la película. “Tuvimos muchas charlas Alejandro y yo en su despacho, frente a frente. Hablábamos de todo tipo de temas: de religión, de sexualidad, de cómo se veía en aquella época la familia… Lo realmente interesante era que lo que él quería plantear iba más allá de si era o no homosexual, sino que en aquella época mucha gente podía tener pensamientos o impulsos que no podían explicarse o igual ni permitirse”. Reconoce que de primeras le entró miedo cuando le explicó lo que quería mostrar. “Le dije ‘por favor, Alejandro, a ver dónde nos metemos, vamos a hacernos la vida fácil…”, recuerda entre risas.

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No tardó en cambiar de opinión. “Al día siguiente le dije que teníamos que ir a por ello cien por cien. Porque no es lo más importante de una película en la que se cuenta el viaje de ese persona, pero la homosexualidad en Argel era una realidad, y Cervantes se encuentra cara a cara con ella. Lo interesante es cómo reacciona”. Tiene claro que no se sabe si realmente sucedió, “pero es algo que enriquece la historia. Que cada cual decida si lo cree o no, esta es la versión de la historia que ha decidido contar Amenábar. ¿Alguien va a decir que Cervantes es menos genio si se besó con un hombre en Argel? Para mí lo importante es que hace que el conflicto resulte más rico. Y me hace hasta gracia que pueda haber gente que se cabree”.
«Si a mis fans les entran ganas de ver más películas de Amenábar, y cine clásico, me hará muy feliz»
Julio no puede estar más feliz por sus compañeros de reparto. Empezando por Alessandro Borghi, con quien se da ESE beso, y del que destaca, ante todo, el respeto mutuo que hubo entre ellos durante el rodaje. «Luego, imagínate… Trabajar con Miguel Rellán ha sido un regalo, porque, además de un actor del copón es una persona magnífica y entrañable. Y con José Manuel Poga, Fernando Tejero, Luis Callejo… Cuando recibo comentarios de que estoy al mismo nivel que todos ellos, mucho más experimentados, es un piropazo, como te podrás imaginar«. La presión era mucha, sobre todo la que él mismo se imponía. «No llegan tantas oportunidades así en la vida. Si el guion tenía 154 secuencias, yo salía en 128; apenas tuve dos días libres en todo el rodaje. Y todos los días comenzaba con tres horas de caracterización… A pesar de lo duro que fue físicamente, lo mas importante es el que personaje me resultó supergustoso».
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Será interesante ver cómo reacciona esa legión masiva de fans teenagers que ya tiene ante El cautivo, y para Peña es todo un desafío. “Busco hacer personajes muy diferentes, y, joder, también está guay dejar a la gente un poco loca… Para eso está el cine”, afirma sonriendo este gran fan de Alien, el octavo pasajero, la primera peli que le voló la cabeza. “Habrá mucha base mía de fans que quizá no hayan visto películas de Amenábar, o cine más clásico. Si les entran ganas de descubrirlo, me hará muy feliz”.

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