Fernando Delgado-Hierro ha escrito, y protagoniza junto a Pablo Chaves, la función Los Remedios, que representan desde el viernes 19 de marzo en el Teatro María Guerrero del Centro Dramático Nacional.
Los dos actores saben bien de lo que hablan en esta obra, dirigida por Juan Ceacero. Ambos nacieron en el conocido barrio sevillano –se conocen, además, desde niños–, y Fernando utilizó para crear el texto experiencias y anécdotas vividas por ambos.
Los Remedios es un ejercicio de autoficción en el que, entre ambos, actores interpretan a una veintena de personajes. Hombres y mujeres (“incluso hacemos de nuestras madres”). En un viaje en el que pasan de estar en algunos momentos completamente disfrazados a mostrarse casi desnudos en otros (“al desnudarnos, en cierto modo renacemos, vemos qué hay bajo los disfraces y las apariencias”). Una aventura con la que Delgado-Hierro vuelve al Centro Dramático Nacional, donde ya ha mostrado su talento en funciones como Bodas de sangre, dirigida por Pablo Messiez, o Man Up, de Teatro en Vilo.
«Me resistía a ser solo actor, sin estar vinculado a la creación de proyectos, porque siempre he escrito»
Sin rastro de acento sevillano cuando se explica (“se me quitó nada más llegar a Madrid en 2009; lo justifico porque soy muy tímido y no quería llamar la atención”), Fernando confiesa que el germen de la obra fue su título (“quería hablar de nuestro barrio, de nuestros orígenes”). Asegura que también confiaba en que ese trabajo le permitiese reafirmarse en por qué hace teatro. “Estaba en un momento de crisis. Terminé la RESAD, estaba metiéndome en la rueda de ir encadenando trabajos, y no podía dejar de pensar que eso no era real para alguien que venía de Los Remedios, Sevilla. Allí no se concibe que alguien pueda dedicarse a un trabajo artístico, y yo lo había logrado”. Pero no era suficiente. “Me resistía a ser solo actor, sin estar vinculado a la creación de proyectos. Porque siempre he escrito”.
Superó su crisis no solo escribiendo Los Remedios, también coprotagonizándola. “Recuperé la dinámica de lo que hacía con Pablo [Chaves] desde que éramos pequeños, porque los dos empezamos a hacer teatro juntos en el colegio, y siempre le liaba para hacer cosas”. De manera que también le da crédito a su compañero por su inspiración. “No es que yo escribiera el texto y se lo enseñara terminado; hablaba con él, improvisábamos… Está hecho a la medida de los dos, para sacar todo lo que ambos necesitábamos expresar”. En la función ha incorporado recuerdos familiares de los dos, figuras como profesores que les marcaron, parejas que han sido importantes para ellos… “Pero también hay una parte de ficción; porque aunque uno quiera ser muy fiel a lo que siente, en el momento en que todo eso lo conviertes en teatro, lo lleva todo hacia otro sitio”.
«Mi relación con el teatro ha sido siempre cercana al masoquismo»
A través de la función, conoceremos mejor tanto a sus protagonistas como el barrio en donde crecieron. “Es interesante, porque es un barrio residencial muy conservador, muy, muy de derechas en general, construido en tiempos del franquismo, en los 50, y en el que siempre hubo mucha represión”. Delgado-Hierro quiso quitarse de encima cuanto antes la necesidad de venganza, de ajuste de cuentas hacia esas personas que no les hicieron la vida fácil cuando crecían. “En el fondo, es un ejercicio de mucho amor; sí, criticamos ciertas cosas, pero desde la deconstrucción y una mirada amorosa”.
Si bien se confiesa muy tímido, no tiene problema en enfrentarse al pudor de compartir vivencias muy personales en la obra. “Es que mi relación con el teatro ha sido siempre cercana al masoquismo”, explica sonriente, “de enfrentarme a mis miedos a través de él. Llevo actuando desde los ocho, y durante muchos años vomitaba siempre antes de salir a escena”. Merecía la pena por la sensación de liberación que le poseía al salir al escenario. Y, por suerte, hace mucho ya que no llega al vómito por culpa de esos nervios previos. “Actuar para mí es un ejercicio de exorcismo. Y el teatro es un lugar donde reencontrarme con la gente”. Asegura que, de pequeño, sentía que no encajaba en el barrio. Pero haciendo teatro se sentía valorado, y por fin podía comunicarse con la gente y mostrarse. “Sigue habiendo algo de eso; al ponerme frente a la mirada de los demás sigo entendiendo quién soy”.
«Pienso seguir peleándome con aquellos pensamientos que sienta que hay que replantearse»
También le ayudó a conocerse mejor su anterior estreno en el Centro Dramático Nacional, Man Up, de la mano de Andrea Jiménez y Noemí Rodríguez, una potente deconstrucción de los tópicos asociados al género y las masculinidades tóxicas que siguen campando, desgraciadamente, a nuestro alrededor. “Fue un proceso muy chulo y a la vez duro”, confiesa. “Porque yo no me consideraba machista ni nada parecido, pero al ver ciertas cosas que plantea la obra, al pararme a pensar en ellas, me di cuenta de lo mal que están”.
Así que no solo el público reaccionaba ante ella. “Puse en cuestión cosas de mi propia masculinidad, y he cambiado mucho. Siempre me he sentido muy conectado con mi lado lado femenino, y me parece que en la experiencia artística también hay que saber encontrar el equilibrio con el masculino”. Asegura que a raíz de Man Up le ha surgido la necesidad de leer más sobre feminismo y textos escritos por mujeres, para ver las cosas desde otros puntos de vista. “A veces me siento culpable de cómo me he comportado en ocasiones. Incluso me ha hecho reflexionar sobre relaciones con alguna novia mía, porque parecía que la fragilidad tenía que estar siempre en su lado. Cuando yo me he sentido frágil, me he dado cuenta de que es una mierda, y entonces veo que quizá no había sido capaz de ayudarla a reafirmarse… Te das cuenta de que hay muchas cosas que repensar”.
El actor y autor, pues, se muestra en proceso de deconstrucción, personal y artística, constante. “¡Totalmente!”, confirma entre risas. “Tengo la suerte de poder hacerlo apoyándome en la ficción. El teatro me ha salvado de muchas cosas. Y pienso seguir peleándome todo el rato con aquellos pensamientos que sienta que hay que replantearse”.
FOTOS: ADRIÁN NUCELAAR
FOTO FUNCIÓN: LUZ SORIA
LOS REMEDIOS SE REPRESENTA DEL 19 DE MARZO AL 18 DE ABRIL EN LA SALA DE LA PRINCESA DEL TEATRO MARÍA GUERRERO (C/TAMAYO Y BAUS, 4), EN MADRID