Es una voz habitual de los más prestigiosos teatros de Europa, como la Ópera de Viena, Staatsoper de Berlín o la Ópera de París, donde el pasado mes enero cantó Pamina en La flauta mágica de Carsen, en una versión en streaming y sin público (recordemos que entre los grandes coliseos del mundo, solo el Teatro Real de Madrid mantiene prácticamente inalterable su actividad). Ahora, Julie Fuchs dio en los jardines de Hacienda de Abajo –en la isla canaria de La Palma– una lección de buen canto (y de glamour) en un nuevo concepto de acercar la cultura a la no menos nueva realidad que nos toca vivir, y que se ha bautizado como #ÓperaEntrePlataneras.
Los canarios, desde sus nidos en los árboles, se atrevieron a hacer duetos con ella, creando una fantasía irreal, imposible de describir con palabras. Lo hizo justo un mes después de su Turco en Italia en el San Carlo de Nápoles. ¡Una francesa cantando a Rossini en el teatro en donde el propio compositor fue director! Esta función fue, de nuevo, una versión también es streaming y sin público. Eso, para un artista, es un auténtico desastre. Ella misma se encargó de resaltarlo en los exuberantes jardines de Hacienda de Abajo –rodeados de plataneras y de especies botánicas de todo el mundo– en una exquisita velada que se cerró con una fascinante experiencia gastronómica a manos de José Alberto Díaz, chef de la casa (responsable del único Sol Repsol de la isla).
Fue una especie de reinvención de Glyndebourne, pero todo al aire libre, en donde la excelencia canora va de la mano de una experiencia sensorial con la alta gastronomía como broche final. Como regalo inesperado, ese ‘maridaje’ de la voz de la Fuchs con los canarios silvestres de los árboles del jardín. Pero también con las cercanas campanas de la iglesia de San Miguel (la más antigua de la isla, construida en 1513) en medio de la Manon de Massenet: “¡Qué maravilla poder volver a cantar con público! Y hacerlo en un sitio así, con esta magia”, dijo en ese momento la soprano francesa.
Comenzó la noche atacando fuerte. Lo hizo con Deh vieni non tardar, el aria de Susanna de Le Nozze di Figaro. Exquisito fraseo para Mozart y delicada (y perfecta) interpretación. En ese momento se ganó al público, sin duda. Pero también en ese momento quedó muy claro que el nivel de la velada iba a ser muy alto, un concierto de alto voltaje con su inseparable Alphonse Cemin al piano. No era cantar una serie de arias sin más antes de una cena. Su pianista de cabecera –e íntimo amigo– es uno de los más reconocidos concertistas de Francia, que comienza una más que prometedora carrera como director de orquesta. El tándem funciona. Y muy bien.
Los próximos compromisos de Julie Fuchs la llevarán al Covent Garden de Londres, la Scala de Milán, el Teatro Real y el Liceo de Barcelona. Con una carrera cuidada al detalle, la soprano francesa tiene un repertorio variado. Pero también cuidado al milímetro para evitar esas aventuras arriesgadas que últimamente truncan demasiadas carreras. Las prisas nunca han sido buenas compañías.
Este concierto estaba previsto hace poco más de un año, justo el fin de semana que comenzó el confinamiento en todo el mundo. Quiso reencontrase con el público en La Palma. Con esta experiencia diferente, ha confirmado que es una gran cantante que hace lo que quiere con su voz, pero también que es una dama de la ópera que derrocha glamour y sofisticación. No viene nada mal en estos tiempos. Todo lo contrario. Es muy necesario.
Tras ser premiada en Operalia, a pesar de su juventud ha sido galardonada tres veces con la ‘Victoire de la Music’ en Francia, que podríamos decir que es una especie del Oscar de la música clásica en el país galo. El último, hace solo dos meses. Tras el confinamiento, con todas las óperas de Francia cerradas, Fuchs fue la elegida para reabrir la mítica Opera Garnier junto al prestigioso director suizo Philippe Jordan, al frente de la Orquesta de la Ópera de París. Fue un concierto cargado de simbolismo, también sin público, que la convirtió en una especie de ‘Marianne cultural’, en el símbolo de que nada puede parar a la ópera.
Lo hemos podido volver a comprobar con esta experiencia en la que por fin volvió a cantar ante público, ese ‘detalle’ tan importante que hace que la ópera sea ‘ópera’ de verdad. Tras su Susanna mozartiana, la tarde-noche giró a Puccini con el vals de Musetta de La Bohème, Quando m’en vo. Luego, una emocionante interpretación de Giuletta con Eccomi… O quante volte de I Capuleti e I Montecchi de Bellini. A partir de ahí, un salto al repertorio francés con ‘su’ Manon (Scène du cours la Reine) y un guiño a España con ¿Por qué se oprime el alma?, de la ópera Mis dos mujeres, de Barbieri, que ha grabado en su último disco. Para cerrar el programa oficial, vuelta a Italia con Rossini: sublime Una voce poco fa, de Il Barbieri di Siviglia. Entre medias, Cemin recurrió a Albéniz, uno de sus compositores fetiche, con un soberbio solo al piano de El Albaicín.
Luego, las más que eclécticas propinas (“habrá que hacerlas, ¿no?”, preguntó coqueta al público). Fueron desde The Sound of Music (ella debutó como María en una producción de Emilio Sagi para el Châtelet de París hace una década) hasta La vie en rose, pasando por Alfonsina y el mar, que improvisó leyendo la letra en un iPad (“es un capricho”, nos dijo).
Pero, después la cena, fue cuando vinieron una serie de regalos inesperados que no se pueden contar. Solo para los que tuvimos la suerte de disfrutar de una noche única, guardando todas las medidas de seguridad en mesas separadas. Como decimos, como postre tras los postres, volvió a sonar el piano de Aphonse Cemin. Y lo que salió de la prodigiosa garganta de Julie Fuchs no se puede desvelar.
Sí podemos decir que dentro de algunos años lo podremos ver en escena, ya oficialmente, quién sabe si en el Covent Garden londinense o en Palais Garnier de París. O en el Real de Madrid. Esa es la suerte de vivir noches como esta, con grandes estrellas y tras una cena de alto voltaje. Hay regalos que no se pagan con dinero. Son experiencias sensoriales que solo ocurren cuando surge la magia. Y en esta edición de #ÓperaEntrePlataneras, en Hacienda de Abajo, hubo mucha magia. Y muy buena ópera. Ojalá sea la primera de muchas.
Brava Julie! Bravo Alphonse! La #CulturaSegura es una realidad, pero también lo es que necesitamos más noches como esta.