Cuando un álbum pop se puede escuchar veintitres años después de haberse publicado de principio a fin, sin saltar una sola pista, y te quedas atrapado, es que estás ante una obra maestra. Fever, de Kylie Minogue, es uno de esos prodigios que no han perdido un ápice de magia, con lo que resulta lógico que la australiana esté celebrando a lo grande –dentro de lo que hay– que hace dos décadas marcó un antes y un después en su carrera.
Recuerdo cuando fui a Londres a entrevistarla poco antes de que Fever viese la luz –¿seguirá abierto el Milestone Hotel? No lo he comprobado–, y básicamente ni ella misma se creía lo que estaba pasando. Tras una fascinante etapa ‘experimental’, se deshizo del Minogue en Light Years para entrar en esa categoría de divas que ya no necesitan apellido para ser reverenciadas. La jugada le salió muy bien, y regresó a la primera división del pop. Pero quería más. “En Light Years jugué sobre seguro”, me dijo. “No quería volverlo a hacer”.
Me sorprendió que cuando le dije que Can’t Get You Out Of My Head era un temazo de proporciones estratosféricas –aún no se había publicado– le chocara en cierto modo. Kylie es así, ese punto naíf marca de la casa siempre ha estado, y estará, presente. Si en su álbum anterior recuperó también el punto camp que muchos fans aprecian, en Fever apostó por la sofisticación, y por acercar a las masas el pop electrónico con el que coqueteó en la era de Impossible Princess de un modo mucho más rotundo. “En aquella época navegaba a la deriva”, me confesó. Pues a mí me encantaba también cuando iba a la deriva, le dije, ya puestos.
Pero claro, lo de Fever era otro nivel. Porque un disco que se abre con More, More, More y se cierra con Burning Up, y entre medias acumula hit tras hit, merecía el éxito que tuvo. Y me dijo que era el disco que llevaba años queriendo grabar, “una combinación de todo lo que he probado a lo largo de mi carrera”. No le pudo salir mejor.
Por eso ahora merece la pena reivindicarlo de nuevo para celebrar sus 23 años, que coinciden con la apuesta de nuevo a lo grande por la música enfocada a las pistas. Me firmó un CD single promocional de Can’t Get You... (que atesoro) y salí de la suite pensando en algo que me dijo, y que a día de hoy sigue resultando bien relevante: “He oído tantas veces ‘no podrá hacer eso’, ‘no va a durar una temporada más’…, que ahora puedo decir ‘¡aquí estoy!”. Y aquí sigue.
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