Brutal agresión a un hombre en A Coruña: "Fue por homofobia, no me robó nada y llevaba 70 euros"

Temas: Activismo, Delito de odio, Homofobia

A Coruña vuelve a ser escenario de otra brutal agresión homófoba, meses después del asesinato de Samuel Luiz. En esta ocasión, se trata de un hombre de 30 años que recibió numerosos puñetazos en la cara en la madrugada del pasado 13 de noviembre. Su amiga y compañera de piso ha sido quien ha relatado lo sucedido para el periódico La voz de Galicia, ya que la víctima sigue aturdida por la paliza.

«Salió con unas amigas y sobre las cuatro de la madrugada lo acompañaron a casa. Una vez dentro del portal, oyó cómo un chico lo llamó desde la puerta. Se pusieron a hablar y accedió a dar una vuelta con él» comentó su amiga Elaine Santos.

Pero a partir de ahí, la víctima asegura que no recuerda mucho más de lo que sucedió. «Solo sabe que este joven le golpeó varias veces en la cara y que horas después, sobre las diez de la mañana, una ambulancia lo llevó al Hospital Universitario de A Coruña». El parte médico señala que presentaba hematomas en la cabeza y el cuello, que no era capaz de abrir el ojo derecho y que tenía el tabique nasal desviado. Además, este martes ambos amigos acudieron de nuevo a urgencias, debido al fuerte dolor que sufría él, y los médicos le han detectado una fractura lumbar.

Rogerio Fernandes, la víctima, es natural de Brasil y lleva pocos meses en España. Elaine cuenta que ese fin de semana ella se encontraba en Madrid y tuvo que llamar a varios amigos para que acompañaran a Rogerio al hospital, ya que él conoce a poca gente en A Coruña. También fueron a la policía a poner una denuncia, en la cual se recoge que el herido estaba borracho, algo que lamenta su amiga, porque «eso no le da derecho a nadie a destrozarte la cara».

Sobre la agresión, Rogerio tiene claro que se trata de un caso de homofobia: «Creía que estaba ligando con él y nunca pensé que me podría pasar esto. No me robó nada, y eso que llevaba 70 euros en la cartera, el pasaporte y las llaves». El problema, asegura, es que no pueden demostrar que se trate de un delito de odio debido a la falta de pruebas sobre lo sucedido.