La polémica saltó el pasado fin de semana cuando el actor Russell Tovey, abiertamente homosexual y uno de los protagonistas de Looking, agradecía a su padre no haberle apuntado a una escuela de teatro cuando era pequeño, evitando así convertirlo en un gay afeminado.
En una interesante entrevista al diario inglés The Guardian, Tovey habló sin tapujos sobre su condición sexual y sus complejos de adolescente, pero finalmente lo que más han trascendido fueron unos desafortunados comentarios que no han sentado nada bien a la comunidad LGTB: «Tengo la impresión de que habría sido muy afeminado si no hubiera ido a la escuela que fui, donde tuve que aprender a ser fuerte. Si hubiera tenido la oportunidad de relajarme, de dar saltos por ahí o cantar en la calle, es posible que ahora fuera una persona diferente. Le doy las gracias a mi padre por aquello, por no dejar que siguiera ese camino. Porque eso probablemente me ha dado el carácter único que la gente cree que tengo». Más adelante añadió que «no hay muchos actores fuera del armario que puedan interpretar personajes heterosexuales y gays».
¿De qué camino habla Tovey exactamente? ¿De qué carácter único? ¿De la más dura y tradicional hombría? ¿De ser un tipo duro frente a una loca plumífera? Entendemos que el actor no pretendía ofender a nadie con sus palabras, pero en su rechazo de la pluma pareció olvidar que otros gays no han tenido la misma –y masculina– suerte de curtirse como lo hizo Tovey en su testosterónico colegio y, en su lugar, han sufrido vejaciones e insultos por, simple y llanamente, ser como son.
Viniendo de uno de los protagonistas de una de las series gays del momento, esto no ha calado nada bien entre sus fans, pues muchos lo han interpretado como un desprecio a sus compañeros afeminados y una nociva muestra de homofobia interiorizada. Flaco favor le hacen declaraciones de este tipo a movimientos como Straight But Not Narrow o It Gets Better, que tratan de fomentar el respeto por la diversidad sexual en el ámbito escolar.
Tovey olvidó que la pluma, inevitablemente, es la más básica expresión de tolerancia que defiende la comunidad gay. Un símbolo que, pese a quien pese, no deja de recordarnos a todos aquellos que han luchado por el respeto a los derechos LGTB. Así que, cuando el actor se dio cuenta de lo insensible que había sido, se apresuró a pedir perdón en redes sociales por unos comentarios que le habían convertido «en el peor gay de la historia». En sucesivos tuits añadió: «Si os he decepcionado personalmente, lo siento, nunca fue mi intención. Estoy orgulloso de ser quien soy y orgulloso por otros, estamos justos en esto. Sea lo que sea lo que creáis que quise decir, no era mi intención. Voy a sobreponerme y un día recordaremos este momento con una media sonrisa de fascinación y diversión».