Antonio Alvarado representó como nadie en la moda el espíritu lúdico, posmoderno e irónico de la movida, vistiendo a los cantantes y artistas del momento.
Con una carrera de más de cuarenta años, el Museo del Traje recupera el legado de este Premio Nacional de Moda: humor, deseo y múltiples guiños a una españolidad leída al revés.
A Antonio Alvarado no le gusta que lo encasillen en los 80, porque estuvo en activo hasta el 2012, con hitos como vestir a Demi Moore para un famoso anuncio navideño. Premiado ya en 1987 en Munich como mejor diseñador joven, su carrera había comenzado cinco años antes en el Rock-Ola, donde hizo su primer desfile, Baja costura, el título de su exposición.
Plagada de detalles contextuales a las diferentes épocas de su vida, su exposición es un paseo por esa moda que ahora fascina a los más jóvenes.
SHANGAY ⇒ Has planteado una exposición ambiciosa. ¿En qué medida te retrata, o retrata la España que has vivido?
ANTONIO ALVARADO ⇒ No quería solo una exposición de moda. Que se viera mi ropa, claro, pero arropada por un contexto. El de una generación –o tres, o cuatro– donde las cosas se podían realizar de una manera totalmente distinta a hoy. Comienzo en un momento de cambio político, pero también de cambio social, y de revolución en la música y las artes, donde todo se entrelazaba. Me puse muy cabezota con esto, por eso hemos tardado casi siete años en llevarla a cabo. Pero lo hemos logrado.
«El mundo de la música se acercó a mí, en el mejor de los sentidos»
SHANGAY ⇒ ¿Qué es para ti la ‘baja costura’, que fue precisamente el nombre de tu primer desfile en el Rock-Ola?
ANTONIO ALVARADO ⇒ En ese momento era la pura decadencia de París, con la alta costura cayendo en picado. Una serie de diseñadores ya algo decrépitos, que malditas las ganas que tenían de presentar alta costura, aunque por el tema de las licencias de cosmética y de producto auxiliar, desde el bolso al pañuelito, se veían obligados a ello. Seguía teniendo mucha repercusión, y creaba marca, pero estaba en pleno declive. Como yo estaba al sur de Francia, si ellos eran la alta costura, nosotros la baja. Y no utilicé materiales propios de la alta costura: ni brillos, ni pedrerías, ni telas lujosas. Era justamente crear una identidad contraria a lo que se tomaba por alta costura.
SHANGAY ⇒ Viéndolo todo en conjunto, ¿qué piensas de tus cuarenta años?
ANTONIO ALVARADO ⇒ Me he llevado muchas y gratas sorpresas. La primera, encontrarme con un trabajo que hoy es imposible de hacer. Porque falta mano de obra especializada, porque hay un desconocimiento de lo que la gente consume… Si todos estos clientes han guardado mis piezas, incluso las pulseritas más ínfimas, durante cuarenta años, por algo será.
«El sistema de la moda actual sería difícil de asumir para mí»
SHANGAY ⇒ Fuiste de los primeros en dar imagen a la música: vestiste a Alaska y Dinarama, a Luz, a Tino Casal…
ANTONIO ALVARADO ⇒ Y a muchos otros que no están en la expo. Esa relación entre la moda y la música siempre ha existido, pero es verdad que en España llegué con la eclosión del pop y el rock. Antes de creer que podía ser diseñador (que no era una profesión que se tuviera en cuenta), si algo te determinaba en la forma de vestir era la música: los videoclips, las portadas de los discos extranjeros, las revistas de moda y música francesas e inglesas que te llegaban…
El mundo de la música se acercó a mí, en el mejor de los sentidos, y yo me supe adaptar a ellos. Estuvo todo sincronizado, y he vestido a perfiles muy diferentes. Mira con Tino Casal: a mí hay tejidos que nunca me han atraído mucho, todos los del brilli-brilli, pero él me miraba y me decía: “Antonio, quiero escenario”. Y con él hacía concesiones como trabajar con esas telas que me espantaban. Aunque la base era lo que yo ideaba y trabajaba para la pasarela, adaptado para cada artista.
SHANGAY ⇒ Llevas retirado de la moda desde 2012, pero no del diseño: haces suelos hidráulicos, ropa de hogar… ¿No te planteas volver?
ANTONIO ALVARADO ⇒ Si pasado mañana me llamaran, en condiciones, lo haría, aunque no trabajaría como a los veinte años. Soy cada vez más ordenado y, por defecto (porque no es una virtud), excesivamente perfeccionista. Quizá sea tan obsesivo porque, como tuve que hacerlo todo yo solo tantas veces… Ahora sé explicar motivos, exigir e incluso dar soluciones. Pero el sistema de la moda, tal y como está estructurado hoy, sería muy difícil de asumir para mí. Tener que pensar en ventas online, paginita web, redes sociales…, me da un parraque. Ahora convivo bien con mi vida de diseñador y la personal: mi cocina, mis plantas, mi huerto…
BAJA COSTURA SE PUEDE VISITAR HASTA EL 26 DE MARZO EN EL MUSEO DEL TRAJE (AVDA. JUAN DE HERRERA, 2 · MADRID). MÁS INFORMACIÓN AQUÍ