La palabra ‘accidente’ suele tener una connotación negativa que algunas veces no se adecúa a la realidad: puede alterar el orden natural de las cosas, llevar a alguien incluso a un estado mejor, aunque no forme parte de su esencia. Y si no que se lo cuenten a Rubén Cortada, llamado a ser uno de los rostros más conocidos de la televisión en pocos meses. Nacido en Cuba, estrena la próxima temporada una de las series estrella de Telecinco, El Príncipe, donde compartirá cartel con José Coronado, Álex González, Hiba Abouk y Elia Galera, entre otros. Sin duda, el primer gran momento profesional de una nueva vida elegida y perseguida (aunque trabajó en una temporada de Bandolera y tiene pendiente de estreno El tiempo entre costuras, ambas en Antena 3), tras una década de éxitos sobre las pasarelas de medio mundo a las que llegó por culpa de un físico imponente (1’89 cms, tez morena, rasgos perfectos, ojos verdes claros) y una las inquietudes más humanas que existen: viajar. “Estudiaba Ingeniería Automática en Cuba, pero no la terminé. Me encantaba, pero tenía ganas de viajar, conocer mundo, ver otras cosas. Siendo pequeño empecé a jugar al tenis; estuve en el equipo nacional durante varios años, me sirvió para ir abriéndome camino. Pero se me presentó la oportunidad de viajar como modelo y mira…”, recuerda Cortada. No se le dio nada mal, no solo porque trabajó para los más grandes, desde Roberto Verino a Jean Paul Gaultier y Armani, sino porque pudo hacer lo que quería. Y en qué grado. “Al principio recuerdo que hubo una época en que quise coleccionar las tarjetas de embarque de las ciudades que iba visitando, pero en un momento dado fue casi una locura”.
«Trabajar con el físico está muy bien, pero el contenido es lo que te lleva a alcanzar mejores cimas profesionales”
Los Angeles, Miami, Nueva York, Londres, París… Ciudades donde además fue capaz de ir aprendiendo idiomas con sus respectivos acentos, aunque el castellano fue al que dedicó más esfuerzo, pues era consciente de que su cubano natural le limitaba en exceso. De todas las ciudades, Madrid fue la que le brindó la oportunidad de desarrollar su faceta artística, sobre todo cuando encontró una representante que entendía las cosas como él. Porque, ¿se acabó aburriendo de la moda? “Lo que no te aburre es viajar y conocer nuevas vidas. Durante un tiempo fue una aventura: dormir en cualquier lugar y hacer lo que quieres sin explicaciones. Pero llega un momento en el que sientes que necesitas algo más. Trabajar con el físico está muy bien, pero el contenido es lo que te lleva a alcanzar mejores cimas profesionales”. Cuenta que en su Cuba natal participó en varias obras de teatro, pero ha sido ahora cuando ha confirmado sus sospechas. “Yo sabía que tenía algo. Había mucha información dentro de mí y no sabía por dónde iba a salir. Soy muy curioso, y me fui metiendo poco a poco en este mundo nuevo. Gracias a los estudios de interpretación, trabajando con maestros como Fernando Piernas , fui empapándome de un oficio donde nunca se puede dar todo por aprendido. Veía que cada día cruzaba nuevas metas y no tenía miedo a seguir. Quería emocionar no solo a través del físico y llegar a ser bueno con el tiempo, o incluso muy bueno”.
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Rubén Cortada reconoce que le puede interesar tanto una obra de Shakespeare como cualquier libro técnico que manejaba en la universidad. Pero ahora, a sus 28 años, es cuando realmente los lee de otra manera, porque todos esos viajes provocados por la moda le han dado fondo. “Viajar te enseña a enfrentarte a lo que venga. La cultura de la interpretación me ha dado mucho, pero todo eso habría sido en vano si no hubiese vivido las cosas que me han pasado. La vida del modelo es muy solitaria, algo que a mí no me molestaba. Ahora, siendo actor, te involucras con mucha gente y su energía, pero sigues siendo tú. De aquellos tiempos siguen quedando amigos. No muchos, pero quedan…”. Por eso ahora no concibe este trabajo sin un equipo, asesorándose y exponiendo en común lo que quiere y necesita.
«La cultura de la interpretación me ha dado mucho”
Con un par de proyectos cinematográficos en ciernes, de momento toda su energía está centrada en bordar ese antagonista narcotraficante y seductor que se escabulle del agente de la ley al que dará vida Coronado en El Príncipe. “Estoy muy contento de poder trabajar y aprender este oficio al lado de un peso pesado de la interpretación como él, y estoy convencido de que la serie será un éxito. Se está haciendo un trabajo increíble. Lo único que me asusta es la pérdida de privacidad que pueda conllevar, porque es algo muy importante para mí”, confiesa. No le duelen prendas en reconocer que cuando hace algo le gusta ser el mejor, y por eso se prepara a conciencia. ¿Hasta dónde se ve capaz de llegar? Lo tiene claro: “Lejos. No quisiera pecar de falsa modestia, porque es lo que quiero. Tengo toda la vida por delante y lo voy a poner todo de mi parte. Pienso que tengo potencial, lo siento muy dentro de mí”. Queda la duda de si en el amor le ocurre lo mismo, y va en busca de lo que quiere desde el primer momento. En este punto, con la discreción hemos topado. “Mi abuela me enseñó que de las mujeres no se habla”. Y ofrece una sonrisa de las que desarman. Tiene pinta de que, en efecto, Rubén Cortada no ha llegado aquí por accidente. Tiempo al tiempo.
FOTOS: JUANJO MOLINA
ENTREVISTA: RAFA PONTES
ESTILISMO: FRAN MARTO
MAQUILLAJE Y PELOS: FRANCISCO PARA LORENA MORLOTE con productos loreal y guerlain
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