Madonna, destrozada tras la muerte de su hermano, Christopher Ciccone

Temas: Diva pop, Gay, Madonna

Christopher Ciccone, el hermano menor de Madonna, falleció el pasado viernes 4 de octubre a los 63 años en su hogar de Michigan, debido al cáncer de próstata que padecía. Estuvo acompañado en sus últimos momentos por su esposo, Ray Thacker, y sus seres queridos.

Era el más conocido de los cinco hermanos de Madonna, ya que durante los años 80 y 90 trabajó como su asistente personal y director creativo de sus giras Blond Ambition Tour y The Girlie Show. Tras la publicación en el año 2008 de su libro Life with My Sister Madonna, en que se mostró muy crítico con ella, surgieron diferencias y conflictos entre ambos, que finalmente lograron solucionar.

En el libro, Christopher Ciccone hablaba de su dura infancia juntos en el medio Oeste de Estados Unidos, donde su vía de escape fue el baile y la fuerte conexión que sentían el uno por el otro; también dejaba claro que las decisiones artísticas de la cantante habían sido suyas y dibujaba a «la reina del pop» como una déspota. También trabajó para Dolly Parton y Tony Bennett como director de sus vídeos musicales, Peace Train y God Bless the Child respectivamente.

El fallecimiento de Christopher se ha producido solo unas semanas después de la muerte de su madrastra, Joan Clare Ciccone (recordemos que la madre de Madonna falleció cuando ella solo tenía cinco años), y un año después de la pérdida de su hermano mayor Anthony Ciccone, que falleció a los 66 años tras sufrir una insuficiencia respiratoria y cáncer de garganta.

Madonna se ha despedido públicamente de su hermano en sus redes sociales: “Mi hermano Christopher se ha ido. Fue el humano más cercano a mí durante mucho tiempo. Es difícil explicar nuestro vínculo. Pero surgió de un entendimiento de que éramos diferentes y la sociedad nos iba a hacer pasar un mal rato por no seguir el status quo.

Tomamos las manos del otro y bailamos a través de la locura de nuestra infancia. De hecho, el baile era una especie de pegamento que nos mantenía unidos. Descubriendo la danza en nuestra pequeña ciudad del medio Oeste me salvó, y luego apareció mi hermano, y lo salvó también.

Mi profesor de ballet, también llamado Christopher, creó un espacio seguro para que mi hermano fuera gay, una palabra que no se habló, ni siquiera se susurró, donde vivíamos. Cuando finalmente tuve el coraje de ir a Nueva York para convertirme en bailarina, mi hermano me siguió.

¡Y otra vez nos tomamos las manos el uno al otro, y bailamos a través de la locura de la ciudad de Nueva York! Devoramos el arte y la música y el cine como animales hambrientos. Estábamos en el epicentro de todas estas cosas explotando.

Bailamos a través de la locura de la epidemia de sida. Fuimos a funerales y lloramos, y fuimos a bailar. Bailamos juntos en el escenario en el comienzo de mi carrera y finalmente, se convirtió en el director creativo de muchas giras. Cuando se trataba del buen gusto, mi hermano era el Papa, y tenías que besar su anillo para obtener la bendición.

Desafiamos a la Iglesia católica romana, la policía, la mayoría moral y todas las figuras de la autoridad que se interpusieron en el camino de la libertad artística. Mi hermano estaba justo a mi lado. Era pintor, poeta y visionario. Lo admiraba. Tenía un gusto impecable. Y una lengua afilada, que a veces usaba contra mí, pero siempre le perdoné. Subimos las alturas más altas juntos. Y arrasó en los más bajos.

De alguna manera, siempre nos encontramos de nuevo y nos tomamos de las manos y seguimos bailando. Los últimos años no han sido fáciles. No hablamos por algún tiempo, pero cuando mi hermano se enfermó encontramos nuestro camino de vuelta el uno al otro.

Hice lo mejor que pude para mantenerlo vivo el mayor tiempo posible. Él estaba con mucho dolor hacia el final. Una vez más, nos tomamos de las manos, cerramos los ojos y bailamos. Juntos.

Me alegro de que no esté sufriendo más. Nunca habrá nadie como él. Se que está bailando en alguna parte”.

 

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