Crítica. Miguel del Arco vuelve al teatro con 'La Patética', en donde continente y contenido son una obra de arte

Acaba de llegar al Centro Dramático Nacional la nueva obra dirigida por Miguel del Arco, 'La Patética', y te contamos por qué no te la puedes perder.

'La Patética' ya se ha estrenado en el Centro Dramático Nacional. Foto: Bárbara Sánchez Palomero
'La Patética' ya se ha estrenado en el Centro Dramático Nacional. Foto: Bárbara Sánchez Palomero
13 mayo, 2025
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En 1992 descubríamos a Miguel del Arco interpretando musicales como Los Miserables y, años más tarde, Los productores; pero su gran salto fue como director en 2009 con La función por hacer, obra por la que recibió múltiples premios. Desde entonces ha puesto en escena múltiples montajes como Misántropo, Ricardo III o Veraneantes, con los que logró un gran éxito de crítica y público. Y recordemos también su imprescindible serie Las noches de Tefía.

La Patética CDN

Fotos: Bárbara Sánchez Palomero

Llevaba varios años sin dirigir un texto propio, y ahora, por encargo del Centro Dramático Nacional, ha estrenado su último trabajo. Una de las cosas más alucinantes que te pueden pasar cuando vas al teatro es la sorpresa. Es el caso de La Patética, que parece que va a sumergirnos en una sesuda investigación melómana sobre la obra del mismo título de uno de los incunables de la música culta, la Sexta Sinfonía de Chaikovski. Sin embargo, lo que nos encontramos es todo un mundo de reflexiones vitales de gente de la calle; sus miedos, sus protestas y sus reflexiones ante los grandes temas de la humanidad, la vida y la muerte.

Miguel del Arco hace suyo el pasado de un gran director de orquesta que, ante la enfermedad, crea un mundo ficticio en el que reflexiona cómo le ha ido en una vida a la que no estaba destinada. Un interesantísimo repaso de la historia de un chaval del barrio de Carabanchel que es tocado por la varita de la creación artística, pero que no se ha olvidado de sus orígenes y sus reivindicaciones.

La Patética CDN

Pero vamos por partes, porque en esta pieza primero hay que hablar del continente para luego desgranar su interesante y variado contenido. Todo ocurre en una ingeniosa escenografía de Paco Azorín, una caja que simula un estudio de grabación, con sus paredes de picos de gomaespuma, con partes móviles y un marcador digital. Impresiona –y a veces da el vértigo de los dibujos de Escher– cuando suelo y paredes parecen estar construidos de huecos o relieves, según lo mires. La técnica está perfectamente coordinada con la exquisita iluminación de David Picazo y el mundo sonoro magistral de Sandra Vicente. Sin olvidar el ocurrente vestuario con estética comiquera de Ana Garay ni, por supuesto, la composición de Arnau Vilà, que pone el vello de punta, indispensable para entender una producción donde la música es la otra protagonista.

Para seguir con el contenido, es indispensable hablar de las personas que lo hacen posible. Todos los actores forman un equipo muy bien dirigido, en el que el ritmo es el fundamental pilar estético. Siempre en escena encontramos a la pareja formada por Israel Elejalde (Pedro, el director) y Jesús Noguero (Chaikovski). Ambos están magníficos, y la complicidad que consiguen entre ellos es difícil de olvidar, desde la primera imagen, cuando dirigen la grabación de La Patética, hasta la escena final, siempre en perfecta conexión. Pedro está casado con Jon, interpretado por un Jimmy Castro que no se arredra ante la dificultad de su papel, migrante y homosexual comprometido con los derechos del colectivo LGBTIQ+.

La Patética CDN

La función está plagada de humor. Desde la primera intervención actoral, en la que un ocurrente músico, Manuel Pico, convierte al público en la orquesta, después de insistir en que revisen si sus móviles están apagados, hasta la aparición del cínico crítico e impertinente doctor, a los que da vida un Francisco Reyes que está que se sale (sus quiebros vocales son alta comedia), pasando por los rusos: la loca soprano Irina que borda Inma Cuevas o el fantástico papel que hace Juan Paños como terrorífico Putin.

Estamos ante una profunda reflexión que Miguel del Arco hace de la palabra «patética». A través de una complicada historia que habla fundamentalmente de la muerte, de los que se quedan y de la ilusión de trascender. Por encima de los fuegos artificiales que son los conciertos, movimientos políticos e intervenciones de los dioses, destacan los momentos más reales, como las confesiones de los padres o el ‘momento Makinavaja’ con los amigos de la infancia, en los que es difícil que no se escape alguna lagrimita.

La Patética CDN

En resumen, resulta una función difícil de clasificar. Teatro político pero también mágico, donde la realidad se mezcla con la ilusión. Una escritura muy inteligente que no deja indiferente y una puesta en escena que es una pequeña obra de arte.

⭐⭐⭐⭐⭐

LA PATÉTICA SE REPRESENTA EN TEATRO VALLE-INCLÁN DEL CENTRO DRAMÁTICO NACIONAL (Plazuela de Ana Diosdado, s/n) HASTA EL 22 DE JUNIO DE 2025
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