¿Te imaginas encontrar el retrato de alguien que es como tú y con el que empiezas a obsesionarte? Un cuerpo como el tuyo que ha habitado otras vidas, otras experiencias completamente distintas a las tuyas. ¿Cómo es él? ¿Por qué? ¿Quién es? Todo esto se plantea en Dibujo de un zorro herido, la obra de teatro de Oriol Puig Grau en la que Eric Balbàs interpreta a Ferran, un profesor de infantil que descubre un autorretrato de un pintor de su misma edad en una galería de arte. El pintor murió en un accidente de coche un año después de crear la obra. Fascinado por el cuadro, Ferran comienza a investigar la vida de Daniel a través de su Instagram y empieza a obsesionarse con su figura. El cuerpo de Daniel después del accidente se convierte en un interrogante que persigue a Ferran día y noche. ¿Cómo quedó después del choque? ¿Qué partes cambiaron? A través de esta obsesión, Ferran explora temas de identidad, trauma y deseo, y se enfrenta a la conexión entre su cuerpo y el de Daniel, que se desdibuja entre la fascinación y el sufrimiento.
“En esta obra me enfrento solo al escenario. Es un monólogo en el que interpreto a casi 40 personajes y hemos tenido que trabajar mucho en los ensayos para poder encontrar la voz de cada uno de ellos y a la vez no perder la del personaje principal. He tenido muy cerca a Carlota Viño, que ha sido la asistente de acentos para ayudarme con cada uno de los personajes, y junto a ella y Oriol, el director, hemos construido una obra sorprendente, que no decae y que mantiene el ritmo y la atención todo el rato”, cuenta el actor.
“Creo que es un texto que pone sobre la mesa muchos temas y nos hace plantearnos cuestiones sobre nuestra propia identidad. ¿Cuántas personas hay dentro de uno mismo? Yo soy una persona ahora que estoy hablando contigo distinta a la que puedo ser en un contexto con unos amigos tomando algo, o con mi madre o en casa en mi intimidad. Además, ahora estamos todo el rato recibiendo muchos estímulos de cómo tenemos que ser. Con las redes sociales, todos queremos parecernos a alguien, seguir una nueva tendencia, hacer el nuevo reto viral, ponernos el pelo como uno y vestir como el otro. Somos una mezcla de un montón de identidades que a la vez construyen la nuestra propia. En la función interpreto a 40 personajes, pero en la vida real tenemos dentro a otros tantos”.
Explica el autor de la obra que cuando empezó a escribirla no tenía una idea, tenía una sensación. Quería que el texto fuera nostálgico y surgió esta obra que explora la identidad, el concepto de doppelgänger, el deseo y la infancia, mientras construye un sueño lúcido e íntimo sobre habitarse y el violento acto de mirar. Todo un ejercicio interpretativo para disfrutar de un actor al que hemos visto en proyectos como La Mesías o Carlos, rey emperador, en el Teatro María Guerrero de Madrid (con dos funciones en catalán los días 11 y 12 de noviembre).
