Una función es como un cóctel: cuando todos los ingredientes funcionan en su justa medida, se produce la magia del teatro. Eso es lo que ocurre con Personas, lugares y cosas, protagonizada por Irene Escolar, y escrita por el dramaturgo inglés Duncan Macmillan. Se estrenó en el National Theatre de Londres en 2015 ,y ganó el Premio Olivier para su protagonista, Denise Gough, en 2016.
Irene Escolar se enamoró de la obra Personas, lugares y cosas, y compró hace años los derechos. Ahora, ha apostado fuerte haciéndose coproductora del montaje. Un papel cotidiano para muchos actores en Londres o Nueva York, que quieren involucrarse en las decisiones creativas de sus trabajos, pero que no es tan frecuente en nuestro país.
Fotos: Mario Zamora
Para adaptar y dirigir esta producción, el elegido ha sido Pablo Messiez, que ha llevado la función a un nivel cuasi mágico. La sabiduría que demuestra al utilizar las perspectivas es algo que no había visto. Para ello coloca a los actores en el proscenio, encima del público, en los momentos agobiantes, y se los lleva hasta el fondo en las situaciones más lúdicas.
El espacio escénico de Max Glaenzel es minimalista, y utiliza con destreza los recursos que el escenario desnudo del Teatro Español ofrece. Todo se apoya en el potente espacio sonoro, en la música original de Óscar G. Villegas y la maestría en las luces de Carlos Marquerie, que parecen estar vivas e incluso respirando cuando la obra lo requiere.
La historia que cuenta es la de una actriz con problemas de adicciones y su proceso de recuperación. Todo comienza en una representación de La gaviota, en la que Emma, la protagonista, se rompe y se encamina a una clínica de desintoxicación donde es recibida por la doctora jefa, interpretada con dulzura por Sonia Almarcha. Allí encontraremos a una retahíla de adictos que la acompañarán en el tortuoso camino de la rehabilitación, nueve actores que crean el entramado por el que se desarrolla la acción.
Javier Ballesteros interpreta con coraje a Marc, el interno más cercano a Emma. Brays Efe es el divertido Pastor, construido desde el cariño y el descaro. El multidisciplinar Manuel Egorzkue primero da vida a T, ya drogadicto antes de nacer, y más tarde al joven DJ. Claudia Faci es Charlotte, una intrigante heroinómana que parece salida precisamente de una obra de Chéjov. Tomás del Estal crea con sabiduría al loco y entrañable Pol. Completan el reparto Daniel Jumillas, Mónica Acebedo, Blanca Javaloy y Josefina Gorostiza. Todos tienen pequeñas participaciones que defienden desde la verdad.
Juntos arropan a la única protagonista y razón de ser de la función que es Irene Escolar en el papel de Emma. Todo un tour de force para una actriz ponerse en el papel de otra actriz con prometedor futuro, pero a la que el alcohol y las drogas llevan al límite de la locura y la autodestrucción. Cuando se levanta el telón, la Escolar está en el engolado mundo de Chéjov; podría resultar distante, pero todo lo contrario, ya se muestra auténtica y cercana. Así es como va a desarrollar toda la representación, resultando a veces difícil reconocer dónde acaba la actriz y dónde empieza el personaje.
Te la crees como si te estuviera contando su propia vida. Durante dos horas vamos a acompañarla en los momentos más duros, donde se rompe por completo, y tú con ella. Los ejercicios de psicodrama que le propone la terapeuta para enfrentar las conversaciones que debe tener con sus seres queridos hacen asomar lágrimas en más de uno.
Hay mucha carga emocional. Y cuando el patio de butacas se encuentra casi exhausto aparece otro de los aciertos de Messiez, un intermedio de veinte minutos amenizado por un DJ, en los que se descansa, bajan los ánimos y se comenta lo que ha pasado. De vuelta a los asientos, Irene Escolar todavía tiene mucho con lo que sorprendernos. La aceptación de su enfermedad nos lleva a los mejores instantes de su actuación cuando se enfrenta con su familia y su vida fuera de la clínica. La realidad, su realidad, que ha resultado ser la nuestra, es mucho más dura de todo lo que se había imaginado.
En definitiva, estamos ante un teatro único que, gracias a la calidad de los artistas implicados, nos muestra una forma de ver este arte muy contemporánea y con un sentido de la autenticidad que pocas veces se consigue.
⭐⭐⭐⭐⭐
