A Matteo Renzi, primer Ministro de Italia, se le acaba el tiempo. Su país ya no puede aguantar la presión de estar a la cola de Europa en materia de derechos LGTB, y lo sabe. Hace unos días confirmaba que el proyecto de ley para las uniones civiles homosexuales saldría delante “antes de que acabara el año”, pero desde el viejo continente se pide que se acelere el proceso.
La Corte Europea de Derechos Humanos ha sido tajante: Italia debe introducir un reconocimiento legal para las parejas LGTB, pues de no hacerlo, se están violando sus derechos. Por esta razón, los jueces han condenado al país a pagar 5.000 euros a tres parejas por “daños morales” a consecuencia de violar “el derecho al respeto de la vida privada familiar”.
El tribunal de Estrasburgo explica “la protección jurídica actualmente disponible para las parejas del mismo sexo no solo no garantiza las necesidades básicas para una pareja que está en una relación estable, sino que tampoco da ningún tipo de confianza”.
Las parejas recurrían a esta institución porque en sus ciudades se les impedía unirse civilmente. La sentencia será definitiva si no se recurre antes de tres meses. Signore Renzi, tiene usted trabajo.