¿Te gustan los macrofestivales con multitud de escenarios y grandes masificaciones? Entonces no sigas leyendo, el Santander Music no es para ti. Si por el contrario buscas que la experiencia festivalera resulte relajada y accesible, el Santander Music sí es para ti.
Francamente manejable, en su séptima edición ha conectado de maravilla con los asistentes. En pleno de verano de olas de calor encadenadas, todo el mundo hablaba de la maravilla de disfrutar de los conciertos y sesiones con temperaturas en torno a los 17 grados. Aunque el viernes 31 por la noche, tras las lluvias intermitentes durante toda la mañana, alguno se retractó cuando, bailando al ritmo de Bimba Bosé y Charlie Centa, se embarró más de la cuenta. Esa noche se agotaron también las sudaderas con el logo del festival: demasiada rasca para un fin de julio.
El marco no puede ser más idílico: el recinto de la Campa de la Magdalena garantiza vistas espectaculares non stop. Los food trucks y los stands de ropa, con el Cantábrico al fondo –coincidió luna llena, además–. Un rincón de lo más bucólico decorado al estilo Malasaña, para que hasta los madrileños de visita se sintieran como en casa.
Entre concierto y concierto, minisesiones de DJs invitados, en un cuco y reducido escenario a apenas un minuto andando del principal. Estrés, el mínimo. El jueves, la chilena Javiera Mena ofreció mini sets principalmente houseros, en los que intercalaba remixes de sus propios temas. Se permitió lujos como poner Rock With You de Michael Jackson remezclada por Frankie Knuckles o Be With You de Teedra Moses remezclada por Kaytranada, huyendo de lo previsible. El público –había mucho fan entregado–, feliz. El viernes, el delirio llegó a ese escenario con Bimba Bosé y Charlie Centa. Si bien comenzaron más exquisitos pinchando deep house, en cuanto intuyeron que la gente tenía ganas de caña se lanzaron al EDM y aquello se venía abajo. Muestra de que los asistentes no solo querían escuchar rock y pop indie. Que fue lo que más pinchó el sábado 1 de agosto la locutora de Radio 3 Virginia Díaz, sin alcanzar el éxito de sus antecesores a los platos.
En el escenario principal hubo de todo, como sucede en cualquier festival, agradables sorpresas, confirmaciones evidentes y momentos para olvidar. El jueves convencieron L.A. con su clásica propuesta rockera, y sorprendió la segunda juventud de Cycle, que lo dieron todo frente a los atrevidos que no dudaron en quedarse hasta el final de la noche. Carlos Sadness cautivó al personal más con sus comentarios que con su música. Y con él empezó una tendencia que se repitió a lo largo de todo el Santander Music 2015: muchos artistas se sentían tan en casa que compartían historias personales como si estuvieran en petit comité. Sadness llegó a confesar que cuando tuvo que elegir entre ser futbolista y popular y músico con pelazo, no lo dudó. De pelazo presumió, y con razón.
El viernes arrancaban a mediodía las Vermú Sessions, conciertos y sesiones en puntos del centro para contagiar al público diurno del espíritu festivalero. Muy bien estuvo Amatria, desafiando a la lluvia y contagiando a los asistentes de su pizpireta energía. También tuvo un momento de confesión, hablando del perro de unos vecinos al que había dedicado una canción. Hasta los niños presentes se enternecieron.
El viernes noche el pop se hizo dueño de la velada, gracias a La Roux, Dorian e Is Tropical. La Roux sorprendieron por su sofisticada puesta en escena y por lo bien que suenan en directo los temas de Trouble in Paradise, casi más coreados que los de su debut. Eso sí, Elly Jackson ha mejorado mucho en soltura sobre las tablas, aunque abusó de las voces pregrabadas –y muchos se dieron cuenta–. Los aires mesiánicos de unos Dorian con el mejor juego de luces del festival y hasta músicos de cuerda provocaron el delirio con su pop naïf. Los entregados salieron aún más convecidos de por qué les siguen desde hace diez años. Is Tropical pusieron el contrapunto cool y festivo, que vino muy bien.
El sábado noche fue grande, a pesar del coitus interruptus que supuso el concierto de Xoel López entre los de Belako, los triunfadores indiscutibles de esta edición, y Crystal Fighters, que también arrasaron. Al menos López se unió al grupo de artistas dispuestos a hacer confesiones sobre el escenario, aunque quizá no tan íntimas como Amatria o Carlos Sadness. Y tras la descarga de Belako, es que no había quien se centrara. Su combinación de postpunk, indie y electrónica, unida al enérgico carisma de sus cuatro integrantes, no dejó indiferente a nadie. Y lo mismo sucedió con el despliegue de Crystal Fighters, unos cabezas de cartel en toda regla. No sonaron especialmente bien, pero se les veía espectaculares, y su mensaje de buen rollo cósmico llegó a pesar de los inconvenientes técnicos.
Al final, te queda una sensación muy agradable, porque no te has perdido nada que te interesara, y cuando no te interesaba algo tenías donde refugiarte para desconectar de la música. El caso es que el Santander Music 2015 ha resultado un planazo. Incluso si te van más las olas de calor que el chirimiri.
Fotos: Vidala