Tres cartas manuscritas del científico Alan Turing que habían permanecido ocultas hasta esta semana revelan los pensamientos que el científico inglés, cuyo trabajo fue clave para descifrar los códigos de la inteligencia secreta alemana durante la II Guerra Mundial, tenía acerca de su homosexualidad y la castración química a la que fue sometido.
Las cartas fueron enviadas por Turing a su amigo Nick Furbank en la década de los 50, poco después de recibir una condena por «conducta obscena» por haber mantenido relaciones sexuales con otro hombre –un joven de 19 años– y por la que fue sometido a la castración química.
En las misivas, que formarán parte del libro Prof: Alan Turing Decoded, escrito por el sobrino del científico Sir Dermot Turing, Alan Turing refleja su tormento por el hecho de que la sociedad de la época le obligara ya no solo a reprimir su homosexualidad, sino a tratar de «curarla». Así lo explicaba el científico:
“He tenido un sueño que me ha revelado de forma bastante clara que me estoy convirtiendo en heterosexual, aunque no lo acepto con mucho entusiasmo, ni despierto ni en sueños”.
Turing también hace referencia a la relación con su madre, que podría no haber sido todo lo cordial que la historia recuerda:
“Madre se ha quedado aquí y parece que nos estamos llevando mucho mejor. Le he hablado mucho sobre el progresismo sexual y parece que lo ha soportado muy bien. Tuve un sueño bastante absurdo la otra noche en el que le preguntaba a mi madre qué opinaba de que me fuese a la cama con algunos hombres y ella me decía: Ah, muy bien, pero no te pasees desnudo de un lado a otro como hiciste antes”.
También le cuenta a Furbank las vacaciones que tenía planeadas:
“Espero tumbarme al sol, hablar francés y griego moderno, y hacer el amor, aunque el sexo y la nacionalidad… Todavía están por decidir: de hecho, es bastante posible que se omita por completo este asunto. Quiero una relación permanente y podría verme inclinado a rechazar cualquier cosa que, por su naturaleza, pudiera no ser permanente”.
Turing murió en 1954 en extrañas circunstancias, aunque la versión oficial establece el suicidio como la causa de su muerte. En 2013, la reina Isabel II le concedió el perdón póstumo en un gesto conciliador que pretendía enmendar un error histórico contra uno de sus homosexuales más célebres. 60 años después de su muerte, Turing es hoy recordado como una figura de culto gay.